El olor de los minerales.
Hoy vamos a avanzar en el reconocimiento macroscópico de los minerales, para lo cual les recomiendo que repasen antes ese post en el que presentamos conceptos que aquí daremos por sabidos.
Además, verán que lo que traigo como cuadro aquí es un recorte de aquél que les mostré en el post de referencia, así que no anden remoloneando y lean ese texto antes que el de hoy.
Hoy comenzaremos con el primero de los caracteres organolépticos: el olor.
¿Qué significa el término «organoléptico»?
Es un adjetivo, es decir que deberá acompañar a sustantivos tales como «caracteres», «propiedades», «cualidades», «condiciones», etc. No aparecerá normalmente solo, y el diccionario lo explica así:
adj. Díc. de las propiedades de las sustancias orgánicas e inorgánicas (esp. las de los minerales) que pueden apreciarse por los sentidos. Deriva del griego: όργανο= órgano, y δεκτικό = receptivo.
Obviamente, como los sentidos son cinco, no pueden ser mucho más abundantes las propiedades que con ellos se capten. Por eso ven en el cuadro: olor, correspondiente al olfato; sabor, correspondiente al gusto; sonido, para el oído; y tacto para el sentido homónimo.
Y ahora ya estarán a los gritos: – «¡¿Y la vista?!,¡¿Y la vista?!»
Tranquilos, chicos, no la he olvidado, si ven el cuadro del cual he recortado este pedacito (si no me hicieron caso y no leyeron el post anterior, a embromarse ahora), he separado las propiedades que se aprecian con la vista en un cuadrito aparte que he llamado «Propiedades que dependen de la luz», porque sin ella, no verán objeto alguno, por mucha vista que tengan. Además, la clase de luz incidente altera la apreciación de esas propiedades.
Pero volvamos al tema elegido para hoy: el olor.
¿Qué clase de propiedad mineral es el olor?
Es una propiedad escalar, según ya hemos definido antes, de tal manera que no importa la dirección de exploración, no cambiará en absoluto. Es decir que si un mineral huele fiero, por mucho que le den vueltas, no tendrá perfume a jazmín en ningún rinconcito. Está claro, ¿verdad?
Convengamos que esta propiedad era más determinativa en la época de los alquimistas, cuando muchas otras no eran conocidas, o no se contaba con elementos confiables para su determinación.
Hoy en día, los geólogos no andamos oliendo minerales ni olfateando rocas como parte de nuestra rutina, pero, en muchas situaciones, es el mismo olor el que sale a nuestro encuentro y es una ayuda no desdeñable. Y hay otras circunstancias en que una maniobra simple nos saca de dudas por el olorcito inconfundible con el que el mineral nos recompensa.
¿Cómo se reconoce el olor de los minerales?
No me digan oliendo, porque es una perogrullada, y la pregunta se dirige a otra cosa.
En efecto, es importante hacer notar que exceptuando situaciones muy particulares, los minerales en seco no desprenden olor.
No obstante, por fricción o por golpe, humedeciendo con agua o simplemente con el aliento, por liberación de algún ingrediente volátil a través del calor o por reacción con ácidos, pueden llegar a percibirse ciertos olores que reciben designación propia.
¿Cómo se denominan los olores característicos de los minerales?
- Aliáceo: es un característico olor a ajo, (recuerden que el nombre científico del ajo es Allium sativum, y de ahí el término) que se obtiene por fricción de la arsenopirita, y por calor de otros compuestos también arsenicales.
- Rafanáceo: es el olor a rábano en descomposición. Es bastante fuerte y picante, y se produce cuando se calientan minerales que contienen selenio, como la aguilarita o la francisita, un sulfuro y un óxido respectivamente.
- Sulfuroso: es propio del azufre nativo, del que se obtiene por fricción y calentamiento. También la pirita y otros sulfuros desprenden ese olor cuando se los calienta.
- Bituminoso: es el olor propio de los betunes y lo producen muchos hidrocarburos.
- Fétido: es el olor del ácido sulfhídrico, que se describe bien si se lo compara con el de los huevos podridos. Se emite por la fricción de algunas variedades de cuarzo y calcita, y por reacción química de la galena (sulfuro de plomo) con el ácido clorhídrico. En este caso, se produce por un lado cloruro de plomo que se deposita, y por el otro ácido sulfhídrico que se desprende como gas hediondo. Les muestro la formulita de paso: SPb + 2ClH= Cl2Pb+SH2 (éste es el culpable del olor).
- Arcilloso: es el olor del barro húmedo. Se obtiene de la serpentina y las arcillas entre otros minerales, cuando se los humedece con agua o hasta con el simple aliento. En otros casos, se obtiene el olor arcilloso cuando se calienta.
Como pueden ver, el olor no es en absoluto inocente en esto de reconocer minerales.
Espero que no anden ahora oliendo cuanta piedra les caiga en las manos, pero sí que estén alerta a perfumitos característicos que pueden llegar a percibir en determinados casos. Si les interesa el tema, vuelvan por el blog, que esto recién empieza. Un abrazo, Graciela
La foto es del viaje de Pulpo a Estados Unidos.
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Otra vez en Radio Mitre, esta vez con Rebeca Bortoletto y Lalo Freyre
Aquí, como para que se entretengan un día viernes, les paso una entrevista radial con motivo de las emisiones de cenizas del Volcán Puyehue, que llegaron hasta Córdoba y significaron el cierre del Aeropuerto.
Esto fue el pasado lunes 17 de Octubre
Agradezco a la empresa Infoxel que tuvo la gentileza de pasarme la grabación.
El concepto de tiempo en Geología
Hace algún tiempo, y a pedido del Pulpo, les presenté un marco referencial del tiempo para los cambios geológicos.
En esa oportunidad ya les adelanté que hablaríamos del tiempo más de una vez, tanto por su importancia como por su interés. Y ahora ha llegado el momento de presentar un nuevo post sobre ese tópico tan apasionante.
¿Qué es el tiempo?
Si lo analizamos a fondo, el tiempo no es otra cosa que un concepto, una abstracción, una idea.
Por eso mismo, si uno no está pensando en adentrarse por los caminos de la filosofía ni la metafísica, el primer gran escollo, es la dificultad real de medir algo que no es concreto.
Para salvar ese problema, el ingenio humano lo materializa a través de eventos, hechos o acontecimientos que ocurren en él.
Así, por ejemplo, un año -que se entiende como medida de tiempo- en realidad está comprendido entre dos sucesos que marcan un ciclo medianamente regular: los dos pasajes sucesivos de la Tierra por el mismo punto de su órbita alrededor del Sol.
Hay otras formas de medición, tales como considerar una hora igual al tiempo requerido para que la arena de un aparato especialmente diseñado (el reloj de la figura) pase desde una parte a la otra del mismo.
Y de nuevo, para aprehender el concepto de tiempo, necesitamos llenarlo de acontecimientos que lo representen.
¿Qué es el tiempo para la física Newtoniana?
Isaac Newton escribió que el tiempo…» fluye igualmente sin relación con nada externo». Si uno cuestiona en profundidad ese aserto, la independecia de toda entidad externa, le permitiría tanto ser uniforme como variable, ya que no hay patrón comparativo.
Noción un tanto incómoda, sobre la cual se caminó en puntitas de pie durante mucho tiempo, ya que era más confortable imaginar el tiempo como algo inmutable, seguro y referencial en sí mismo.
Claro, hasta que vino Einstein a embarrar la cancha. Cancha que hoy está más cuestionada que nunca por el tema de moda de los neutrinos, pero ésa es otra historia que por hoy no vamos a tocar…
En cambio, nos quedaremos por ahora con ese primer sacudón de estantería que le debemos a Albertito, el despeinado.
¿Qué es el tiempo en la Teoría de la Relatividad?
En primer lugar digamos lo que NO es. Después de la formulación de la Teoría, el tiempo dejó de ser una noción absoluta e invariable.
Pasó en cambio a convertirse en una cuarta dimensión, dependiente en parte de un marco de referencia, como por ejemplo la posición del observador.
Además depende de las velocidades implícitas y las masas involucradas. Ahora bien, cuando el marco referencial es un único cuerpo planetario, la variación del tiempo es imperceptible, y es con esa premisa que nos manejamos en la medición del tiempo en Geología.
¿Qué es para la Geología?
La Geología se interesa en el tiempo como una continuidad de cambios que van perfilando las características del planeta que habitamos, y abarca intervalos que escapan a la percepción corriente.
En efecto, la historia conocida del planeta se remonta, según los cálculos actuales, a unos 4.500 millones de años, intervalo que no es fácil de imaginar ni dimensionar.
Pero lo más interesante, aunque problemático, de este tema, es que ese larguísimo tiempo transcurrido sólo puede reconocerse a través de los registros o huellas que dejan los eventos que ocurren en él.
Y allí es donde se complica todo más de lo que parece a simple vista.
Porque se suman los siguientes elementos:
- Durante largos períodos pueden ocurrir cambios casi imperceptibles que no dejan marcas visibles.
- Puede que haya marcas que no perduran en el tiempo, pues la erosión, la tectónica, eventos catastróficos, etc,. tienen una gran capacidad para obliterarlas.
- Puede que las marcas estén y no se las encuentre, porque están en lugares inaccesibles o inexplorados.
- Puede que las marcas se encuentren y no se interpreten de manera correcta.
- Puede que en un breve intervalo se sucedan eventos de tal magnitud que los registros se sobreimpongan unos a otros, enmascarando los sucesos que marcan el transcurso del tiempo.
Por todo eso, si volvemos a la enunciación original de este post, (el tiempo es una concepción abstracta) entendemos por qué la Geología tiene tanta dificultad para interpretar el tiempo, cuando no hay un registro más o menos continuo de las marcas que dejan los eventos que acontecen en él.
Por eso, también, los geólogos deben recurrir a «relojes» que les son propios.
¿Qué son los relojes geológicos?
Se usa esta denominación en sentido lato para designar a todos los medios que permiten establecer relaciones temporales entre los acontecimientos geológicos reconocibles.
Así hay relojes estratigráficos, paleontológicos, tectónicos, isotópicos, etc., etc., que permiten hacer dataciones relativas (las que establecen secuencias de eventos comparando si son «más viejos» o «más jóvenes») y dataciones absolutas, que asignan un número de años definido a un material o a un proceso.
Pero esto ya abre muchas disquisiciones más que me obligan a decirles:
…Continuará ¡..¡chán… chán!
Espero que estén de acuerdo conmigo en que este tema se las trae y espero también que hasta aquí les haya gustado.
Por eso mismo los espero de regreso en el blog. Un abrazo. Graciela
La figura que ilustra el post la tomé de este sitio
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Más del diccionario con humor
Ante todo, les entrego dos definiciones rezagadas (es decir que las inventé cuando ya perdieron su lugar en el orden alfabético) que no quiero dejar afuera:
Anticlinorio: pliegue que no quiere saber nada con Clinorio
Batisismo: terremoto en la Baticueva.
Y ahora la continuación desde el post anterior:
Bentonita: manera de llamar a Tonita.
Bicarbonato: postre de los asados del día del geólogo.
Biotita: variedad étnica de la mica
Birrefringencia: refringencia doble (¿Qué? ¿Ahora vas a querer que te explique también refringencia?)
Blenda aterciopelada: blenda de gala
Bloque de falla: conjunto de geólogos que se equivocaron juntos.
Bloque errático: linyera pétreo; roca vagabunda de las zonas frías.
Espero que esto los relaje para empezar el fin de semana. un abrazo, Graciela
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El agua como agente geológico.
Como aquí vamos a dar un nuevo paso de avance en el conocimiento de este valioso elemento, es importante que vean los posts anteriores relativos a este tema.
El rol del agua tal vez más conocido por todos es el desgaste que ella produce cuando se desplaza por la superficie terrestre como una masa más o menos caudalosa, sea en forma de ríos, mares o láminas continuas.
Es igualmente fácil visualizar el efecto que una inundación tiene sobre el paisaje, las construcciones, o los habitantes de una zona ribereña.
También puede observarse sin dificultad el lento socavamiento que las olas producen en las paredes rocosas, o aun urbanamente, medir las consecuencias de un simple caño roto, sobre los cimientos de los edificios, etc.
Todo esto, constituye sólo parte de la acción del agua. Se trata en estos casos de efectos erosivos, es decir de un ciclo de arranque, transporte y redepósito de materiales por un agente en movimiento, capaz de recorrer grandes distancias.
Estos procesos son objeto de estudio de la Geología Dinámica y de la Geomorfología, aspectos sobre los que profundizaremos en su momento.
Pero los temas que son objeto del presente post son otros, no menos importantes, aun cuando muy probablemente pasen casi desapercibidos.
Esos aspectos se relacionan con otro proceso, denominado meteorización que, entre otras cosas es el requisito previo para que tengan lugar los cambios capaces de formar el suelo, y que a diferencia de la erosión, no implica un transporte significativo de material. Esencialmente ocurre in situ, es decir en el mismo lugar.
Por cierto la meteorización misma será tema de otros posts, pero para terminar de comprender la función clave del agua en el ciclo de los fenómenos geológicos, se adelantan aquí algunos de sus roles, de manera general, para insertarlos luego en el marco de la meteorización.
¿Cuáles son las funciones geológicas del agua?
Las principales funciones geológicas del agua pueden agruparse en físicas y químicas.
¿Cuáles son las funciones físicas del agua?
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El transporte de materiales, aun por la muy lenta circulación que se produce en los espacios porales de las rocas y sedimentos. En este caso, la movilización se produce en macro escala debido a los potenciales de evapotranspiración y de gravitación. En microescala, las fuerzas capilares son las dominantes. No se desesperen que estos términos serán también explicados en futuros posts.
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La difusión de reactantes, es decir elementos y compuestos químicos susceptibles de reaccionar, hasta los sitios de reacción, tales como la interfase sólido- líquido.
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La producción de una presión parcial, que se relaciona directamente con su actividad y potencial químicos, y que genera movimientos y reacciones de gran importancia.
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Intervención activa en el proceso de crioclastismo ya explicado en otro post.
¿Cuáles son las funciones químicas del agua en los procesos geológicos?
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Su actividad como solvente, resultado de la dipolaridad que ya se ha comentado en otro lugar del blog.
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Su intervención como componente necesario de casi todas las reacciones típicas en la zona de meteorización, tales como: hidratación- deshidratación, reacciones ácido-base; solución- precipitación e intercambio iónico.
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Su presencia en las principales fases formadas durante la meteorización, tales como hidróxidos, arcillas y sustancias amorfas.
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Su capacidad para actuar como buffer. Esto asegura que en climas húmedos, las aguas tengan una composición química medianamente uniforme. Les aclaro que se entiende como buffer a aquella sustancia que modera o morigera los cambios químicos en un sistema dado. Es decir que actúa como un amortiguador de cambios, simplemente.
Este post fue realizado modificando parcialmente textos de mi propio libro, que debe ser citado como sigue, en caso de su utilización:
Argüello, Graciela L. 2002. LOS RECURSOS SUELO Y AGUA. Libro de Texto para el Trayecto Ciencias de la Tierra, del PROGRAMA DE POSTITULACIÓN EN CIENCIAS NATURALES, de la F.C.E.F. y Naturales de la U.N.Cba. Versión actualizada, corregida y aumentada.86 págs. ISBN Nº 987-9406.
La foto la saqué de una de esas cadenas cursis, cuyo principal valor, para mi gusto, son las imágenes; si alguien la reconoce como propia, sólo tiene que decirlo y le damos los créditos correspondientes.
Espero verlos el próximo lunes nuevamente por aquí, porque se vienen temas interesantes, les aseguro. Un abrazo, Graciela
Si este post les ha gustado como para llevarlo a su blog, o a la red social, por favor, mencionen la fuente porque esta página está registrada con IBSN 04-10-1952-01.
Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

