Una efeméride de importancia geológica

Dentro de unos pocos días se cumple un nuevo aniversario de una publicación que revolucionó toda la ciencia. Estamos hablando de la aparición, el 24 de Noviembre de 1859, del libro «The origin of species» de Charles Robert Darwin.

¿Qué podemos decir de Charles Darwin?

Como poder, podemos decir muchas cosas, pero precisamente por lo rica que fue su vida, y porque mucho de ella se relacionó estrechamente con nuestra región, será motivo de otro post en el futuro.

Aquí nos limitaremos a decir que Charles Robert Darwin nació en Sherewsbury- ciudad del condado de Shropshire, en West Midlands, Inglaterra- el 12 de febrero de 1809. Formaba parte de una familia con una larga tradición científica, y su padre era Robert Waring Darwin, un médico famoso. Falleció de un ataque cardíaco el 19 de abril de 1882 en Downe, Kent, también Inglaterra.

La narración de su vida aventurera va a entreternos en otra oportunidad.

¿Cómo se produjo la aparición del libro que está a punto de cumplir años?

A partir de las numerosas observaciones de especímenes vivientes y fósiles que iba realizando en sus viajes y a lo largo de sus diversos estudios, Darwin comenzó a pergeñar una teoría según la cual las distintas especies tendrían antepasados comunes desde los cuales irían evolucionando de manera diferenciada para generar otras nuevas. Como todo científico que se precie, fue manifestando sus observaciones a sus pares, de modo de recibir sus opiniones y críticas.

Uno de los científicos que conocieron sus primeros borradores era Charles Lyell, quien hacia el comienzo de 1856, le aconsejó profundizar esas ideas y reunirlas en un texto más sistemático, tarea que Darwin emprendió con entusiasmo, aunque lo calificaba como un mero resumen inicial.

Promediaba su trabajo, en el verano de 1858, cuando recibió un manuscrito de otro científico que trabajando separadamente había llegado a conclusiones muy semejantes. Era un texto, procedente de la isla de Ternate, en las Molucas, (Malasia) enviado por Alfred Russel Wallace, con quien mantenía contacto epistolar desde 1854, precisamente por la coincidencia de sus revolucionarias ideas. El trabajo le había sido enviado para su revisión y crítica, e impulsó a Darwin a pedir consejo a Lyell, a quien le expresó que prefería destruir su propio trabajo antes que perjudicar la prioridad de Wallace a publicar las ideas que compartían.

La intermediación de Lyell y el botánico Joseph Dalton Hooker, llevaron a buen puerto la empresa, aconsejando a Darwin, que completara su manuscrito, para una presentación conjunta de ambos (Lyell y Hooker) ante la Linnean Society, el día 1 de julio de 1858. En ella dieron a conocer tanto el trabajo de Darwin como el de Wallace, y como prueba de la buena fe del primero, leyeron también un extracto de una carta por él remitida el 5 de septiembre de 1857 al botánico estadounidense Asa Gray, donde ya figuraban los lineamientos generales de la teoría de evolución.

La grandeza de ambos naturalistas (Wallace y Darwin) se puso de manifiesto también cuando en 1887 Wallace dijo que el mecanismo elegido para dar la primicia de la teoría fue el mejor, ya que él no poseía «el amor por el trabajo, el experimento y el detalle tan preeminente en Darwin, sin el cual cualquier cosa que yo hubiera podido escribir no habría convencido nunca a nadie».

No obstante ése fue el episodio que impulsó a Darwin a acelerar su trabajo, de modo tal que trabajando sin pausa a lo largo de trece meses y diez días, tuvo listo para su publiación el libro «Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida», título tan largo que suele abreviarse como «El origen de las especies», cuyos primeros 1.250 ejemplares se vendieron el mismo día de su aparición, que fue precisamente el 24 de noviembre de 1859.

¿Qué efectos produjo esta publicación?

Por supuesto una teoría tan revolucionaria, y tan opuesta a las doctrinas religiosas centradas en la creación divina, despertaron inmediatamente una furiosa oposición, liderada por el paleontólogo Richard Owen, el mismo que veinte años antes había manifestado su entusiasmo frente a las colecciones de fósiles traídas por Darwin de su viaje.

Aquí me permito una pequeña digresión para señalar que es común en la investigación científica que los mismos hallazgos se interpreten de distintas maneras según, los propios preconceptos de los observadores.

Volviendo al libro que nos ocupa, memorables fueron algunas de las pujas y réplicas muchas veces hirientes que se destinaban mutuamente los partidarios y opositores de la teoría evolutiva. Tal vez recopile algunas de esas anécdotas para otro post, porque no tienen desperdicio.

Bibliografía básica consultada

Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Charles Darwin. Biografía. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España).

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post es de este sitio.

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