Archivo de la categoría ‘Anécdotas Geológicas’

Divertido recuerdo de un antiguo profesor.

El Dr. Orruma era especialista en Geofísica, y fue colega docente en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Como era un profesor muy querido por sus alumnos, y como persona dejó un gran recuerdo al retirarse, lo menciono con su nombre, porque me enorgullece haber compartido la porción final de su carrera.

Efectivamente, hace cerca de treinta años atrás, cuando yo todavía ejercía en esa Universidad, el Dr Orruma se acogió a los beneficios de la jubilación y dejé de verlo por un tiempo.

Algo después, lo encontré de manera casual en la peatonal de Córdoba, y nos quedamos conversando un ratito. La parte del diálogo que me resultó inolvidable, y que reproduzco para ustedes fue la siguiente:

«-¿Qué está haciendo ahora que se jubiló, doctor?

-No estoy haciendo absolutamente nada…y no me queda tiempo para ninguna otra cosa…»

Una maravillosa muestra del sentido del humor de un geólogo del cual lamentablemente no tuve más noticias hasta la fecha.

Otra anécdota de él que recuerdo, se produjo en un momento en que mientras estábamos en la Uni, se le cayó un botón del saco. Él lo levantó, lo observó un momento con una aparatosa atención, y al guardarlo en el bolsillo, dijo:

«-Caramba, parece que me estoy desmoronando…»

Hasta aquí mis recuerdos. Espero que pasen un buen fin de semana, y los espero el próximo lunes.

La imagen que ilustra el post es de este sitio.

 

Un momento mágico en el campo.

26441__starry-sky_pAsí como he comenzado a relatar los momentos más peligrosos y los más risueños, inicio ahora el recuento de los más bellos, y empiezo con el que en su momento recibió el número 1 en la lista, aunque no por ninguna razón especial, sino simplemente porque así me vino a la memoria.

Esto fue en Tasa Cuna, un parque paleontológico del final del Paleozoico, en el noroeste de la provincia de Córdoba.

La formación Tasa Cuna se caracteriza por una asociación microflorística proveniente del ámbito de la cuenca Paganzo, que corresponde a lo que se conoce como tafoflora de Gondwana. Recordemos que Gondwana era el nombre de la porción que quedó al sur al comenzar la ruptura de Pangea, y que reunió alguna vez a los territorios, hoy distantes, de India, América del Sur, África, Antártida y Australia.

En este viaje, realizado cuando éramos estudiantes, como parte del cursado de la materia Paleontología, uno de los participantes era Juan Carlos († ), a quien ya mencioné en el relato de un viaje peligroso, y de quien guardo numerosos y bellos recuerdos, ya que era un loco lindo al que la vida trató después muy mal, lamentablemente.

Recuerdo por ejemplo, que en una de nuestras campañas llevó un largavistas, que en el descanso del almuerzo usamos para observar abejas y otros insectos cuando se acercaban a beber al arroyo. Esa simple idea, nos abrió los ojos a un microcosmos insospechado…pero no es de eso que quería hablarles hoy.

El recuerdo que quiero compartir es el de una noche en que después de apagar prolijamente el fuego con el que habíamos  cocinado, J.C. sugirió apagar también el sol de noche y las linternas, sólo para mirar el cielo.

Y all, sentados en el suelo desnudo, con las espaldas apoyadas en un tronco caído que en la cena había sido nuestro asiento, todos guardamos silencio embelesados, observando la noche más radiante que recuerdo.

A nivel de nuestros hombros, unas pocas luciérnagas encantaban el aire, y arriba, muy lejos, el cielo sin una sola nube, era un campo de luz con millones de astros en su máximo esplendor.

Parecía que extender la mano y tocarlos era posible y hasta sencillo, porque se sentían como un regalo personal para cada uno de los presentes.

Fue un largo momento de la más pura magia, que interrumpió al fin el propio profesor Dr. Mario Hünicken († ) diciendo:

-«Bueno, gente, vamos a dormir porque mañana es un largo día y los quiero despiertos y desayunando a las seis, como muy tarde».

No obstante, el hechizo no se rompió, como que aún hoy ese recuerdo me acompaña. y a pesar de otros muchos viajes a muchos bellos lugares en el mundo, ese cielo, no volvió a repetirse en mi experiencia con igual limpidez y majestuosidad.

Un abrazo y hasta el lunes. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post la he tomado de Imágenes Google, que me direccionó a este sitio.

Las diez situaciones más placenteras que pasé en mi trabajo de campo.

VLUU L100, M100 / Samsung L100, M100Hace bastantes viernes atrás, subí el listado de las 10 situaciones más peligrosas que pasé en el campo, con la promesa de ir contándoselas en detalle, a lo largo de nuestros encuentros de inauguración del fin de semana.

Todavía no he contado muchas de esas anécdotas, pero ya les estoy subiendo otro listado, que también dará pie a nuevas charlas.

Esta vez se trata de los momentos más gratos.

Como ven, nunca nos faltarán temas, ni excusas para compartir una charla saboreando un café virtual.

Etos son los momentos que recuerdo con placer, y que les irá contando a lo largo de muchos viernes:

  1. La noche estrellada en Tasa Cuna.
  2. La noche del descanso entre las piedras del Cerro Colorado.
  3. El asado en la Estancia durante el Congreso Dark Nature.
  4. El juego con el perro «comepiedras».
  5. El paisaje en la divisoria de aguas en Vaquerías.
  6. El baño en el Río Los Tártagos (que también es motivo de una anécdota risueña)
  7. El delicioso e inesperado chapuzón en la pileta del Hotel de Alta Gracia.
  8. El asado junto al río en el Congreso de San Luis.
  9. El paseo a la casa de té en Alemania.
  10. Las tortas y masas caseras que llevaron al campo mis alumnas de Geografía.

Ya está el listado, esperen a enterarse de los detalles, vale la pena.

 

Un campamento accidentado y peligroso.

Ya en un post anterior les presenté las diez situaciones más peligrosas que he vivido en el campo durante mi carrera profesional.

Y como prometí entonces, comienzo a narrar cada uno de esos eventos.

El primero, y con mucho, el más peligroso fue cuando nuestro campamento fue enteramente revuelto por la Policía Federal y Gendarmería en un operativo conjunto, durante la dictadura de 1966 a 1973 , menos  mencionada tal vez, pero no menos lesiva que la del 76 en adelante.

En la imagen pueden ver el sitio aproximado donde ocurrió, en el año 1970, cuando yo era estudiante, y estaba participando de un campamento de trabajo en el Arroyo Saguión, en la Provincia de Córdoba.

En esa oportunidad el objeto era hacer una práctica de manejo de instrumental, de modo que estábamos levantando el lecho con plancheta, brújula taquimétrica, teodolito y a paso y brújula de mano, en distintos trechos.

El primer día llegamos- mis compañeros Juan Carlos († ) Ricardo y yo, con el profesor Dr. Marcelo Pensa († )- armamos las carpas y partimos al extremo más alejado de la zona que debíamos mapear, para ir desde allí acercándonos al campamento, mientras realizábamos las mediciones del caso.

Esa noche cenamos junto al fuego, y nos retiramos a las carpas, después de cantar un rato, y disfrutar la serenidad del paisaje.

A la mañana siguiente, luego de desayunar, partimos caminando sobre el lecho de arena, con la intención de llegar al último punto levantado el día anterior y desde allí regresar trabajando.

Habríamos caminado unos 600 o 700 metros, cuando de pronto, desde las márgenes del arroyo, saltaron hacia el lecho, una docena o más de gendarmes y policías federales empuñando armas largas con las que nos apuntaron mientras nos rodeaban gritando «¡No se muevan! ¡Manos arriba! ¡Tiren las armas!»

Pararnos y levantar las manos fue fácil, pero ¿tirar las armas? ¿qué armas? Después supimos que ellos habían tomado el estuche del trípode de la plancheta por una escopeta o vaya a saber qué.

No puedo decirles cómo me temblaban las piernas, y el terror que significó que nos llevaran de regreso al campamento, con las manos en alto, en fila india y rodeados de gente armada que no paraba de dar órdenes a los gritos.

Cuando llegamos al campamento, lo encontramos todo patas arriba, ya que otro grupo de militares que allí esperaba se había ocupado de desarmar las carpas, los bolsos, y revisar también la camioneta.

El terror duró varias horas, porque en esa época sin celulares, dependíamos enteramente de las radios de que disponían los militares, y a ellos no les interesaba en lo más mínimo que llamáramos a nadie.

Cuando el profesor explicó lo que hacíamos y dijo que pertenecíamos a la Universidad, tampoco se les movió un pelo, y sólo nos salvó el hecho de que el Dr. Pensa era también docente en el Liceo Militar General Paz, y cuando lo mencionó, fue que los gendarmes se comunicaron con las autoridades del liceo que respondieron por él.

Creo que a eso le debemos no haber desaparecido entre tantos otros.

Por cierto, cuando después de varias horas nos dejaron en libertad, no nos quedó tiempo más que para juntar las cosas y volver a casa, en mi caso, todavía temblando.

A partir de ese día, cada vez que hacíamos salidas al campo, pasábamos antes a reportarnos ante la autoridad policial más próxima, lo que a aveces llevaba hasta una hora de explicaciones.

Para dimensionar el riesgo les recuerdo que el año anterior había sido el Cordobazo, y ese mismo año, la toma de la Facultad de Ciencias Exactas en la que yo estudiaba, toma en la que me tocó estar, y que puedo decir que fue uno de los peores horrores que conocí. Si no la he incluido en la lista es solamente porque no ocurrió en el campo.

Ahora, ya que estamos, les cuento algo sobre el Arroyo Saguión, que forma parte de la cuenca de las Salinas Grandes, región del noroeste de la Provincia de Córdoba, que ostenta un clima semidesértico, por lo cual los cursos de agua tienen sus nacientes en las partes altas de las sierras, donde las precipitaciones son más frecuentes. El arroyo normalmente se encuentra seco, como casi todas las corrientes que en su mayor parte se insumen en las parte baja para formar parte de las aguas subterráneas.

Esto determina que la cuenca se considere arreica en parte y endorreica en su conjunto.

Si este post les ha gustado como para llevarlo a su blog, o a la red social, por favor, mencionen la fuente porque esta página está registrada con IBSN 04-10-1952-01.

Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post es obviamente de Google maps.

El top ten de los momentos más risueños que pasé en el campo.

VLUU L100, M100 / Samsung L100, M100Así como hice antes otros listados, que serán el germen de futuros posts donde cada uno de los hechos mencionados tengan su protagonismo, hoy le toca a los momentos graciosos que todos pasamos alguna vez en el campo.

Por cierto, aclaro que cuando se está en el campo durante muchas horas, con trabajos a veces casi rutinarios, el umbral de la risa está muy bajo, y con muy poco se divierte uno, y almacena lindos recuerdos.

Acá va la lista de los diez más memorables:

  1. Los chanchitos perdidos.
  2. La foto y el teodolito.
  3. La compra del mapa y su traducción.
  4. La parada en la estación de servicio, después de muestrear loess.
  5. El día en que observamos las aves. Esta anécdota ya se las conté y pueden ir a recordarla en el correspondiente post.
  6. El sapito en el río.
  7. El baño vespertino en Cerro Colorado.
  8. El Dr del Uranio.
  9. ¿En qué sentido…
  10. La escala de la fotografía aérea.

Sólo denme tiempo, y les contaré cada una.

Un abrazo y nos vemos el lunes. Graciela.

P.S.: para ilustrar un post que es un recuento de bloopers, elegí una foto que es en sí misma un blooper, ya que fue tomada desde el teleférico sobre Caracas…pero detrás de un vidrio que estaba completamente esmerilado  y además mugriento. Eso es lo que salió….

 

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