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15 situaciones de posibles riesgos en el campo y cómo minimizarlos
Para los que trabajamos en profesiones que exigen realizar algunas actividades en entornos silvestres, conocer los riesgos implícitos, y tomar algunos recaudos al respecto, es un aspecto importante, y ése es el motivo de este post.
Conviene aclarar que las 15 situaciones de riesgo que he seleccionado, son las que corresponden a las tareas no específicas de determinadas especialidades.
Es decir, por ejemplo, que no mencionaré aquí que un vulcanólogo debe procurar no caerse en el interior de un volcán (hay casos históricos que serán motivo de futuros posts), ni enumeraré los equipos de protección requeridos en la alta montaña, o en un glaciar.
Tampoco hablaré sobre los accidentes en excavaciones mineras o perforaciones petroleras.
Insisto, en este caso estoy apuntando a la generalidad, lo que puede servir también a quien ande haciendo turismo por zonas agrestes. En el futuro podrían aparecer posts sobre seguridad minera o semejantes, para cubrir las situaciones que hoy no se incluyen.
Y relacionado con el tema de accidentes y riesgos en el campo, los invito a visitar mis posts sobre Cómo mejorar la posibilidad de supervivencia en el campo parte 1 y parte 2.
- Picaduras de insectos. Esto es una eventualidad que puede complicarse cuando se trata de personas alérgicas, y la mejor manera de prevenirla es el uso de repelentes, de los cuales hay muy buenos productos en el mercado. Por otra parte, la precaución especial al dar vuelta una piedra suelta, o al apoyar la mano en un tronco, evita accidentes con los invertebrados más ponzoñosos, como los alacranes, que suelen ocultarse allí. Contar con antihistamínicos en el mínimo botiquín de campo, es también una buena idea.
- Mordedura de ofidios. La precaución especial es el uso de calzado de caña alta como los borceguíes, según ya mencioné en el post sobre indumentaria. Valen también los recaudos del punto anterior porque también los ofidios eligen troncos y espacios bajo piedras sueltas para esconderse.
- Intoxicaciones. Esto puede suceder cuando se lleva al campo comida que requiere refrigeración continua, sin atender a ese detalle debidamente, cuando se compran embutidos por el camino, o cuando se deja uno tentar por frutas silvestres no muy maduras. Las maneras de evitarlo son las obvias; no llevar un sobre de mayonesa en la mochila que se expone al sol, por ejemplo, o separar convenientemente las provisiones de los reactivos que se usan en el campo. Cargar todo junto y a lo loco, es suicida. Carbones y antieméticos en el botiquín son una ayuda, pero implican el riesgo de enmascarar una intoxicación más grave que podría pasar desapercibida.
- Derrumbes. Para los que como yo describen perfiles en paredes expuestas de muchos metros de espesor, y sobre materiales deleznables, como el loess, el riesgo omnipresente es el desplome de la pared encima del que la está describiendo. Conozco casos fatales, y por eso, no es cosa de desatender. La principal precaución es mirar siempre por encima de la propia cabeza, por si se observan cambios alarmantes, y seleccionar muy bien los sitios de muestreo, de modo que no se quite la sustentación de volúmenes de sedimentos sobreyacentes.
- Caídas. Son los accidentes comunes, y casi inevitables, pero hay que tener particular cuidado con los sitios donde uno se para, que muchas veces están erosionados por debajo. Usar el sistema «culipatín» (descender sentado, deslizándose sobre la cola) puede no ser muy elegante, pero sí es muy seguro.
- Accidentes con los implementos geológicos. Ya mencioné algunos, como por ejemplo con el uso de la piqueta, en un post anterior. Otros implementos, como palas, mazas, picos, etc., implican sus propios riesgos y se verán en otros posts en el futuro.
- Insolaciones. Son probablemente el riesgo más desatendido hasta por los profesionales con muchos años de experiencia, pero pueden conducir a malestares severos. Una gorra adecuada es un sencillo modo de evitarlas.
- Quemaduras de sol. Vale lo mismo que para el punto 7, pero aquí lo indicado es usar pantalones largos y camisas con mangas también largas, más protector solar de factor 30 o más en las áreas expuestas. Les aseguro que se adquiere de todas maneras un lindo bronceado, y eso sin poner en riesgo la piel, ya que como decía la propaganda «tenemos una sola piel ¿por qué no cuidarla?»
- Tormentas eléctricas. Son un riesgo bastante importante porque a veces pueden ser letales. Lo primero a tener en cuenta es que buscar refugio bajo un árbol es la peor de las estrategias posibles, ya que son precisamente ellos los que actúan como pararrayos en el campo. Por razones que explicaré en otro post, cuando una persona está expuesta en un área sin árboles, es ella precisamente quien atrae los rayos, por sobresalir sobre el terreno. En tal caso, si el auto está cerca, entrar en él y cerrar todos los vidrios genera una jaula de Faraday que protege de las descargas eléctricas. Pero si la distancia a recorrer es excesiva y los rayos están cayendo en el lugar en que uno está, la mejor estrategia es acuclillarse en el suelo, tan abajo como se pueda, por mucho que uno se embarre…y rezar (el que pueda, los ateos pueden intentar una rápida conversión, en todo caso)
- Granizo. En este caso sí, una saliente rocosa, o un árbol son buenos refugios. No es común que el granizo y los rayos sean simultáneos, pero de darse el caso, elijan la muerte que más les guste: una pedrada en el mate o que los parta un rayo, y actúen en consecuencia. 😀
- Conflictos con los dueños de los campos. Desconozco qué pasa en otros países, pero en Argentina, donde lamentablemente el cuatrerismo rural, los asaltos en las estancias, los robos de silos etc, están de moda, meterse en un campo privado sin autorización del dueño es una apuesta peligrosa. Tengo un par de anécdotas para subir en futuros posts, relativas a ocasiones en que fuimos corridos a tiros o amenazados con armas, por propietarios irascibles.
- Enfriamientos. No necesariamente deben alcanzarse niveles de auténtica hipotermia para padecer consecuencias indeseadas, o incomodidades innecesarias, aun en climas considerados benignos, cuando se carece del abrigo suficiente y necesario en jornadas ventosas o sin insolación. Yo personalmente recomiendo llevar además una prenda extra, por si se producen cambios inesperados a lo largo de la jornada de trabajo.
- Ataques de animales. Cuáles son los animales sobre los cuales estar alertas, depende de cada geografía particular, pero puede decirse que casi cualquier animal es potencialmente peligroso si se siente acorralado o está defendiendo a sus crías. Por supuesto, el daño que pueden causar varía mucho si se trata de un hámster o un puma, pero hasta la mordedura del primero puede transmitir enfermedades y causar infecciones, de modo que el mejor consejo es respetar a todas las especies, y no provocarlas innecesariamente. Normalmente éste es un peligro de baja incidencia, porque los animales salvajes tienden a alejarse de los visitantes humanos, porque idiotas no son. En realidad los ataques más peligrosos pueden llegar a ser los de los perros entrenados para eso, y suelen ocurrir en predios cerrados y no en campo abierto.
- Desorientación. Aunque pueda creerse que en la era de la tecnología, ya no hay modo de perderse en el campo, eso es un riesgo siempre presente cuando se conjugan ciertas circunstancias. Por ejemplo, aun contando con un GPS (geoposicionador satelital), un manto espeso de nubes, o una niebla densa debilitan hasta tal punto la señal del satélite que el grado de precisión disminuye críticamente. Por otra parte, si bien lo común es ir al campo con fotografías aéreas, mapas y/o imágenes satelitales, estas últimas tienen una escala de muy poco detalle y los otros dos no sirven de nada cuando la visibilidad es prácticamente nula, ya sea por bruma, niebla o nubes bajas, y no pueden reconocerse las referencias de campo a más de dos o tres metros. La brújula es la mejor opción en este caso, siempre y cuando se esté consciente de cuáles han sido los propios desplazamientos hasta el lugar de su consulta. Este punto da para un post posterior.
- Asfixia por inmersión. Esta situación es más común entre aquéllos que trabajan en lagos o lagunas, pero aun quien trabaja alejado de ellos debe tener cuidado antes de decidirse a vadear una corriente cuya verdadera topografía desconoce. Muchos arroyos y ríos aparentemente someros, ocultan hoyas y remolinos, o canales profundos, que pueden ser una trampa para cualquier desprevenido.
Todo lo dicho no apunta a generar paranoias, sino solamente prudencia. Algunas precauciones se van incorporando lentamente a la práctica cotidiana, hasta que se toman de modo automático y se trabaja de modo seguro.
Espero que les haya servido de algo. Un abrazo y hasta el próximo post. Graciela.
* Sobre la ilustración: es una alusión (con un poco de humor negro) al canal Crónica TV de Argentina que es famoso por las noticias amarillistas, truculentas, extrañas o bizarras que presenta en sus clásicas placas rojas.
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Piquetas geológicas – Características, usos y consejos para la compra
¿Qué es una piqueta?
Piqueta (también llamada picota en algunos países) es el nombre que se le da al martillo especialmente diseñado para uso geológico general; y digo general, porque en casos particulares, algunos especialistas cargan con otros tipos de martillos.
Por ejemplo, el pedólogo usa un martillo como el de los gomeros, mientras que el petrólogo requiere una maza de acero.
Pero de esos casos especiales iremos hablando en sucesivos posts.
Lo que sí debemos dejar bien claro es que la relación entre el geólogo y su martillo es muy estrecha.
Tanto es así, que el lema del geólogo es en casi todo el mundo occidental: «Mens et malea», palabras de origen latino que significan precisamente «mente y martillo».
Este lema figura en una gran cantidad de logotipos de asociaciones geológicas y eventos relacionados, y cuando no es así, por lo menos aparece un martillo dibujado en ellos. (Vean por ejemplo el logo del Congreso Peruano, que les incluyo)
Hecha la introducción, hoy vamos a explayarnos sobre el más usado de los martillos para geólogos: la piqueta o martillo geológico.
¿Por qué el geólogo requiere un martillo especial?
No es por esnobismo ni por paquetería, lo que sucede es que, a diferencia de un carpintero, el geólogo no trabaja con clavos y maderas que penetran o ceden respectivamente con relativa facilidad, sino que se enfrenta con materiales de gran tenacidad, y que oponen mucha resistencia, como las rocas.
Por eso su martillo es especial y lamentablemente también bastante caro.
¿Qué requisitos debe cumplir una piqueta y por qué?
En primer lugar es una pieza única de acero, en lugar de constar de un cabo de madera insertado en un trozo de hierro o acero con un agujero central.
Esto es así porque si tuviera dos piezas, al golpear una roca resistente, serían muchas las probabilidades de que la cabeza (del martillo, pero también la del geólogo, de rebote y llegado el caso) saliera disparada hacia atrás en una reacción muy peligrosa.
Y permítanme una digresión: casi todos los geólogos, cuando estudiantes, recurrimos a martillos comunes hasta poder acceder a una piqueta, y hemos visto los accidentes de que hablo con asiduidad suficiente como para convencernos de invertir los pesitos necesarios en el útil adecuado, tan pronto como nos adentramos en la vida profesional.
Volviendo al tema, digamos también que esa pieza única que constituye la piqueta tiene en la parte del mango, una protección especial de material sintético, con agujeros espaciados, de modo que permitan la disipación de la energía, de tal manera que al golpear una roca la fuerte resistencia que ésta opone no lastime la mano del que empuña el martillo.
¿Es importante que la piqueta tenga una correa en el mango?
Si bien no es un rasgo absolutamente indispensable, cuando la tiene suma puntos, porque el geólogo no trabaja en un taller sino que se desplaza por el campo, muchas veces por lugares empinados en los que el uso de las manos es indispensable para salvar ciertos obstáculos, y llevar el martillo en la mano resulta incómodo. Tampoco es muy práctico guardarlo a cada momento en la mochila. El lazo o correa permite colgarlo de la muñeca en ciertos momentos.
Convengamos en que esto debe hacerse de manera cuidadosa, para no resultar lastimado con la propia piqueta, y es por esa razón que algunas marcas no tienen esa correa, y ofrecen en cambio una funda que se puede calzar en el cinto. Por supuesto, también en ese caso una caída con la piqueta en la cintura puede ser peligrosa, de modo que ninguna alternativa es ciento por ciento segura, y nada reemplaza a la propia prudencia.
¿A qué se debe la forma especial de la cabeza de la piqueta?
Ese diseño particular responde a las necesidades de su uso.
Debe tener un extremo romo para golpear con él los minerales y rocas y determinar así su clivaje o fractura, es decir las superficies de debilidad a lo largo de las cuales se rompen con más facilidad. De hecho son las líneas que los geólogos aprovechan para extraer las muestras con menos dificultad.
El extremo aguzado se utiliza para separar con él materiales según los planos de esquistosidad o estratificación.
Cualquiera de ambos extremos es un argumento contundente en una discusión en el campo. 😀
¿Cuánto pesa una piqueta?
Las hay de diversos pesos y tamaños, para adecuarlas a las necesidades de los distintos usuarios, pero el rango de variabilidad es de aproximadamente 400 a 600 g, ya que de ese modo se cuenta por un lado con el peso míniimo necesario para poder extraer muestras; y por el otro no es demasiado incómodo para transportar.
¿Un estudiante de Geología debe comprarse una piqueta al comenzar la carrera?
No necesariamente, ya que los trabajos de campo durante el cursado de la carrera no son tantos como a lo largo de la vida laboral, y un martillo común de los que están en el cajón de las herramientas de cualquier familia, puede ser suficiente mientras se lo use con las precauciones indispensables.
La compra prematura de la piqueta puede ser un error porque como ya señaló más arriba, hay especialidades en los que los martillos tienen rasgos diferentes, de los cuales iremos hablando en otros posts.
Por otro lado, si al recibirse comienzan a trabajar en relación de dependencia, el empleador suele proveer todo el equipamiento necesario, lo que les dará tiempo para elegir cuidadosamente su propia piqueta cuando sepan por experiencia cuál es la que más les conviene para pasar en su compañía el resto de la vida.
Deben tener mucho cuidado en la elección, porque divorciarse de una piqueta después de muchas campañas, es un proceso má¡s doloroso que divorciarse de un esposo/a. 😀
En resumen, y como pueden ver, la forma de una piqueta no es en absoluto caprichosa, y de que se respeten estas especificaciones depende su calidad y precio.
Espero que esta información les haya sido útil y no los haya aburrido. Un abrazo. Graciela
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela
10 comidas prácticas para llevar al campo
Ustedes ya saben que Dayana no es geóloga, pero sabe muchísimo sobre comunicación en Internet, y por eso me va orientando sobre los temas que pueden interesar a mis lectores (he llegado a llamarla mi «directora de contenidos» 😀 )
De ella aprendí por ejemplo a consultar el stat counter para ver qué búsquedas traen gente. Y una pregunta que se ha repetido ya algunas veces es ¿qué comida es cómoda para llevar al campo?
Bueno, pues hoy, ése es el tip que nos ocupa. Pero debo aclarar que se trata de las comidas ligeras de los mediodías, cuando uno sólo se detiene una media hora, saca algo de la mochila y lo come frío para seguir de inmediato con el trabajo.
En esa situación la comida debe ser fácil de transportar, fácil de consumir y fácil de digerir, para evitar, tanto la tentación de una larga sobremesa matizada de bostezos premonitorios de una siesta no planeada, como la terrible complicación de una gastroenteritis colectiva en el medio de la nada.
Porque no es en absoluto agradable que detrás de cada yuyo haya alguien gritando con voz estrangulada: ¡ocupado!
Otra cosa es la cena, cuando la campaña dura varios días, y uno puede darse el lujo de un buen asado como el que ven en la foto, porque luego no debe retomar el trabajo hasta la mañana siguiente.
Antes de leer sobre las comidas, los invito a visitar mi post con el truco para mantener siempre frescas las bebidas que lleven al campo.
Ahora sí, para los mediodías de almuerzos frugales y apurados, éstas son mis sugerencias:
- Los consabidos y clásicos sandwiches, ya preparados con su correspondiente aderezo y que pueden ser de variedades de fiambres y de carnes, pollo, quesos, milanesas varias, atún , etc. Son, sin ninguna duda la opción más cómoda y rápida, pero conviene tener otras alternativas para evitar el hartazgo cuando se sale más o menos frecuentemente.
- Comidas frías del grupo de las carnes, que comprenden milanesas de pollo o de vaca, peceto horneado, asado o hervido, debidamente cortado en rodajas finas, matambre relleno o arrollado, también en fetas o rodajas, presas de pollo asado o al horno. Aclaremos que para estas carnes, y para otras opciones que mencionaré más abajo, conviene llevar sachets individuales de mayonesa, mostaza, etc, de los pequeñitos que se usan en los fast foods.
- Tartas o pasteles y aun empanadas, de rellenos que acepten su consumo en frío, como son las de jamón y queso, choclo, pollo o atún. A mí personalmente no me gustan tanto las de carne de vaca, verdura, zapallitos o cebollas si no son calientes, pero eso va en gustos.
- La pizza fría es buena opción para el que le guste a esa temperatura. A mí me encanta.
- Las latas de atún, viandada y choclo desgranado son buenas ideas por su comodidad, ya que no requieren otra cosa que un abrelatas y un cubierto.
- Picadas ya listas en un recipiente hermético, que pueden incluir salame y otros embutidos (una morcillita, por ejemplo), quesos, aceitunas, salchichas, etc y se complementan muy bien con bolsitas de chips como papas fritas, palitos salados, maníes, chizitos. No son recomendables para estómagos o hígados delicados, para dietas bajas en grasas o colesterol, etc. Por suerte mi metabolisno es a prueba de balas, porque es una de mis opciones predilectas.
- Ensaladas de legumbres y hortalizas, eventualmente de brotes de soja, ya preparadas en recipientes herméticos. Las de lechuga y tomate no son recomendables porque resisten muy mal el calor y el paso de las horas en cualquier clima.
- Huevos duros. son un poco aburridos pero cómodos para transporte y consumo.
- Ensaladas de arroz o de fideos con pepinillos, aceitunas, puerros, champignones, morrones etc, todo finamente picado.
- Piononos de rellenos varios, tales como atún con morrones, fiambres con huevos picados, etc., etc.
Por supuesto existen muchas opciones más, y hasta hay quienes pasan el día con algunas frutas (no es mi caso) , pero con estas ideas ustedes pueden inventar sus propias variantes, y no pasarán hambre en el campo.
Yo personalmente siempre completo el menú con algunas golosinas para postre, porque de lo contrario, no me siento satisfecha. En ese caso se recomiendan alfajores, turrones, masitas y chocolates, pero sólo en invierno, porque nada es más feo que un chocolate todo derretido y chorreando.
Recuerden llevar bolsas para juntar los residuos y llevarlos con ustedes hasta la primera estación de servicio en que puedan arrojarlos en un tacho ad hoc.
La materia orgánica como cáscaras de frutas, o semillas se puede dejar en el campo siempre que haya suelos y no afloramientos de roca viva, porque en los primeros se incorporará rápidamente.
Dejar restos de comida sin bandejas ni envoltorios también es aceptable porque siempre habrá algún animal silvestre que los aproveche.
Por último, recuerden mi truquito para conservar las bebidas bien frescas, y a disfrutar la campaña. Un beso Graciela.
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20 ideas de regalos posibles para un geólogo
Con motivo de acercarse el día del amigo e inspirada en la pregunta de una lectora que quería hacerle un regalo a su padre geólogo, presento aquí el listado
de veinte ampliado de obsequios que serán realmente apreciados por cualquier geólogo en ejercicio.
Instrumental y herramientas
- Un geonavegador satelital.
- Un estereoscopio de bolsillo.
- Una piqueta paqueta. Si el geólogo recién se inicia es «El» regalo; pero si lleva años de campo se debe preguntar antes si tiene una, porque lo más probable es que ya esté en su mochila.
- Una pequeña filmadora.
- Una brújula tipo Brunton, pero atención aquí también vale lo que se dijo respecto a la piqueta.
- Una buena lupa de mano. Ahora bien, si lo que les sobra es plata, también puede ser una binocular para laboratorio.
- Un machete bien afilado, esto es especialmente apreciado por quienes deben atravesar montes densos.
- Largavistas binoculares.
Indumentaria para el campo
- Un sombrero para el campo que tenga toda la facha, por ejemplo tipo Indiana Jones.
- Un chaleco modelo pescador con 50.000 bolsillitos para tener todo a mano cuando se trabaja en el campo.
- Borceguíes.
- Guantes de jardinero de los de cuerina, muy apreciados para atravesar zonas de monte tupido.
- Una capa impermeable bien finita que se pueda cargar en la mochila sin sumar demasiado peso ni volumen.
- Cualquiera de estas remeras geológicas.
- Para las chicas, cualquiera de estas joyas inspiradas en dinosaurios.
Otros
- Chocolates para combatir el frío en las campañas.
- Un vaso térmico.
- Una mesita con sus sillas plegables de las que se hacen valijita, para llevar al campo.
- Novelas de Jean S. Auel.
- Una buena navaja multiuso Victorinox o similar.
- Un cuchillo de monte con su estuche.
- Un set para asado, mejor si viene con asado incluido.
- Por supuesto, mi libro digital, que pueden comprar aquí mismo. 😀
Bonus track para la casa del geólogo
Objetos de decoración de interiores ideales para geólogos – Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4 (se vienen próximas entregas!)
Y como no podía faltar, el post de lo que NO deben regalar a un geólogo.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela
Cómo conservar el agua siempre fresca en el campo
En estos días de terrible calor, mantener el agua fresca a lo largo de una caminata, puede ser todo un problema en el campo .
Me dirán ustedes que no, que para eso se inventaron las cantimploras, y las conservadoras de hielo, y yo estaré sólo en parte de acuerdo con ustedes.
Cuando se trata de una permanencia de un día, la cantimplora puede ser un fresco suministro más que suficiente, y la conservadora, bien surtida, esperando en el vehículo, para culminar la jornada, puede ser un regalo del cielo.
Pero ¿qué pasa cuando uno va a estar varios días en un campamento en el medio de la nada? No piensen en un camping de lujo con todos los chiches, incluyendo una proveeduría con bebidas frescas y con hielo para reponer en la conservadora todas las mañanas.
Piensen mejor en una carpa en el medio de la precordillera, o en un viaje de varios días atravesando parajes inhóspitos donde los bidones de agua van fuera de la conservadora, porque ella está reservada para la comida, (del primer día y gracias, porque después ¡¡¡chau hielo!!!)
Allí es donde los pequeños trucos que nos sugiere la experiencia se valorizan.
Yo, por ejemplo, he renegado de las caramañolas.
Y paso a explicarles por qué.
Son excelentes aislantes térmicos, es decir que mantienen la temperatura original del líquido, o sea que si yo la cargo de un bidón a temperatura ambiente, tomaré algo más parecido a un caldo que a una bebida refrescante.
Con ellas no puedo enfriar una bebida, sólo puedo conservarle la temperatura que ya tiene.
Entonces, la modesta y nunca bien ponderada botellita plástica de gaseosa de medio litro se convierte en mi estrella favorita.
Pueden usar envases más grandes si quieren, pero a mí esa miniatura me alcanza, y es muy cómoda para transportarla cargada al hombro durante kilómetros y kilómetros de caminata.
El primer día, salgo de mi casa con el agua congelada en la botella, (siempre tengo dos o tres botellas listas en el freezer) y a medida que transcurre la jornada, la voy consumiendo según se descongela.
Su transporte me es muy cómodo en un pequeño aparejo ad hoc que descubrí en Perú, y que ahora me acompaña a todas partes. Y que es el que ilustra este post precisamente. Un par de tiras, una faja de tela, y allá va la botellita, sin molestar a nadie, y sin quejarse ni una vez, colgando de mi hombro.
Para la siguiente recarga, al día siguiente, cuento con el bidón, pero ¿cómo refresco el agua?
Aprovecho sus propiedades térmicas, de las que hablaremos en detalle muy pronto, porque son fascinantes.
En efecto, sabemos que el agua consume una gran cantidad de energía térmica (calor, bah,) para evaporarse, y toma ese calor de todo lo que se le ponga a tiro. Por ejemplo mi botellita.
Entonces ¿qué hago? Muy simple, envuelvo la botella con el agua a consumir, en un trapo empapado, y lo dejo al aire por un par de horas.
Mientras preparo el desayuno, y lo tomo, por ejemplo, mientras ultimo los detalles del plan de la jornada y me visto para partir, etc, etc.
En ese tiempo, el agua del trapo se irá evaporando y mi bebida se enfriará notablemente.
En el portabotella, mi envase puede ir envuelto todo el tiempo en el trapo hasta que se seque del todo. Cada tanto puedo remojarlo en un arroyo, o con un poco de la misma agua de la botella, sólo como para mantener el proceso de evaporación. (No abusen que el agua es para tomar)
Hagan la prueba, y verán que funciona. Cuanto más viento corra, más intenso el proceso de evaporación y más fría el agua, o la coca, o la naranjada, o lo que tengan en el envase.
¿Les gustó el truquito? Pronto les traeré otros.
Un abrazo. Graciela.
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