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La primera astrónoma de la historia: Cecilia Payne-Gaposchkin

Si bien la Astronomía no es parte integrante de la Geología, es una ciencia que los geólogos no podemos ignorar porque la Tierra, que es nuestro objeto material de estudio, forma parte de ese cosmos acerca del cual es imprescindible conocer al menos los fundamentos, y de una manera sólida. Por ello, es que he elegido hoy este homenaje a la primera mujer que se reconoce mundialemnte como astrónoma en la historia de la ciencia.

¿Por qué se reconoce a Cecilia Payne -Gaposchkin como la primera astrónoma de la historia?


Porque su vida se desarrolló en una época en que las puertas de la ciencia no estaban del todo abiertas para las mujeres, a quienes muchas veces se consideraba como excelentes ayudantes por su dedicación, minuciosidad y prolijidad; pero a las que muy difícilmente se les permitía ejercer roles de mayor protagonismo.

Cuando se produjo su reconocimiento ya el Observatorio de la Universidad de Harvard desde hacía décadas contaba con esas mujeres que aun dedicando su vida al estudio de las estrellas, y teniendo estudios cursados, no alcanzaban el cargo que realmente merecían. Entre las pioneras podemos mencionar a Annie Jump Cannon, Williamina Fleming, Antonia Maury y Henrietta Leavitt, que en los corrillos universitarios eran conocidas como «el harén de Pickering», ya que era éste quien las seleccionaba y contrataba.

A ese selecto grupo pertenecía Cecilia, y se abocó desde 1923 a realizar su tesis doctoral, tarea en la que la había precedido un año antes Adelaide Ames. Al terminar su tesis doctoral titulada “Atmósferas estelares, una contribución al estudio de observación de las altas temperaturas en las capas inversoras de las estrellas”, en 1925, su talento no pudo menos que ser finalmente reconocido, según veremos más abajo.

¿Qué se sabe de su vida?

Cecilia Helena Payne nació el 10 de mayo en 1900 en Inglaterra, en la ciudad de Wendover. Sus padres eran Edward John Payne, abogado, músico e historiador, que falleció cuando Cecilia contaba apenas con cuatro años de edad; y Emma Leonora Pertz, quien fiel a su educación prusiana procuró para sus tres hijos, la mejor educación posible.

Cecilia en particular estudió en el Saint Paul’s Girls School y a los diecinueve años ganó una beca para proseguir sus estudios en el Newnham College, que dependía de la Universidad de Cambridge. Por ese entonces – y hasta 1948- las mujeres que estudiaban allí no podían acceder oficialmente a un título, pese a lo cual, ella terminó su formación en Botánica, Física y Química.

Sin embargo, su verdadera y definitiva vocación fue despertada por una conferencia del astrofísico Arthur Eddington, lo que le hizo pensar que en Inglaterra sólo podía aspirar a ser profesora en algún colegio femenino, y eso no se correspondía con su sueño de ser investigadora. Fue por ese motivo que en 1923 se marchó a los Estados Unidos donde las mujeres comenzaban a abrir un camino algo menos limitado, aunque en roles todavía subalternos.

Su traslado fue auspiciado por un programa de Harlow Shapley, y como ya dije más arriba, allí presentó su tesis que algunos científicos de ese tiempo consideraron como la tesis doctoral más brillante sobre astronomía. En ella, Cecilia estableció que las estrellas estaban formadas en un amplio porcentaje por hidrógeno, elemento que empezó a mencionarse como el más abundante de todo el universo. En parte por ese prestigio, ya en 1931 recibió la nacionalidad norteamericana, y dos años después, en un viaje por Europa conoció al astrofísico ruso Sergei I. Gaposchkin, con quien habría de casarse en 1934 y con quien tuvo tres hijos. Cecilia no siguió la tradición norteamericana de asumir el apellido del marido en lugar del propio sino que conservó el suyo y le adicionó el de su cónyuge y desde entonces pasaría a llamarse Cecilia Payne-Gaposchkin.

Fue recién en 1938 que se la reconoció oficialmente en Harvard como astrónoma titulada. En 1956 fue nombrada profesora titular en la Facultad de Artes y Ciencias, para ser poco después responsable de la Cátedra del Departamento de Astronomía, que fue por primera vez dirigida por una mujer.

En 1966 se jubiló de la enseñanza pero continuó trabajando como investigadora del Observatorio Astrofísico Smithsonian. Falleció el 7 de diciembre de 1979, en Massachussets, después de acumular logros que nada tenían que ver con una «ley de cupos», sino solamente con su capacidad, esfuerzo y talento.

¿Cuáles fueron sus principales contribuciones científicas?

Ya en su tesis, mencionada más arriba, y cuyo título original en inglés era «Stellar Atmospheres: a contribution to the observational study of high temperature in the reversing layers of the stars», marcó un hito al señalar la composición estelar dominantemente de hidrógeno y helio, lo que contradecía la opinión reinante en esa época según la cual, las estrellas no diferían de la Tierra en su composición.

Para establecer sus conclusiones, Cecilia utilizó la ecuación de ionización del físico indio Megnad Saha, que también orbitaba algo alejado del centro de los investigadores más reconocidos, en buena medida por su nacionalidad.

Además de esa tesis que contribuyó a cambiar todo un paradigma, escribió varios libros tales como: The stars of high luminosity; Variable stars; Variable stars and galactic structure, y The galactic novae, de 1957.

¿Qué premios y homenajes se le dedicaron?

A lo largo de su carrera científica obtuvo numerosos y merecidos reconocimientos, tales como el premio Henry Norris Russell, Prize de la American Astronomical Society, recibido en 1976.

Por otra parte, el Asteroide 2039 recibió el nombre de Payne-Gaposchkin.

Pero también cabe mencionar que todavía siendo estudiante, en 1923, su brillante desempeño le valió ser elegida miembro de la Royal Astronomical Society, y más adelante formó parte de otras numerosas y prestigiosas asociaciones entre las que cabe mencionar la American Astronomical Society (1924), y la American Philosophical Society (1936), la American Academy of Arts and Sciences (1943).

Recibió el premio Annie Jump Cannon, del que fue la primera ganadora en 1934, el Premio al mérito del Radcliffe College en 1952, y la Rittenhouse Medal, del Franklin Institute en 1961.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela. P.S.: La imagen que ilustra el post es de este sitio.

Un trabajo sobre Historia de la Geología

Este trabajo debe citarse como: Sacchi, G.A. y Argüello, G.L. 2019. La evolución histórica de la Pedología y su relación con la Geología. Resumen en Actas del V Congreso Argentino de Historia de la Geología, publicadas en la revista Miscelánea N° 107 de la Academia Nacional de Ciencias. Córdoba, Argentina. Páginas 83-85.

Historiade La Pedología Resumen Extendido Publicado 2019 Sacchi Argüello by GracielaL.Argüello on Scribd

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

Breve historia del Parque Nacional Yellowstone

Ya hace bastante tiempo les conté algunas generalidades acerca de ese extraordinario lugar que es el Parque Nacional Yellowstone, y les señalé sus coordenadas, de modo que daré por conocidos esos puntos, y me referiré específicamente ahora a su historia, ya que tuve la oportunidad de enterarme de ella a través de un  video de la National Geographic, en la que su Director de Expediciones y docente en Ciencias de la Tierra, el multipremiado John Cochran, la relata con gran detalle.

Aquí les presento una versión libre de lo que aprendí en esa conferencia, dándole el crédito a quien le corresponde.

¿Quién fue el primero en reconocer la existencia de ese lugar tan majestuoso?

Obviamente no lo sabemos, porque naturalmente debe haber sido uno de los pobladores originarios, de los cuales no se guardan reportes de ese tipo. Somos nosotros, «la gente moderna», los que nos preocupamos por detalles como ése, 😀

No obstante, sí se sabe, por la cultura que aún se conserva, que las diversas tribus que se movían por la región, coincidieron todas en considerarla un territorio sagrado, debido a la existencia de geysers, barros humeantes, piletas termales y otras manifestaciones que consideraron sobrenaturales, y atribuyeron a espíritus y dioses.

¿Y quién fue el primer hombre blanco que lo recorrió?

Según las crónicas de la época, las primeras referencias a la zona de Yellowstone se deben a John Colter, (1775-1813) un aventurero probablemente analfabeto, razón por la cual la ortografía de su apellido se discute aún, entre estudiosos que a veces le llaman Colter, pero también Coulter o hasta Coalter.

Cualquiera sea el caso, este hombre, reconocido como excelente cazador y profundo conocedor de las prácticas de supervivencia en zonas todavía inexploradas, fue contratado como soldado raso, y con un sueldo de 5 dólares mensuales, para ser uno de los guías de la expedición encomendada por el Gobierno a Meriwether Lewis y William Clark, quienes debían remontar el Río Missouri hacia las nacientes, y en lo posible llegar hasta la costa Pacífica. Se trataba de una tarea de reconocimiento para establecer las potencialidades del área como futuro hábitat de la población blanca en aumento.

En el viaje de regreso, Colter y algunos audaces, entre los que se menciona a Pott, con quien comparte una jugosa hostoria, que tal vez algún día se me dé por relatarles, decidieron abandonar la expedición original, para aventurarse en áreas que no habían sido reconocidas en su transcurso, sobre todo con la intención de realizar cacerías y obtener pieles.

Sus compañeros fueron quedando por el camino, pero según lo que describe a su regreso, en los largos meses de su vagabundeo, habría recorrido casi toda la superficie de lo que es hoy el Parque Nacional. Lo que relata es obviamente extraordinario, al punto de que muchos lo consideraron como un mero invento, o el delirio de un tipo que había estado demasiado tiempo aislado del mundo civilizado.

¿Qué repercusiones tuvo su relato?

El relato de Colter incluía aguas calientes que saltaban verticalmente muchos metros, piletas de lodos burbujeantes y lagos que exhalaban vapores densos y a veces malolientes. Todo eso provocó que se extendiera la expresión burlona con que comenzaron a designar el área: «El Infierno de Colter».

Pero mucho después de su muerte, en el año 1871, el Capitán de Caballería Gustavus Doane (1840-1892) lideró otra expedición por los territorios del futuro parque, a los que describió como muy promisorios para la investigación de Ciencias como Geología, Botánica, Zoología y Mineralogía entre otras.

Según sus palabras (y según mi propia traducción), Yellowstone era «probablemente el mejor laboratorio provisto por la Naturaleza en toda la superficie del Globo».

¿Cómo siguió la historia del redescubrimiento de Yellowstone?

Luego de la exploración de Doane, en el mismo año 1871, Ferdinand Hayden (1829-1887) condujo la primera expedición científica, en compañía del fotógrafo William Henry Jackson (1843-1912) y el pintor Thomas Moran (1897- 1926), quienes por fin pudieron a través de sus respectivos artes despejar toda duda acerca de la existencia y valor de las maravillas que iban encontrando y estudiando.

Así fue que en 1872, el Presidente Ulysses S. Grant promulgó la legislación que reservaba el territorio, prohibiendo actividades que significaran modificaciones profundas, con lo cual Yellowstone se constituyó en el Primer Parque Nacional protegido, en el mundo.

¿Qué se puede agregar a esta historia?

Solamente un par de datos de color, que despejarán tal vez las dudas respecto a algunos toponímicos que encontrará el visitante en el parque.

Es bastante obvio después de lo que acaban de leer, que el Valle Hayden debe su nombre al director de la primera expedición científica; pero hay también dos montes de más de 300 m de altura dedicados a sendos ayudantes de Doane. El Monte Washburn es en homenaje a Henry Washburn; y el Langford, está dedicado a Natahaniel Langford.

Una última nota de color se relaciona con el nuevo nombre que se popularizó para el que hasta entonces llamaban «El Infierno de Colter». Sucede que en 1865, el escritor inglés Charles Dawson, más conocido por el pseudónimo Lewis Carrol, había publicado «Alicia en el país de las Maravillas» (Alice in Wonderland), con gran éxito de ventas. A partir de 1872, la gente comenzó a llamar al Parque con el sobrenombre de «Wonderland», muy merecido por cierto.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La foto que ilustra el post es de mi propia cosecha, y retrata un rasgo del parque del que hablaremos específicamente en otro post.

Otro trabajo científico

El trabajo que hoy les presento debe citarse como:

Sanabria, Jorge Alberto y Argüello, Graciela Leonor. 2011. Evolución del Conocimiento de la Geología Del Cuaternario en la Región Central de Córdoba, Argentina, desde fines Del Siglo XIX y hasta la actualidad. Tercer Semana Reflexión sobre Cambio y Variabilidad Climática Universidad de la República. Uruguay. pp 93-101.

Sanabria y Argüello Uruguay 2011 by Graciela L. Argüello on Scribd

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

Lola Mora y su relación con la Geología

Pocas mujeres en la historia han sido escultoras de la calidad de Lola Mora, y pocas también han tenido una vida tan extraordinaria en un tiempo en que las mujeres tenían todavía muchos campos vedados. Por eso, ya que se atrevió a ser pionera en campos como la minería y el petróleo, es que hoy nos convoca en el blog.

¿Qué puede decirse de la vida de Lola Mora?

Su nombre completo era Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, y si bien había nacido en Salta, por el hecho de que su bautismo fue en Tucumán, muchos son los autores que le asignan esa provincianía, si se me permite el neologismo.

Lola Mora, nació el 17 de noviembre de 1866 en la localidad de El Tala, provincia de Salta, más específicamente en la
finca El Dátil. Como les adelanté, fue bautizada en Tucumán, en la parroquia de San Joaquín de Trancas, y fue su padrino en ese momento, el Dr. Nicolás Avellaneda, quien llegaría a ser presidente de la República.
Lola Mora, por ser la primera escultora argentina y sudamericana, tendría ya asegurado su lugar en la historia, pero fue además una precursora en la minería y el estudio de los hidrocarburos no convencionales de Argentina; inventora, investigadora y urbanista. Parte de su carrera artística se desarrolló en Italia, y su enorme talento le significó premios tanto en Europa (Francia y Rusia) como en Australia.

De su vida estrictamente personal poco se conoce, salvo que estuvo casada con alguien de apellido Hernández, de quien se divorció, aunque siguió usando ese nombre en sus trabajos escritos. No obstante, puede decirse bastante de su trayectoria, primero artística y luego técnico- científica.

Su historia con el arte comienza en 1887, como alumna del pintor italiano Santiago Falcucci, que instaló una academia en Tucumán. De la mano de ese maestro incursonó en el neoclasicismo y en el romanticismo italiano, estilos que hizo propios.

Para mantenerse y financiar sus obras maestras comenzó a hacer retratos de personalidades de la sociedad tucumana- entre los que se destaca uno realizado en carbonilla del gobernador de Salta, Delfín Leguizamón- con lo que alcanzó notoriedad y pudo viajar a Buenos Aires donde obtuvo una beca para perfeccionarse en Europa, concedida por el presidente José Evaristo Uriburu el 3 de octubre de 1896. Consistía dicha beca en un pago mensual de cien pesos oro, y duraría dos años.

Ya residiendo en Roma, en 1897, fue alumna del pintor Francesco Paolo Michetti, y de los escultores Constantino Barbella y Giulio Monteverde, especialista en el trabajo del mármol. En Italia obtuvo el reconocimiento mundial que su talento merecía.

Luego de una fructífera carrera, hacia 1910, algunos incumplimientos contractuales de sus proveedores la pusieron al borde de la bancarrota, por lo que hipotecó su taller de Roma, que fue finalmente vendido en 1917, año en que regresó a Argentina.

Haber frecuentado a presidentes de un determinado signo político la pusieron en la mira de los adversarios, que llegaron al extremo, en 1915, de ser repudiada por el Congreso, que desmontó sus maravillosas esculturas que se dispersaron en cinco provincias.

Finalmente Lola murió en la pobreza en Buenos Aires, en 1936. Se cuenta que unas sobrinas de la artista quemaron todos los papeles que ella había atesorado, con lo cual seguramente mucha documentación útil y valiosa se perdió para siempre.

¿Cuál fue su obra más representativa y qué polémicas desató?

Cuando la carrera escultórica de Lola Mora estaba en su apogeo, se le encargaron diversos trabajos para la ciudad de Buenos Aires, los que realizó en su su estudio de Roma, y trajo embalados en diversas piezas en agosto de 1902. La obra más destacada era la fuente que llevaba por nombre «La fuente de las Nereidas», destinada a la Avenida 9 de Julio. No obstante, al ser armada, la sociedad de entonces, ciega a la belleza del trabajo, repudió en cambio la representación de cuerpos desnudos que emergían del agua. Ignorando la absoluta perfección de esos cuerpos, los calificó de «licenciosos» y «libidinosos», lo que generó una gran presión sobre el gobierno municipal, que finalmente en 1918 la desmanteló y la exilió en la Avenida Costanera Sur, donde todavía permanece, a la entrada de la Reserva Ecológica.

​Es por supuesto la obra que ilustra el post, y su extraordinaria factura mereció los elogios de todo el mundo desde entonces y hasta nuestros días.

¿Cómo fue que Lola se relacionó con la Geología? ¿Qué actividades desarrolló?

Cuando, decepcionada por la incomprensión de sus contemporáneos y la pérdida de su fortuna, decidió Lola abandonar las artes plásticas, dirigió sus esfuerzos al aprovechamiento de los recursos minerales, y especialmente a estudiar los hidrocarburos. Creía ella en la posibilidad de extraer petróleo desde los esquistos bituminosos.
Puede asegurarse que fue entonces una pionera en lo que hoy está en pleno auge: los hidrocarburos no convencionales, a los que comenzó a estudiar ya hacia 1920.
Centró su actividad en los esquistos bituminosos, de la Formación Yacoraite (Rosario de la Frontera, Salta).

En las quebradas Cueva del Negro y Las Bateas, se encuentran todavía restos de los socavones de explotación y de los rudimentarios hornos fabricados por la propia Lola Mora, próximos a las ruinas de la casa que habitó.
En 1926, esta notable mujer publicó en Salta, una memoria de 52 páginas en formato rústico, al que tituló: «Combustibles (Problemas Resueltos)» y que firmó sólo con sus iniciales L.M.H. (Lola Mora Hernández). En ese folleto, sostuvo, respaldando sus dichos con números, que era más rentable producir hidrocarburos en los hornos que había desarrollado y patentado, partiendo desde los esquistos bituminosos, que explotar petróleos del modo tradicional.

Aseguraba que las fuentes de esquistos eran mucho menos limitadas que las de combustibles fósiles, ya que están presentes en numerosos ambientes de la Cordillera Oriental y las Sierras Subandinas.

En sus experimentos llegó a producir gas-oíl de alta calidad, nafta de aviación, aceites livianos y pesados, grasas
lubrificantes y kerosene, entre otras sustancias valiosas.

Pudo generar también productos medicinales, parafina sólida, fenol, alquitranes y benzol. Registró su sistema de destilación como Patente de Privilegio N° 17234. ERÍA
Lola incursionó también en la minería, ya que estaba convencida de la riqueza del subsuelo salteño, que relevó buscando oro, esencialmnte en la quebrada del Toro y en la Puna. En esa empresa sólo tuvo por compañeros a su perro ovejero alemán de nombre Bimbo, y tres peones llamados Nicanor, Julián y Miguel, pero cuyos apellidos no conserva la historia.
Mucho antes de que las perforaciones de Fabricaciones Militares revelaran un depósito metálico, con reservas estimadas en varios millones de toneladas, se había ella internado en la localidad de Cobres, en pleno desierto puneño, en busca de las riquezas que los incas habían explotado siglos atrás.

No debe olvidarse que toda esa tarea fue encarada por Lola en tiempos en que la minería estaba totalmente vedada a las mujeres, que- según creencias de entonces- de adentrarse en los socavones sólo atraerían desgracias. Y lo hacía como una verdadera profesional sin serlo.

En todos los yacimientos por ella denunciados se ocupó personalmente de su mensura, amojonamiento y demás requisitos establecidos por la legislación vigente.

¿Cuál fue su legado?

En el campo meramente artístico, que le valió la fama, pueden mencionarse obras como la colección de veinte retratos en carbonilla de los gobernadores tucumanos desde 1853. Esos retratos fueron comprados por la legislatura provincial, que pagó por ellos cinco mil pesos.

Existe un autorretrato en mármol de Carrara, que ganó una medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900.

Numerosos presidentes argentinos fueron retratados y esculpidos por Lola, pero pocos conocen la parte del legado que a nosotros más nos concierne como Locos por la Geología que somos, y que he intentado rescatar para ustedes.

Bibliografía consultada:


ALONSO, Ricardo N. 2021 «Lola Mora y su incursión por la minería y el petróleo» ASOCIACIÓN GEOLÓGICA ARGENTINA Serie D Publicación Especial N.º 37 La Mujer en la Geología. Págs 54-60.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post es de este sitio. La foto de Lola Mora -que además era una bella mujer- es de la Gaceta de Tucumán.

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