Archivo de la categoría ‘Geología y mitos populares’

Leyendas de las esmeraldas.

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Tal como les prometí el lunes pasado, hoy hablaremos de las leyendas y mitos relativos a las esmeraldas colombianas y su explotación.

¿Qué leyendas indígenas  se relacionan con los yacimientos de esmeraldas?

Los indígenas de la zona donde se encuentran hoy los yacimientos de esmeraldas de mejor calidad del mundo, se denominan Muzo y a ellos se debe hoy el nombre de todo el distrito.

Los Muzo tienen una leyenda en la que las esmeraldas son protagonistas, y que explica el origen de los picos graníticos de Fura-Tena, uno de los cuales alcanza los 625 m por encima del Río Minero. Estos picos se encuentran a unos 40 km de la mina Coscuez.

Según la leyenda aborigen, los hijos del dios de la montaña eran Fura, el príncipe, y la princesa Tena. Su padre les otorgó la riqueza en forma de abundantes venas de esmeralda, una de las cuales era sagrada y no debía ser explotada con las demás. Sin embargo, un demonio llamado Zarv indujo a la princesa a tomar piedras de la vena prohibida,

Cuando ella y el príncipe intentaron extraer las esmeraldas malditas, el dios los convirtió en los dos picos graníticos, y el Río Minero, a su vez, resultó de las lágrimas de arrepentimiento que desde entonces derraman.

¿Qué dicen las leyendas posteriores a la colonización, respecto al descubrimiento de los yacimientos de esmeralda?

Hay dos versiones diferentes, ambas lo bastante pintorescas como para comentarlas aquí. Pero antes, permítanme comentarles el verdadero contexto histórico.

En 1538, el capitán español Luis Lanchero había comenzada la primera campaña para avasallar a los Muzo, pero se vio obligado a retroceder por la heroica resistencia de los nativos. Durante la retirada, de una de las dos maneras que la leyenda narra y que veremos más abajo, los españoles descubrieron la existencia de esmeraldas en la región.

Ese hallazgo fortuito determinó que la corona española iniciara nuevos intentos de conquista a lo largo de los años, siempre sin éxito, hasta que trajeron en 1558, dos «armas» novedosas: tribus aliadas a los españoles, y enemigas de los Muzo, y feroces perros de presa que aterraron a los indígenas, y determinaron su conquista final.

No mucho después, los españoles descubrieron la ubicación de la mina de Coscuez- así denominada en honor a una antigua princesa india- que los locales explotaban desde hacía muchos años.

El costo de este descubrimiento fue pagado obviamente por los indios, que fueron explotados como esclavos en las extracciones mineras, hasta el extremo de su muerte por consunción. Por otra parte sucumbieron también a las enfermedades contagiosas que trajeron los europeos, y contra las cuales los nativos carecian de defensas naturales, porque eran desconocidas en el nuevo mundo.

La pérdida masiva de mano de obra esclava determinó un largo intervalo de abandono de las extracciones, que se retomaron en tiempos más modernos, con la llegada de empresas mineras extranjeras.

Como una tardía compensación que yo llamo justicia poética, Lanchero, que había sido herido en la primera campaña, murió por la infección en esa herida, que nunca dejó de atormentarlo en más de 20 años, pues nunca cerró del todo, y terminó gangrenándose hacia 1562.

¿Cuál es la versión más conocida del descubrimiento de esmeraldas por parte de los españoles?

Como adelanté más arriba, los españoles descubrieron por azar la existencia de esmeraldas en la región. Según la versión más extendida, el hallazgo se debió a que en la retirada cazaron pavos silvestres, en cuyo estómago encontraron esmeraldas de gran pureza. De resultas de ese hallazgo, «presionaron» -prefiero no indagar cómo- a los indios para que les indicaran el lugar de origen de las gemas.

¿Cuál es la versión asumida por las empresas que explotan las esmeraldas?

La versión que la empresa Coscuez hizo suya, es la que ilustra el cuadro que fotografié para ustedes en la sede misma de la firma, y que encabeza el post. Según esta historia, uno de los caballos de la tropa en retirada comenzó a renguear lastimosamente, y cuando el soldado que lo montaba se bajó a observar la causa de su molestia, encontró metido en su casco, una esmeralda de gran talla y pureza. Lo que pasó después según esta historia, fue el descubrimiento de los depósitos naturales, en función de una exhaustiva búsqueda en el lugar.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La foto que ilustra el post corresponde a un cuadro que se encuentra en la empresa Coscuez Emeralds, que talla las esmeraldas en Cartagena de Indias.

El mito de las Montañas Superstición, en Estados Unidos.

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Este post de hoy contiene bastante información científica muy específica, pero si sólo les interesa la parte anecdótica que es muuuuyyyy jugosa, no tienen más que buscar las preguntas que hacen referencia a ellas, y saltar el resto. En otras palabras, no se dejen asustar por los términos muy geológicos, y sigan leyendo más abajo, porque me juego a que les va a gustar.

¿Qué relata el mito popular respecto a Superstition Mountains?

Según la leyenda, en algún momento en la década de 1870, un hombre llamado Jacob Waltz habría descubierto una gigantesca mina de oro dentro de estas montañas. La mina se conoce como «La mina de oro  del alemán perdido» (Lost Dutchman’s Gold Mine), ya que ésa era la nacionalidad de Waltz, quien guardó el secreto de la ubicación del yacimiento hasta su lecho de muerte.

Aquí permítanme una digresión, la palabra Dutchman es una deformación fonética de «Deutschmann», palabra con que los alemanes se designan a sí mismos.

Según las distintas fuentes, el secreto del alemán murió con él, o bien fue revelado a una única persona, que sin embargo no pudo encontrar el tesoro de la tierra.

Muchas expediciones se llevaron a cabo para buscar el oro, pero ninguna tuvo éxito, ya que según el mito, los espíritus de la gente que murió ejerciendo la actividad minera, mueven el yacimiento de lugar, y mantienen la montaña bajo su embrujo.

Además, los nativos americanos se refieren también a ciertas criaturas que cuidan la mina, a las que llaman Tuar-Tums («Little People» o gente pequeña, como se llama en Estados Unidos a los enanos) y que según cuentan, viven en cuevas y túneles.

Algunas comunidades apaches creen también que en esas montañas se encuentra la entrada al infierno.

¿Dónde quedan las Superstition Mountains (Montañas Superstición)?

Las Montañas de la Superstición conocidas también como Montañas Superstición a secas, y popularmente como «Las Supersticiones», constituyen una cadena situada en Arizona, aproximadamente 48 km al este del área metropolitana de Phoenix.

Según los reportes históricos, el primer europeo que la reconoció fue un explorador italiano llamado Fray Marcos de Niza, quien la mencionó ya en 1639.

La cordillera exhibe un clima desértico, con temperaturas altas en el verano, especialmente en la parte más baja, que es la occidental, donde en consonancia con la leyenda, hay un parque denominado Parque Estatal The Lost Dutchman.

¿Cómo están conformadas geológicamente las Montañas Superstición?

Las Montañas Superstición forman parte de la Provincia Geológica conocida como Basin and Ranges (Cuencas y Sierras) que ocupa gran parte del oeste norteamericano.

Su límite occidental en los Estados Unidos es la escarpa de falla de la Sierra Nevada, y se extiende por más de 800 km hasta limitar por el este con la Falla Wasatch, la meseta de Colorado y el Rift del Río Grande.

Por el norte llega a la Meseta de Columbia, y por el sur sus límites son más imprecisos, aunque se suele mencionar el Cinturón Volcánico Trans-Mexicano.

Son sus rasgos más comunes, la presencia de numerosas cuencas endorreicas, lagos efímeros, y mesetas y valles, bordeados por montañas.

Geológicamente se pueden hacer algunas observaciones relativas a la génesis de la cadena, que está sin embargo todavía en discusión, ya que no hay acuerdo absoluto entre los diversos investigadores que se ocupan del tema.

Un presupuesto bastante generalizado es que la topografía general del área es resultado de procesos de extensión y adelgazamiento de la litósfera, a favor de fallas normales, que en su conjunto provocan un «escalonamiento» que se manifiesta en las formas tectónicas definidas como horsts y grabens (pilares y fosas), rasgos que estudiaremos en detalle en futuros posts.

Como todo proceso geológico que se precie, la causa del fallamiento extensional y su consecuente adelgazamiento litósferico tendría que ver con el cizallamiento a lo largo de la Falla de San Andrés, que por supuesto, ocurre a lo largo de un contacto entre placas. (¡¿cuándo no?!)

Contacto que además se relaciona con el elevado flujo de calor interno que caracteriza todo el oeste de los Estados Unidos (vayan si no, a ver el parque Yellowstone), y que al provocar un descenso en la densidad de la litósfera, facilita su alzamiento isostático (anoten otro tema que veremos en detalle en otros posts) y la deformación extensional.

Si ahora juntamos las fallas extensionales y el sobrecalentamiento, ¿qué esperan que suceda?

Pues sí, un ascenso de fluidos que generarán por un lado metamorfismo, y por el otro, obviamente procesos ígneos, que en la zona se manifestaron a través de vulcanismo en tiempos pasados (y no tan pasados). Veamos un poquito de esa evolución volcánica, pero para no hacer la cosa tan tediosa, no vayamos tan atrás en el tiempo, sólo pensemos en los últimos 65 millones de años, es decir en la era Cenozoica, cuando ya mucho de la agitación orogénica Mesozoica era apenas un recuerdo.

Toda la historia cenozoica de Arizona puede resumirse medianamente bien según cuatro etapas, si seguimos el criterio de Gary Huckleberry, un reconocido investigador del área.
Esas etapas son:

  1. Quietud Eocena.
  2. Vulcanismo masivo calco-alcalino del Oligoceno tardío- Mioceno temprano, y sedimentación asociada.
  3. Perturbación conocida como Basin and Range, y relleno de cuenca asociado, durante el Plioceno.
  4. Desarrollo de incisión de corrientes y evolución de valles y terrazas de los ríos principales, durante el Pleistoceno medio.

En la porción sur de Arizona, la parte media del Terciario se caracteriza por grandes centros volcánicos, entre los que se cuentan las manifestaciones silícicas de las Superstition Mountains, cuya edad se estima entre 29 y 15 millones de años.
También se formaron sedimentos de entre 1.500 y 3.000 metros de espesor constituidos mayormente por fanglomerados, depósitos fluviales y lacustres.

Luego de este pulso volcánico del Terciario medio, se produjo un tectonismo que afectó a los fanglomerados, que aparentemente se habrían deformado singenéticamente (es decir casi simultáneamente con su formación).

El estilo tectónico sufrió un cambio entre los 15 y 10 millones de años, cuando se instaló un sistema de grandes fracturas causadas por un campo extensional de dirección este-oeste.
Las fracturas resultantes, de rumbo norte sur, habrían sido las vías de ascenso para los líquidos mineralizantes, con contenido aurífero.

¿Tiene alguna explicación el mito mismo?

Si bien es cierto que la zona es aurífera y ello justifica en alguna medida cientos de mitos y leyendas, ésta en particular tiene más que ver con las características de su personaje central, que habrían alimentado la imaginación popular.

Jacob Waltz era originario del antiguo territorio prusiano, e inmigró a los Estados Unidos alrededor de 1840, llegando a establecerse cerca de St. Louis, Missouri o Natchez, Mississippi.

Luego del descubriminento de oro en California en 1848, se habría unido al grupo de los 49s, que ya les comenté en otro post, para dirigirse hacia el oeste, en busca del preciado metal. Poco se conoce de su vida, salvo que se convirtió en ciudadano de los Estados Unidos en Los Ángeles en 1861.

Al año siguiente, y con 52 años de edad, Waltz llegó al estado de Arizona, en épocas en que los apaches defendían todavía ferozmente sus tierras, razón por la cual, para mayor seguridad, muchos buscadores viajaban con un socio, que en el caso de Waltz habría sido un tal Jacob Weiser.

El nacimiento de la leyenda se debe a que Jacob Waltz apareció en Phoenix alrededor de 1870 con muchas bolsas de oro. Se emborrachó, gastó dinero a manos llenas y presumió acerca de su gran hallazgo de oro, al que mencionaba como la mina de oro más rica del momento, y de la que estimaba que valía millones de dólares.

Nunca reveló el lugar del hallazgo, pero sugirió que era en las Superstition Mountains, de donde muy pocos hombres regresaban por entonces, aunque a lo largo del camino se recuperaron numerosos restos humanos mutilados y decapitados, probablemente debido a que las Supertitions eran tierrra sagrada para los apaches, que como tal la defendían.

Luego de esos días de rápida dilapidación de su fortuna, Waltz vivió de manera muy modesta hasta su muerte acontecida el 25 de Octubre de 1891 a la edad de 81 años, y en aparente pobreza.

La leyenda comenzó después de esa muerte, en parte debido a que la señora E. W. Thomas, antigua dueña de la Heladería de Thomas en Phoenix, quien había cuidado al Dutchman hasta su muerte, cerró su negocio y se embarcó en una larga búsqueda de la mina de oro perdida en las Superstition Mountains.

Nunca fue encontrado el oro del Dutchman, aunque cientos de personas intentaron la búsqueda en los más de cien años transcurridos desde entonces.

Hoy se especula con que Jacob Waltz nunca encontró una mina de oro, sino que simplemente robó algo de oro o lo ganó en apuestas, y por eso una vez terminado no tuvo acceso a más.

A lo sumo se piensa que podría haber encontrado un poco del legendario oro de los Peralta.

¿Qué es el oro de los Peralta?

Ésa es otra leyenda más antigua aún, según la cual, dos ricos terratenientes mexicanos llamados Peralta habrían financiado muchas expediciones en el territorio de Arizona (que hasta 1948 pertenecía a México) y eventualmente habrían descubierto un depósito muy rico de oro en las Superstition Mountains.

Ese oro habría sido enviado a México en trenes de mulas, que fueron interceptados por los apaches, que desinteresados en el valor del mineral, lo habrían abandonado en el lugar, donde Waltz podría haberlo encontrado años más tarde.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
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Mitos sobre la forma del planeta Tierra. Parte 2.

Imagen1formaEste post es la continuación del de la semana pasada, de modo que deberían ir a leer la primera parte antes de adentrarse en ésta de hoy.

En el post anterior contesté a las siguientes preguntas:

¿Qué creían los hindúes?

¿Qué forma atribuía a la Tierra la civilización griega?

¿Cómo veían la Tierra en la Edad Media?

¿Qué decía el Popol Vuh?

¿Qué pensaban los hebreos?

¿Y qué creían los indígenas de América del Norte?

Hasta aquí llegó la primera parte del post. Ahora veremos las respuestas a las siguientes preguntas:

¿Cuándo se habló por primera vez de una tierra esférica?

Aunque puede parecer mentira y aunque haya debido redescubrirse muchos siglos después, ya Platón lo hizo en la antigua Grecia, muy a pesar de toda la compleja mitología imperante.

Por cierto, este filósofo es el primero que deja algún registro histórico, pero es muy probable que también en otras culturas haya habido quienes sentaran las bases de ese conocimiento.

Después muchas veces, antes del descubrimiento de América, hubo voces que anunciaron la redondez de la Tierra, como el propio Eratóstenes, que hasta llegara a medir su circunferencia, como les contaré en otro post.

¿Cómo dedujeron los antiguos estudiosos que la Tierra era aproximadamente esférica?

Observando y analizando básicamente lo siguiente:

  • la forma de la sombra que la Tierra proyecta sobre la luna durante los eclipses.
  • la forma en que dejan de verse los barcos al alejarse en el mar, desapareciendo su base, y sólo al último sus mástiles. Eso sólo es posible en una superficie curva, pues en un plano el cuerpo entero se va empequeñeciendo progresivamente hasta que se deja de ver.
  • la comparación con otros cuerpos visibles en el espacio.
  • la especulación teórica respecto a «la forma más perfecta».

¿Cuándo se probó definitivamente?

El argumento irrefutable estuvo constituido por los viajes de circunnavegación del S XVI. Y mucho más acá, los viajes espaciales que nos permitieron por fin conocer la forma real del planeta.

¿Es de verdad esférica la Tierra?

No, no lo es, muy por el contrario tiene una forma única de la cual hablaré en un post que probablemente será el del lunes que viene.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post es de este sitio y no conozco al autor.

Mitos sobre la forma del planeta Tierra. Parte 1

Imagen1elefaDesde la más temprana historia de las civilizaciones, el hombre se ha preguntado acerca de todo lo que le rodea, y una de sus preguntas más recurrentes es acerca de la forma de la Tierra en la que vive.

Es por eso que cada cultura generó sus propios mitos al respecto, y ahora enumeraré sólo algunos de ellos, pero ya que son tantos y todos tan interesantes, es muy probable que vuelva sobre el tema más de una vez.

¿Qué creían los hindúes?

Como en muchas otras civilizaciones, para los hindúes la tortuga tiene una interpretación mítica y/o mágica.

Ello se debe en parte a su longevidad y seguramente también en parte a su morfología, en la que el caparazón cumple un rol que la hace aparecer casi invulnerable. Es por eso, que en la concepción hindú del Universo, la tortuga tiene un papel fundamental.

Según el hinduísmo, el mundo (la Tierra) está conformado por una enorme serpiente que se muerde la cola, en clara alusión a la ciclicidad de los procesos naturales. Esa serpiente está suspendida en el vacío, encerrando en su interior un mar – de leche en algunas versiones- llamado el Mar de la Tranquilidad, en el que nada una tortuga que encarna el poder creador. Sobre la tortuga se posicionan tres elefantes que portan tres mundos.

El mundo inferior corresponde a los demonios y el infierno, mientras que el mundo superior es el de los dioses y la felicidad. Es el mundo intermedio el que se atribuye a los hombres y representa a la Tierra,

¿Qué forma atribuía a la Tierra la civilización griega?

Para los griegos, la Tierra era un enorme cuerpo sustentado sobre pilares que la separaban del cielo y que reposaban sobre los hombros del titán Atlas.

Atlas había liderado una rebelión de los titanes contra los dioses olímpicos, generando la guerra que se conoció como Titanomaquia, y al ser derrotado fue castigado por Zeus, quien lo condenó a soportar por toda la eternidad el peso de la Tierra sobre sus espaldas. Precisamente el nombre Atlas se relaciona con ese mito, ya que ese término en griego Ἄτλας significa justamente «portador» y deriva de τλάω =portar, sostener o soportar.

De este titán hablaremos otras veces, ya que tiene que ver también con otros mitos que explicaban fenómenos y procesos geológicos.

¿Cómo veían la Tierra en la Edad Media?

Clásicamente se pensaba que se trataba de un disco plano, cuyos bordes estaban rodeados por un mar poblado de mosntruosas y amenazantes criaturas. Había ya algunos estudiosos enfrascados en develar la forma real, pero para la conciencia popular, el mundo era plano y limitado a Eurasia y el norte de África.

¿Qué decía el Popol Vuh?

El Popol Vuh debe su nombre a una expresión del idioma de la tribu k’iche’, popol wuj, que significa «libro del consejo» o «libro de la comunidad». Esa expresión, a su vez, contiene los términos popol= reunión, comunidad, casa de todos, junta, y similares; y wuj= libro.

Se trata de una recopilación de narraciones míticas, legendarias y tal vez también de sucesos históricos que se narraban de forma oral y de generación en generación, en el seno de la cultura k’iche’, pueblo maya con asentamiento en la actual Guatemala.

En ese libro hay demasiadas alusiones a la forma planetaria de la Tierra, como para citarlas todas, pero sí es interesante rescatar alguna explicación relativa al origen de su constitución geomorfológica, que les comparto en breves extractos, que permiten suponer que los antiguos mayas consideraban a la Tierra como un cuerpo originalmente semisumergido en alguna forma oceánica existente bajo los cielos, y no mucho más que eso.

Primera Parte
Capítulo Primero
Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la obscuridad, en la noche…

…Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: — ¡Tierra! — dijeron, y al instante fue hecha.
Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montañas; y al instante crecieron las montañas…

…Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas.
Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua…

¿Qué creían los hebreos?

Ellos pensaban que la Tierra era un vasto palacio creado por Jehová para morada del hombre, y que en su techo había pintado las estrellas, y de él había suspendido una inmensa lámpara, el Sol, destinada a dar luz y calor a todo lo creado.

¿Y qué creían los indígenas de América del Norte?

Notablemente, y tal vez por las mismas razones que expresé más arriba, en la concepción planetaria de algunas tribus indígenas de América del Norte, aparece también la tortuga.

Ella es la forma elegida para representar a la Tierra Madre y nutricia de la cual la raza ha aparecido.

En la mitología Cheyenne, Maheo, el Gran Espíritu, ordenó a la tortuga que cargue al mundo sobre su caparazón, debido a su fortaleza y longevidad.

Según cuenta la leyenda, en un principio no había nada hasta que el Gran Espíritu creó una vasta extensión de agua salada y la llenó de seres vivos como peces, caracoles, gansos, patos, ánades y focas.

Salvo los peces, uno a uno los restantes animales fueron a decirle al Gran Espíritu que necesitaban un lugar firme para poder descansar, porque a veces se cansaban de nadar todo el tiempo.

Maheo a su vez, les pidió ayuda para encontrar un pedazo de tierra, y fue la foca quien extrajo del fondo del mar un poco de lodo, que Maheo hizo aumentar de tamaño, hasta que no pudo sostenerlo más.

Fue entonces que pidió auxilio a la Abuela Tortuga para colocar la tierra sobre su caparazón y sobre ella creó una gran colina que fue extendiéndose hasta generar la tierra sobre la que hoy vivimos.

Hasta aquí llega esta primera parte del post. La semana próxima subiré las respuestas a las siguientes preguntas:

¿Cuándo se habló por primera vez de una tierra esférica?

¿Cómo lo dedujeron?

¿Cuándo se probó definitivamente?

¿Es de verdad esférica la Tierra?

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¿Existe el «viento de terremotos»?

Probablemente ustedes han escuchado alguna vez expresiones como:

-«El tiempo está raro, ¿vendrá un terremoto?»

-«Ese viento caliente da miedo, parece como de terremoto»

Y otras muchas variantes, igualmente absurdas, pero que como todos los mitos populares se basan en alguna razón, por falsa que ella sea.

Y de eso vamos a hablar hoy.

¿De dónde sale la expresión «viento de terremotos»?

En principio, esta «teoría» nace en la antigua Grecia, donde filósofos como Demócrito, Anaxágoras y Empédocles afirmaban que el interior de la Tierra estaba ocupado por una especie de atmósfera interior, donde se generaban vientos a veces muy violentos, de resultas de los cuales la superficie se estremecía ocasionalmente. Todos estos pensadores vivieron en el S IV a.C. y su máximo exponente, Aristételes dio a la mencionada interpretación un prestigio que resistió al paso de los siglos.

Fue así, que Estrabón, durante el Siglo I de nuestra era, sirvió de puente para acercar la teoría de los «vientos de terremotos» hasta la Roma Imperial, que definió por lo menos hasta la Edad Media el curso del pensamiento dominante.

Es precisamente Séneca, un romano, quien describe a los sismos como causados por intensos vientos que se mueven en el interior de cavernas subterráneas, y que en su esfuerzo por escapar hacia el exterior, provocan movimientos en el terreno.

Lo novedoso que aporta Séneca es el origen local de los terremotos, lo que parece explicar por qué algunos sitios son más propensos que otros a padecerlos.

¿Por qué se extendió esa teoría?

Porque la actualización y el barniz pseudocientífico que le aporta Séneca, al señalar-como dijimos más arriba- que los sismos son más propios de determinadas geografías que de otras, hacen de esa teoría rescatada desde tantos siglos atrás, un concepto aparentemente aceptable, que se instala casi hasta hoy en el inconsciente colectivo.

Por otra parte, por ser Séneca perteneciente a la cultura rectora del pensamiento por muchos siglos, logra entronizar esa hipótesis, que de otro modo podría haberse perdido en la nebulosa de los tiempos.

¿Quién era Séneca?

Lucio Anneo Séneca (en latín: Lucius Annæus Seneca), conocido también como Séneca el Joven nació en Corduba, en el año 4 a. C. y murió en Roma, en el año 65 d. C.

Era hijo del orador Marco Anneo Séneca y pasó a la historia como el máximo representante del estoicismo y moralismo romano aun cuando vivió durante la época de la decadencia de la República romana, y aunque el hecho de haber sido tutor de Nerón terminaron por arrastrarlo al desprestigio y consecuente suicidio.

Pese a ello, Séneca es uno de los pocos filósofos romanos que fue respetado y admirado en la Europa continental y occidental, mucho más allá de la Edad Media.

Tanto es así que fue citado por intelectuales como Erasmo de Rotterdam, Michel de Montaigne, René Descartes, Denis Diderot, Jean-Jacques Rousseau y Francisco de Quevedo, entre otros.

Como si eso no bastase, su obra Naturales quaestiones- redactada en 7 libros mayormente resultantes de recopilaciones de los griegos que antes mencionamos- aborda temas relacionados con meteorología, mineralogía y oceanografía.

Esa obra fue muy alabada por Plinio el Viejo, lo que la convirtió en un clásico de referencia en las cuestiones de la Ciencia Natural de la época.

Para completar el panorama, en ese tiempo, las Ciencias Naturales se «investigaban» como una parte integrante de la filosofía en general, vale decir que bastaba con observar y especular, ya que no existía por entonces un método científico que incluyera validaciones rigurosas.

¿Tiene la teoría de los vientos de terremotos algún asidero?

No, por cierto, ya que la Tierra no es hueca en su interior y los fluidos sólo ocupan espacios porosos de las rocas, de modo que imaginarse vientos corriendo violenta y libremente en su seno es muy imaginativo pero nada realista.

Además, las causas generadoras del viento son exógenas, mientras que los sismos tienen origen endógeno.

¿Qué podemos concluir, entonces?

Que los mitos populares, por más que tengan un rancio abolengo, tienden a perpetuarse hasta cuando carecen de toda base científica, y siempre se corre el riesgo de decir una gansada si no se analiza la «sabiduría colectiva» con un mínimo de espíritu crítico.

La próxima vez que escuchen que «el tiempo está tan loco, que puede venir un sismo», están plenamente autorizados a lanzar la más estridente carcajada.

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P.S.: La imagen que ilustra el post la he tomado de Wikipedia.

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