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Más de la Tectónica de placas
Como este tema da muchísimo para hablar, lo venimos desarrollando paso a paso, y hoy vamos a avanzar un poquito sobre otra de las formas posibles de contacto entre placas adyacentes.
En este caso serán bordes convergentes o de destrucción. Pero como ya hemos visto en otro post, este tipo de contactos puede presentarse de tres formas diferentes según el carácter de las placas involucradas a uno y otro lado de la línea de convergencia.
Hoy hablaremos del caso particular de contacto entre dos placas oceánicas.
¿Qué característica general comparten los contactos convergentes?
Como ya lo indica el nombre, este tipo de contactos implica la «destrucción» de material litosférico, que inicia un proceso complejo del que hablaremos en seguida, pero que básicamente compensa la «creación» de material que tiene lugar en los bordes divergentes de los que ya hemos hablado en otro post.
Este nuevo paradigma logró resolver el problema que hemos señalado también en otro momento, de explicar la relativa invariabilidad en la extensión de la superficie terrestre, pese a ese continuo surgimiento de nuevos materiales en las dorsales oceánicas.
En resumen, el material que en un lado se suma, en otra parte se consume en un ciclo que algunos asimilan a una cinta transportadora sin fin. Algunas aclaraciones al respecto ya hemos adelantado también antes.
¿Qué pasa cuando las dos placas convergentes son oceánicas?
Comencemos por recordar algo que ya conocemos: la composición dominantemente de Silicio y Magnesio de las rocas de los fondos oceánicos. Hablamos pues de materiales densos que pueden por ende volver a hundirse en dirección al manto subyacente.
Así es que cuando convergen dos placas oceánicas, una de ellas desciende por debajo de la otra, generando lo que se denomina «subducción».
Cabe preguntarse cuál de ambas permanece en superficie y cuál se hunde en cambio hacia el manto. Esto depende de la densidad y la velocidad fundamentalmente. Si hay diferencias litológicas desciende la más densa- que generalmente es también la más antigua- por debajo de la más ligera. En caso de haber escasas diferencias en ese aspecto, es la que se mueve con más velocidad la que se subduce.
El ingreso hacia el manto se produce según un cierto ángulo que es más empinado cuanto mayor es la velocidad de descenso, y que define un plano teórico a lo largo del cual se manifiesta mayor densidad de eventos sísmicos y que se conoce como Zona de Benioff, de la cual hablaré en un post específico porque es un tema muy jugoso.
A su vez, cuanto más bajo es el ángulo de descenso, por más extensión horizontal se notan los efectos de la subducción, tal como ya expliqué en otra oportunidad.
¿Qué efectos tienen lugar en profundidad?
Ya dijimos que la placa oceánica que subduce va ingresando según un cierto ángulo- tal como se ve en la figura- hasta alcanzar en algún momento la astenósfera o mayores profundidades mantélicas.
Por supuesto, una vez que esa corteza oceánica, que además es portadora de los sedimentos que se han ido depositando en los fondos marinos, llega a cierta profundidad se encuentra con un entorno de temperaturas en ascenso, tal como les expliqué en otro post.
Eventualmente ese aumento de temperatura será suficiente para provocar fusión en el material en descenso. A este efecto se suma el agua sobrecalentada, que por la misma presión a que la mayor profundidad somete a la placa en descenso, es expulsada y asciende hasta provocar también fusión en la roca de la porción sobreyacente del manto.
En este contexto, se inician procesos de efusión y generarión de volcanes desde el propio fondo oceánico. Ya veremos más abajo que algunos volcanes llegan a emerger, pero sigamos ahora con los efectos en profundidad.
Si observan el esquema que ilustra el post, verán que la placa que permanece en superficie, es en cierta medida arrastrada hacia abajo en su borde por la placa subducente, lo cual genera un espacio negativo del fondo oceánico que se conoce como fosa, que puede alcanzar grandes profundidades, y se sitúa a cierta distancia de los volcanes submarinos.
En definitiva, todo el sistema se conforma con: una placa en subducción, una placa que permanece emergida (ambas oceánicas), una fosa o complejo de fosas, y un alineamiento de volcanes submarinos que pueden o no alcanzar la superficie.
¿Cómo se manifiesta en superficie el contacto subductivo entre dos placas oceánicas?
Por supuesto, hay una continuidad entre los fenómenos profundos y su manifestación superficial, de modo que dividirlos aquí es bastante artificial y sólo sirve para ordenar las explicaciones, ya que todo forma parte del mismo sistema complejo.
Esas efusiones en el fondo oceánico, van construyendo en algunos sitios estructuras volcánicas que conforman verdaderas cadenas, algunos de cuyos picos emergen como islas. Dichas islas suelen estar separadas entre sí por algunas decenas de kilómetros, y las cadenas que constituyen pueden abarcar centenares de kilómetros de ancho.
Debido a la forma que afectan estas sucesiones de islas, reciben la denominación de «arco de islas volcánicas», o sencillamente «arco de islas». Su posición es normalmente próxima a la fosa que forma parte del mismo sistema. Así es que las fosas más profundas, como las de Mariana y Tonga tienen sus correspondientes arcos isla homónimos.
Casi todos los arcos de islas están en el Pacífico occidental, donde la corteza que subduce es relativamente antigua y densa, lo que le permite descender fácilmente en el manto, con un ángulo de descenso muy elevado, que llega a aproximarse a los 90 grados. Ese alto ángulo hace menos habitual la sismicidad, ya que la energía se disipa en el descenso más expedito.
En el Océano Atlántico sólo hay dos arcos de islas volcánicas: el de las Antillas Menores adyacente al mar Caribe, y el de las Sandwich del Sur.
En cuanto a las fosas mismas se contabilizan veinte, la mayoría en los bordes de la cuenca del Pacífico, que presentan una longitud de hasta 4.000 km, y un ancho de aproximadamente 100.
¿Se puede agregar algo más?
¿Algo? Mucho, en realidad, por lo que habrá otros muchos posts en los que iré revelando más detalles, matices, objeciones, discrepancias, etc. etc. pero aquí es interesante apuntar un par de detalles sobre la litología.
En general puede decirse que las rocas resultantes del vulcanismo en los fondos oceánicos tiende a presentar bajo contenido de sílice, ya que procede de los materiales fundidos de placas simaicas, con lo que las litologías son básicas, o eventualmente mesosilíceas si se va produciendo algún fenómeno de diferenciación magmática. Tampoco puede desestimarse una petrología más compleja si hay asimilación de materiales del manto sobreyacente y de los sedimentos que descienden con la placa en subducción.
No podemos cerrar el tema de hoy sin hacer notar que dos placas oceánicas enfrentadas, una de las cuales subduce implican necesariamente un relativo «cierre» de la cuenca oceánica, con lo que se acorta la distancia entre el borde de una de las placas oceánicas (la pasiva) y el continente que se desplaza como «pasajero» de la que se subduce, en caso de existir, claro, ese eventual pasajero. Esto, en miles o millones de años cambiará el carácter del contacto, que puede en algún momento pasar a ser un contacto subductivo entre placa continental y océanica, y no ya entre dos placas oceánicas.
Cómo serán los procesos en esta nueva situación será motivo del próximo post sobre el tema» contactos entre placas». Aclaro que no será necesariamente la próxima semana porque no quiero convertir este diálogo nuestro en un libro de texto, sino en algo variado y que nos vaya sorprendiendo cada vez.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela. P.S.: La imagen que ilustra el post es de este sitio.
Tectónica Global. Contactos Convergentes, una introducción.
Ahora que estamos ya más metidos en los detalles de la Tectónica Global, avanzaremos un paso más hablando esta vez de los contactos convergentes, pero dado lo amplio e importante del tema, lo iremos desarrollando en sucesivos posts, de los cuales éste es sólo el primero.
Recordarán que en algún momento les conté cómo eran los distintos tipos de contactos, y que ya les expliqué también los contactos divergentes o de construcción.
¿Qué se entiende por contactos convergentes?
Si vienen siguiendo el blog, ya tendrán alguna idea al respecto, pero vamos a profundizar el tema ahora.
Comencemos analizando la propia palabra convergente, que deriva del latín «convergentis» que a su vez implica la reunión de otros dos vocablos, a saber: «con» que significa completamente o globalmente, y «vergere» que se traduce como inclinarse. En su conjunto, podría traducirse convergente, como «inclinarse juntos» , es decir que los objetos así calificados se reúnen en algún sitio.
Hemos hablado en un post no muy lejano de los contactos divergentes, a los que consideramos de construcción, ya que en ellos surge nuevo material. En este caso, que es el opuesto, los bordes se consideran de destrucción, ya que es allí donde las capas de litosfera oceánica se hunden de nuevo en el manto, con lo que sus materiales cambian muchas de sus características, cerrando el gran ciclo del que muchas veces hemos hablado, y al mismo tiempo compensando el aumento de volumen que implican los bordes divergentes.
¿Qué tipos de contactos convergentes hay?
Por cierto, las posibilidades corresponden a la naturaleza misma de las placas involucradas en estos contactos, y existen por ende tres situaciones diferentes, con procesos, materiales y resultados bien diferenciados que afectan el relieve global resultante. Esas posibilidades son:
- Contacto convergente entre una placa oceánica y una continental.
- Contacto convergente entre dos placas oceánicas.
- Contacto convergente entre dos placas continentales.
En los dos primeros casos ocurre una subducción de la que hemos hablado muchas veces para explicar fenómenos sísmicos y volcánicos que han tenido lugar en respuesta a sus desplazamientos.
En el tercero ocurre la obducción.
Hoy hablaremos de subducción en general y del primer caso en particular, dejando los otros dos casos para otros posts, ya que se trata de temas complejos e importantes que nos ocuparán muchas veces más.
¿Cuáles son las características de las zonas de subducción?
Siempre hay en las zonas de subducción, al menos una placa oceánica involucrada, puesto que al ser la corteza continental de tal composición que resulta menos densa, no puede hundirse (o más apropiadamente subducirse) para volver al manto subyacente.
Hay una situación, que veremos en el próximo post, en el que ambas placas convergentes tienen bordes oceánicos, de modo que no hay corteza continental involucrada en ese caso, pero sí puede ocurrir la subducción de todos modos.
Recordemos que la corteza oceánica es dominantemente simaica, (de allí la antigua división de la constitución de la Tierra en sial, sima y nife), donde la composición elemental predominante es de silicio y magnesio; mientras que los elementos más abundantes de los continentes es de silicio y aluminio. Esto implica que los materiales de mayor densidad son los de los fondos oceánicos, con lo que comprendemos por qué son ellos los que vuelven al interior profundo de la Tierra.
Ahora bien, es importante recordar que además de los elementos ya mencionados (Si, Mg y Al), existen en la corteza otros muchos que aparecen en combinaciones y proporciones altamente variables, con lo que también hay múltiples litologías posibles. Según cuáles sean las litologías, las velocidades de las placas involucradas, las condiciones piezotérmicas del ambiente, los sedimentos que lleguen a depositarse en los fondos oceánicos a partir de la erosión en los relieves emergidos, etc., etc., los procesos y resultados exhibirán una gran multiplicidad, por lo cual lo que digo a continuación sólo es un modelo muuuyyyy general.
Pero no se preocupen, a lo largo del tiempo en muchos otros posts podremos discutir relieves de lugares específicos, con mayor detalle.
¿Qué procesos ocurren en las zonas de subducción donde hay una placa marina y una continental involucradas?
A medida que la litósfera oceánica se hunde lentamente, las temperaturas y las presiones del entorno son progresivamente más elevadas, hasta llegar a producirse la fusión, que como ya he explicado extensamente, da lugar a los procesos ígneos, que generan fisiografías muy interesantes.
Pero vayamos por parte. Por lo general hay cuatro rasgos bien identificables en las zonas de subducción. Ellas son: una fosa oceánica profunda, un arco volcánico, una zona de antearco y otra de trasarco. Ahora analicemos un poquito cada una.
La fosa oceánica se forma en la región más directamente relacionada a la propia subducción, allí donde una placa oceánica desciende hacia la astenósfera, según una cierta curvatura que provoca el relieve negativo a veces muy profundo.
Esa profundidad se ha comenzado a relacionar- según numerosos estudios- con la edad de la placa en descenso, que a su vez implicaría una relación inversa con la temperatura, es decir que a mayor edad habría menos temperatura, lo cual es lógico, ya que en las zonas de construcción el material asciende fundido, y se va enfriando cada vez más a lo largo del tiempo.
Tendríamos así una buena explicación de por qué las fosas más profundas están en el Pacífico occidental, donde la litosfera oceánica es fría, y donde se encuentran abismos de alrededor de 11.000 m por debajo del nivel del mar, como son los casos de Marianas, Tonga y Kermadec.
Los arcos volcánicos, a su vez, se forman sobre la placa suprayacente, es decir la que no se hunde en el manto, y que en este tipo de contacto que hoy analizamos es la placa continental. Es allí, en este caso, donde se forman los arcos volcánicos que generan, en parte por el propio vulcanismo, una topografía muy elevada con picos que pueden alcanzar los 6.000 metros snm.
Esos picos se deben como ya dije más arriba, a procesos ígneos que llevan lavas a la superficie, generando relieves positivos; y también a la deformación estructural que ocurre por la compresión de los bloques convergentes, que se acentúa en el lado continental por estar formado por materiales menos resistentes que el fondo oceánico.
La región situada entre la fosa y el arco volcánico es la que se conoce como región de antearco, que en nuestro caso suele estar sumergida junto al borde continental y en la que se acumulan tanto el material piroclástico procedente del arco volcánico como los restantes sedimentos erosionados en el continente.
Por otra parte la placa subducente transporta los sedimentos propios del fondo oceánico, tales como los biológicos, hacia la zona de antearco y más allá, donde proveen material para sucesivas fusiones posteriores.
En la región de trasarco- que se encuentra ya por delante de la fosa, alejándose del continente- puede que se acumulen fuerzas tensionales por el arrastre de la placa que subduce, con lo cual la parte más superficial de la placa puede alargarse y adelgazarse, generando una verdadera cuenca de trasarco.
Sobre este último detalle habremos de ahondar en el futuro en otros posts.
¿Qué puede agregarse?
Lo que hemos venido hablando de los contactos convergentes y divergentes suele ser resumido en muchos libros de texto con la remanida comparación con la cinta transportadora de un supermercado: en un extremo, el material (la cinta misma) asciende, y en el otro vuelve a descender, para mantener la longitud total del proceso (o en este caso el volumen de la Tierra) dentro de límites constantes.
Esta comparación sólo es válida como para dar una idea general, pero no es enteramente aplicable a los procesos planetarios, porque la Tierra está lejos de parecerse a una cinta que se mueve sobre una superficie plana.
Recordemos que mal que le pese a los terraplanistas, la Tierra tiene una forma sui géneris, más asimilable a un esferoide deformado que a un plano.
Pero este tema en particular, ya amerita un post propio. Por hoy ya hemos aprendido bastante.
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Más de tectónica de placas: contactos divergentes
Retomo el hilo de ese tema fundamental que constituye el actual paradigma de la Ciencia Geológica, y que les he venido explicando de a pasitos para no aturdirlos ni alejarlos del blog.
En el último avance les conté que hay diferentes tipos de contactos entre las numerosas placas que segmentan la superficie planetaria.
Hoy empezaré a contarles en detalle lo que ocurre en esos contactos, que ya les adelanté que son los núcleos más activos del planeta. Hoy veremos los contactos divergentes, asumiendo que ya han visto todos los temas anteriores, por lo cual hay algunas cosas que no voy a repetir, sino que me limitaré a dejarles el link para que repasen los conceptos ya presentados.
Este tema de hoy les dará respuestas para algunas de las preguntas que algunas vez dijimos que este nuevo paradigma ayudaba a resolver, especialmente en lo que se refiere a la constitución de los fondos oceánicos.
¿Qué se entiende por contactos divergentes?
Comencemos por decir que la palabra divergente deriva del latín, idioma en que di signfica aparte y vergere quiere decir moverse.
Esto tal vez les permita recordar que ya se los he presentado, (sólo nominalmente) en un post anterior, de modo que deberían saber que se trata de «contactos de construcción» o también podemos llamarlos de expansión, o tensionales. Ahora vamos a explicar por qué son así considerados.
Se conocen como contactos de construcción o constructivos porque en ellos se genera nueva corteza o litósfera oceánica (según diversas interpretaciones); se denominan también centros o contactos de expansión o expansivos, porque la expansión del fondo oceánico que ya les he explicado antes, se produce en estas zonas.
Finalmente el nombre de contactos extensionales procede del hecho de que los vectores de movimiento implican precisamente extensiones o tracciones, apuntando a direcciones opuestas entre sí. Es decir que las placas involucradas se separan alejándose una de otra. En efecto, el estudio del primer movimiento de los terremotos que tienen lugar en este tipo de contactos ha confirmado que se trata dominantemente de esfuerzos tensionales.
¿En qué situaciones ocurren los contactos divergentes?
Pese a que el gran ejemplo de la divergencia de placas tiene lugar a lo largo de las dorsales oceánicas, y a que esto ha conducido a suponer que sólo allí ocurre este fenómeno, también pueden desarrollarse contactos divergentes entre las placas en el interior de un continente, lo cual da lugar a la fragmentación continental que tan bien reconoció Alfred Wegener.
Empecemos por reconocer que cualquier movimiento de tal magnitud debe obedecer a una causa, y hoy se considera que el motor de estos desplazamientos es la convección térmica profunda. En post futuros veremos que hay ciertas discrepancias en cuanto a la profundidad de esos núcleos convectivos, su configuración y hasta su origen último, pero por ahora nos alcanza con recordar lo que ya anotamos en el post que les he linkeado unos renglones más arriba. Es decir que las fuerzas tensionales responden a los sitios en que las propias corrientes convecticas se alejan entre sí.
Ahora, teniendo ya la fuerza impulsora, veamos qué pasa en las dos diversas situaciones planteadas.
¿Qué procesos ocurren en contactos divergentes oceánicos?
Ya sabemos que las corrientes convectivas adyacentes, pero con movimientos opuestos crean fuerzas tensionales que empujan primero hacia arriba el fondo oceánico, y luego lo estiran y adelgazan hasta fragmentarlo, y desplazar a las placas sobreyacentes, alejándolas del eje de ruptura. Esto genera el espacio para que por él ascienda desde el manto situado por debajo, la roca fundida que conocemos como magma y posteriormente lava.
El magma se enfría gradualmente para dar lugar a rocas ígneas que constituyen nuevos segmentos de fondo oceánico, en el proceso que ya les he linkeado arriba y que conocemos como expansión del fondo oceánico, que genera nuevos terrenos, con una elevación central conocida como dorsal.
Esa dorsal es resultante de las altas temperaturas del material que asciende en estado fundido, lo que lo hace menos denso, y por ende se sobreeleva respecto al terreno circundante, desde el cual sobresale como una cordillera submarina, marcada a veces en la superficie por cadenas de islas que no son sino las cimas de los picos sumergidos y que a veces se conocen como guyots.
La expansión ocurre con velocidades que varían entre 2 y más de 15 cm anuales. La dorsal Centroatlántica es lenta, mientras que algunas porciones de la dorsal del Pacífico oriental son las que se mueven con las mayores velocidades.
En una primera lectura esas velocidades pueden parecer exiguas, pero alcanzan para que a lo largo de 180 millones de años (correspondientes a las edades más antiguas medidas en los fondos oceánicos hasta el presente) se hayan formado todas las cuencas actuales.
¿Qué procesos ocurren en contactos divergentes en el interior de los continentes?
Según el estado actual del conocimiento, los contactos divergentes que tienen lugar en zonas continentales proceden de manera bastante similar a lo ya descripto para las dorsales oceánicas, y originan la fragmentación continental que normalmente empieza con la formación de una depresión alargada denominada rift.
El ejemplo paradigmático es el rift del África oriental- aunque veremos más abajo que no es el único- que representa el estadio inicial de la ruptura de un continente. A lo largo de ese valle, las fuerzas tensionales estiran y adelgazan la
corteza continental, tal como en el océano y dan también espacio para que el magma ascienda manifestándose como actividad volcánica, con expresiones como el Kilimanjaro y el Monte Kenia.
¿Cuáles son los resultados en cada uno de esos casos?
Ya dijimos que en el caso de ocurrir la divergencia en una placa oceánica que se fractura, se forma una dorsal, que puede elevarse entre 2 y 3 km por encima del fondo oceánico que se encuentra a ambos lados, y que -contra lo que el término mismo puede sugerir- no se trata de una estructura de escasa extensión lateral, sino que puede comprender entre 1.000 y 4.000 kilómetros de ancho, lo que deja sitio para que en algunos segmentos, y siguiendo el eje longitudinal, aparezca un valle central profundo y afectado por fallas, al que se conoce como rift o valle de rift, en modo semejante a lo que ocurre en las placas continentales divergentes.
De resultas de estos procesos, se genera todo un sistema de dorsales oceánicas interconectadas que se internan en todas las cuencas oceánicas mayores (Atlántica, Pacífica e Índica) formando el rasgo topográfica más largo de toda la superficie terrestre, ya que supera los 70.000 kilómetros en total, y el 20 por ciento de la superficie planetaria.
En cuanto a los rifts continentales, la profundización del fenómeno llega a separar la placa en dos mitades opuestas, entre las cuales se interna un brazo estrecho de mar, conectado con el océano.
Ése habría sido el caso del actual mar Rojo, que habría resultado de un largo proceso, iniciado unos 20 millones de años atrás, cuando la península Arábiga se separó del continente africano.
Hoy se visualiza este fenómeno en el Gran Valle del Rift de África Oriental que ya mencionamos más arriba, y que tiene lugar entre una placa mayor (la Africana) y una pequeña placa o subplaca denominada Somalí. En el futuro, parte del continente podría ser arrancado si el proceso no se detiene, tal como parece haber ocurrido en el Valle del Rhin, que no dio origen a nuevos fondos oceánicos.
Otro sitio donde un Rift inicialmente continental está permitiendo el ingreso del mar es el Golfo de California, donde Baja california se aleja progresivamente del continente.
Más adelante les presentaré un post con modelizaciones de la posible situación de mares y continentes en unos 50 millones de años.
¿Qué características tienen los nuevos materiales así formados?
Ya dijimos antes que la corteza oceánica recién creada está caliente y es menos densa que las rocas formadas antes, que ya están más frías, y aumentan su densidad por la contracción térmica, lo que produce un descenso relativo, y explica la presencia de profundidades oceánicas progresivamente mayores al alejarse de la cresta de la dorsal.
En esas profundidades además, se acumulan los sedimentos procedentes de los continentes circundantes, y de la propia depositación biológica marina. Todo esto va aumentando el espesor de la placa, de tal manera que puede generalizarse que las placas antiguas suelen ser de mayor espesor que las más nuevas.
Con respecto a las características litológicas, al tratarse de materiales originalmente fundidos en los fondos simaicos, las rocas formadas son por lo general del extremo básico, o no muy alejadas de él.
En cuanto a los rifts continentales, cuando llegan al estado en el que se instala un mar incipiente, la expansión del fondo oceánico que allí tiene lugar va generando materiales marinos que se adosan en los bordes continentales en divergencia, ésa es la razón por la cual en los bordes de las placas mayores del presente, siempre se encuentre algo de material relacionable con corteza oceánica, reconocible por su composición litológica.
¿Qué se puede agregar?
Es obvio que en un tema tan complejo, estamos muy lejos de agotar la información de que hoy se dispone, razón por la cual volveremos muchas veces a agregar detalles a lo que aquí vamos viendo. Y también, obviamente, tendremos en algún momento que señalar las objeciones que algunos científicos expresan a detalles no del todo bien comprendidos todavía. Y por supuesto, cuando este post y todos los anteriores tengan algunos años más, es probable que haya que corregir apreciaciones, por la sencilla razón de que la ciencia está siempre en revisión…afortunadamente.
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Avancemos con la Tectónica Global
Ya venimos hablando hace rato del gran paradigma que enmarca todo el conocimiento geológico actual, y antes de seguir avanzando, convendría que repasaran los conceptos que ya hemos ido adquiriendo. Para ello, les dejo un link para que vayan a leer los temas que se supone que ya dominan, y les recomiendo seguir todos los links que en cada post vayan encontrando, para que su conocimiento sea más completo aún.
Lo último que habíamos visto es la historia de las reuniones y dispersiones de placas litosféricas que han tenido lugar a lo largo de la historia del planeta.
Hoy vamos a empezar a mirar con un poco más de detalle la manera en que esas placas se mueven unas respecto a otras, lo cual nos preparará para entender los fenómenos resultantes de esa dinámica.
¿Cómo es el movimiento general de las placas?
Las placas tectónicas se mueven casi permanentemente, con velocidades promedio de 2,5 cm/año, llegando en algunos sitios, o en algunos acontecimientos particulares, a triplicar y aún más esa velocidad. Los momentos en que por alguna razón el movimiento resulta impedido, son los que generan acumulaciones de energía que a su vez dan lugar a eventos sísmicos de gran magnitud, cuando finalmente se destraban.
Es importante tener en cuenta que debido a que el deslizamiento de las placas ocurre en un planeta acotado en el espacio, esas placas necesariamente se rozan entre sí en algunos puntos, colisionan en otros y se desgarran y deforman en otros sitios. Según cómo interactúen esas placas, se definirán diversos cambios, a veces espectaculares (sismos y volcanes, entre otros), y otras veces de extrema lentitud (metamorfismo profundo, por ejemplo).
Es por eso que los contactos entre las placas son las zonas más activas del planeta, y lo que pase en ellos dependerá del tipo de relaciones que se entablen entre esas porciones móviles.
¿Qué puede decirse del famoso símil con una cinta transportadora?
Antes de seguir adelante, es muy importante aclarar un concepto que puede conducir a malas interpretaciones.
Empecemos por señalar que existen algunos lugares en los que las placas se alejan entre sí, empujando en su avance a las restantes placas con las que están en contacto. Obviamente, ya que la Tierra no se expande en la medida en que estas derivas deberían provocar; en algún lugar, algún volumen de rocas debe perderse. Efectivamente, en los extremos opuestos, otras placas se hunden en las profundidades terrestres con lo que el circuito se cierra.
De resultas de este principio básico, resultó muy arraigado en el imaginario popular el concepto de una especie de cinta transportadora, asimilable a la de una fábrica o a la de una caja de un supermercado, un poco como lo vemos en la figura que ilustra el post.
Muy bonito, pero si lo tomaron al pie de la letra, cayeron en una trampa muy común, porque tal circuito no sería posible, por la sencilla razón de que la tierra no es una superficie plana horizontal como la de los ejemplos mencionados, sino que se trata de un cuerpo más o menos semejante a un esferoide (un geoide, en realidad, como les expliqué en otro post). Por tal razón, los movimientos de las placas no son lineales sino rotacionales, alrededor de ciertos puntos particularmente activos. Y por esa misma causa, las relaciones de contacto entre las placas son complejas y provocan diferentes procesos a veces muy espectaculares.
¿Qué importancia tiene el movimiento relativo de las placas?
Muchísima, ya que define no solamente los eventos que se producen en cada sitio del planeta, sino también el tipo de materiales que en esos eventos se originan, y la evolución posterior de su modelado. Son en definitiva la clave que permite interpretar el pulso mismo del planeta.
¿Qué tipos de contactos existen entre las placas?
Repito una vez más, entonces, que las placas pueden entrar en contacto entre sí de muy diversas maneras, y para sistematizar la información les he preparado el cuadrito introductorio que se ve en la figura 1 y que en seguida pasaremos a analizar con un poquito más de detalle.
Lo primero que notarán es que hay casos en que las placas se acercan entre sí hasta colisionar inclusive, situación en que se habla de bordes de destrucción, porque el material afectado cambia de carácter. Un término más neutral con que se designa esa situación es contacto convergente, en alusión a las direcciones relativas de los movimientos de las placas.
En otros casos, los contactos son divergentes, porque las placas se separan en lugar de aproximarse, y se llaman también de construcción, porque abren camino a la salida de nuevos materiales desde las profundidades. Existe por fin una alternativa donde el material no se gana ni se pierde, y de allí surge la denominación bordes de conservación, conocidos también como transformantes o de transformación por el cambio de carácter del movimiento relativo entre las placas. La figura que encabeza el post sintetiza esas tres alternativas, de manera lo bastante esquemática como para ser comprensible, pero haciendo la simplificación que les mencioné más arriba, de asimilar el modelo a deslizamientos lineales (ideales) en lugar de las rotaciones que ocurren en la realidad.
Allí donde ven las flechas enfrentadas se trata de contactos convergentes, donde se oponen, hay contactos divergentes, y las rupturas en los contactos divergentes, son contactos de transformación.
Valga este post como una introducción sencilla y esquemática, ya que a partir del siguiente encuentro en que abordemos este tema, ya estaremos metiéndonos en detalle en cada uno de los tipos de contacto, para entender la dinámica en ellos y los resultados característicos.
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Khan, M.A. 1980. Geología global. Ed Paraninfo. Madrid. 202 págs. ISBN: 84-283-1047-5.
Pangea y Rodinia, formación y dispersión. Parte 2.
Este post es continuación del de la semana pasada, de modo que deberían empezar por leer ése antes de internarse en el de hoy.
La semana pasada hemos respondido a las siguientes preguntas:
¿Lo que contaremos ahora son meras especulaciones o existen pruebas fehacientes?
¿A qué se llamó Pangea?
¿Según las pruebas existentes, ¿cómo se habrían ido formando los actuales continentes?
A partir de allí hoy continuamos con las preguntas que habían quedado pendientes.
¿Qué habría sucedido en tiempos más remotos, antes de Pangea?
Si pensamos en aquella ley fundamental de la Geología que conocemos como del actualismo, ya tendremos una pista interesante. Difícilmente la historia de Pangea carezca de un antecedente más antiguo, en un planeta que ha evolucionado por más de 4.500 Ma (millones de años).
De allí que se asume que existieron al menos otros dos supercontinentes antes de Pangea. El más antiguo de ellos se conoce como Kenorland, y se habría formado hace unos 2.700 Ma, provocando un evento que cambiaría el curso de la historia del planeta: un cambio significativo en la composición atmosférica preexistente.
Ese evento se conoce como «la Gran Oxidación» o GOE por sus siglas en inglés, correspondientes a: Great Oxidation Event (GOE). En efecto, antes de la formación del supercontinente la composición de la envoltura gaseosa, y aun de los océanos era rica en metano, lo cual favorecía la proliferación de las bacterias anaeróbicas. Las aeróbicas, en cambio, estaban relegadas a fondos abisales del océano. Al ocurrir la colisión de placas continentales- según mecanismos que pronto serán tema de otro post) esos fondos marinos llegaron a situaciones superficiales, formando en muchos casos lagos someros y mares interiores.
Desde ellos, las bacterias aeróbicas comenzaron a inyectar oxígeno libre en el aire, que fue cambiando lentamente su composición dominante. Toda la historia de la vida en la tierra tomó entonces otro rumbo, con sus lógicas consecuencias también sobre los procesos geológicos.
Alrededor de 300 millones de años más tarde, Kenorland inició su desintegración en continentes menores, por la deriva de las placas corticales que los portaban, de un modo semejante a como derivan hoy los remanentes de Pangea.
¿Qué es Rodinia?
Comencemos por su nombre. Rodinia procede del ruso родить (rodit), que significa «dar nacimiento», o bien de родина (rodina), que se traduce como «lugar de nacimiento», en segura alusión a los continentes menores que se separaron desde ella.
Rodinia es un supercontinente que se supone existió entre Kenorland y Pangea, es decir hacia finales del Proterozoico. Su formación dataría de hace unos 1.100 a 900 Ma, y su nueva dispersión habría comenzado hace entre 750 y 633 Ma.
Rodinia tuvo una historia evolutiva también decisiva ya que todos los continentes que hoy componen el planeta habrían ya estado reunidos en ella, en una gran masa que se ubicaba en posición dominantemente ecuatorial en el geoide.
Esto es importante, ya que las masas terrestres reflejan más luz del sol que los océanos, con lo que el balance térmico para la Tierra toda se hizo considerablemente menor que ahora, ya que hoy las grandes extensiones oceánicas del área ecuatorial absorben más energía solar.
Rodinia habría sido en consecuencia una masa fría, y los científicos asumen que la Tierra fue por millones de años una gran bola de nieve. Fueron los volcanes los que con la emisión de gases de efecto invernadero fueron cambiando esas condiciones, al generar un calentamiento que descongeló los glaciares, aumentando el nivel del mar, y permitiendo una nueva proliferación de la vida en ellos.
Estas condiciones duraron hasta hace unos 750 millones de años, cuando Rodinia comenzó a fragmentarse en ese ciclo que ya hemos reconocido.
Las placas llevaron en su deriva a los continentes resultantes a una nueva reunión que conformó la Pangea de cuya historia hablamos el lunes pasado.
¿Cuáles son las pruebas?
Obviamente que las hay. Por supuesto están sujetas a interpretación y pueden surgir conclusiones erróneas, pero en general, cuanto menos nos alejamos en el tiempo, las pruebas son más completas, y evoluciones posteriores las han ido confirmando. Tal es el caso para las derivas a partir de Pangea.
Para las correspondientes a los otros dos supercontinentes más antiguos, los debates, discusiones e interpretaciones divergentes, cuestionadas o cuestionables son por lógica muchos más.
Pero puede decirse por ejemplo que para el GOE hay un rastro relativamente claro que queda registrado en las piritas, que sólo pueden formarse en ambientes reductores, de modo que según su abundancia relativa, puede deducirse aproximadamente cuándo comenzó la atmósfera terrestre a enriquecerse en oxígeno.
Respecto a Rodinia, su conformación y posterior dispersión cuenta con pistas del mismo tipo que las de Pangea, aunque en sitios mucho más restringidos y en registros muy obliterados o enmascarados por los múltiples cambios posteriores.
De todas maneras, esos escasos registros son también esencialmente los fósiles, los complejos litológicos y los rasgos paleomagnéticos.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
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