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La Tierra en el Sistema Solar
Como seguramente recordarán, uno de los caminos que vamos recorriendo por etapas es el del conocimiento de la tierra como planeta en su contexto cósmico.
El último avance nos permitió ubicar el Sistema Solar en la Galaxia que lo contiene, y ahora continuaremos con el sistema mismo.
¿Cómo está formado el Sistema Solar?
Este sistema está constituido por el Sol mismo, 9 o 10 planetas, no menos de 39 satélites, miles de asteroides, cometas, innumerables meteoritos, y está todo él impregnado de la dispersa materia intergaláctica que se conoce como polvo cósmico, y gases.
En este post hablaremos un poco del Sol, centro del Sistema.
¿Desde cuándo se conoce al Sol como centro del sistema?
La primera vez que se le dio tal categoría se debe a Aristarco, 300 años antes de Cristo, pero ese descubrimiento debió realizarse nuevamente 1.800 años más tarde (hacia el S. XVI) por Copérnico, quien fue, como Galileo y otros muchos, perseguido por esas heréticas afirmaciones.
Actualmente se ha aceptado al fin, que la Tierra es un pequeño cuerpo que gira alrededor de una modesta estrella a la que se llama Sol.
¿Qué se entiende por estrella?
La más simple definición valedera para una estrella, es la de una gran esfera predominantemente gaseosa, capaz de generar luz en función de procesos internos, que en el caso del Sol consisten esencialmente en la transmutación de H. en He.
¿Qué clase de estrella es el Sol?
Según su tipo espectral, el sol es una estrella de clase G.2. y según su estado de evolución, corresponde al grupo de las amarillas.
Debe recordarse que existen diferentes estados evolutivos estelares que pueden resumirse como sigue: estrellas jóvenes o azules; amarillas o de mediana edad; gigantes rojas, próximas a su extinción, y enanas blancas, casi agotadas, en un estadio previo al de la muerte final, en forma de enana negra.
Esta línea evolutiva es la que corresponde a una estrella pequeña como el Sol, pero la perspectiva se diversifica a partir de la estrella gigante roja, según la masa particular del cuerpo en cuestión .
Una estrella entre 1,4 y dos veces más grande que el sol puede terminar como una nova o supernova, una estrella mucho mayor acabará como un agujero negro. Anoto estos términos para explicárselos un poquito en algún post de la etiqueta Glosario.
¿A qué distancia están el Sol y la Tierra?
El sol se encuentra a una distancia media de la Tierra de 1,496 x10 13 cm. Este valor resulta del promedio entre el afelio (posición de máxima distancia de la órbita terrestre), y el perihelio (posición de mínimo alejamiento).
¿Qué características tiene el Sol?
Tiene un diámetro aproximado de 1.400.0000 de km.; con una masa unas 750 veces mayor que la de todos los planetas juntos.
Su temperatura varía según la distancia al centro del cuerpo, entre 5.000ºC. aproximadamente para la superficie, y hasta 15.000.000 de grados en el interior.
¿Qué composición interna tiene el el Sol?
Un corte ideal del Sol permite visualizar, desde el centro hacia el exterior: a) interior del Sol; b) fotósfera; c) cromósfera, y d) corona. (Vean la figura que ilustra el post, que para eso me gasté en dibujarla)
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a) Interior del Sol: corresponde a las zonas de generación de energía, la cual es transportada al exterior por corrientes de radiación y de convección. También se la conoce como núcleo.
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b) Fotósfera: delgada capa correspondiente a la superficie visible del Sol. Se observan en ella las llamadas manchas, y antorchas solares Las manchas solares constituyen zonas de temperaturas hasta 1.500º C más bajas que su entorno. Son visualizables a ojo desnudo y en ellas se distinguen la umbra (núcleo oscuro), y la penumbra (borde menos oscuro). Las manchas aparecen cíclicamente, con máximas undecenales, y se ubican en dos zonas a ambos lados del círculo máximo, desplazándose desde su formación, en la zona más externa de la franja afectada, hacia el ecuador solar.
Desde hace muchos años se viene intentando establecer relaciones entre los ciclos solares y los acontecimientos geológicos, meteorológicos, etc., en la Tierra, pero ninguna dependencia ha sido definitivamente probada, si bien parece haber una cierta influencia sobre cambios climáticos de corta duración.
Las antorchas solares rodean habitualmente a las manchas, y son unos 1.000º C. más cálidas que el entorno. -
c) Cromósfera: puede ser considerada como la»atmósfera solar» y es el medio en el que se producen las llamadas erupciones solares, que se supone son fuertes descargas eléctricas, y que casi con seguridad afectan al campo magnético terrestre Este efecto se manifiesta en las mediciones realizadas durante las prospecciones magnéticas, las que arrojan resultados aberrantes, que deben, de inmediato, desecharse.
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c) Corona: es el entorno de radiación que rodea al sol, y comprende, tanto el fenómeno luminoso, como la materia altamente difusa que constituye la transición hacia el polvo cósmico. Dicha materia consta fundamentalmente de electrones y átomos altamente ionizados. Son visibles en ella, las protuberancias solares, constituidas por gases extremadamente enrarecidos, con el aspecto de hongos gigantescos y rojizos.
¿Qué movimientos tiene el Sol?
El Sol está afectado por un lento movimiento de rotación, con una duración de aproximadamente 25 días terrestres, y toma parte en el movimiento global de rotación de toda la Galaxia, tardando alrededor de 200 millones de años en completar una órbita casi circular en torno al centro galáctico. Este movimiento se reconoce desde los primeros años de la década del 20. Desde la Tierra, el movimiento observable del sol es aparente, y su trayectoria se denomina eclíptica, debido a que allí son perceptibles los eclipses.
Una característica que convendría anotar respecto al astro central, es la de un flujo continuo de gas ionizado, con velocidades de entre 400 y 700 km/s., que se denomina «viento solar», y que influye a veces sobre el magnetismo terrestre, y muy posiblemente sobre otros fenómenos no tan claramente definidos.
Un último dato, que permite visualizar la dimensión solar, es que cabrían en su interior 1.400.000 Tierras, aproximadamente.
Espero que les haya interesado, porque luego seguiremos con otros posts relativos a los demás integrantes del Sistema Solar.
Este post es una modificación del texto que me pertenece y que debe ser citado como:
Argüello, Graciela L. 2006.» La Tierra como planeta integrante del Sistema Solar» Cuadernillo didáctico Nº II, Capítulo 1. Para circulación interna en la U.N.R.C. Versión totalmente actualizada.17 páginas.
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Más sobre Geoindicadores: la lista de control.
En un post anterior les expliqué ya lo que son los Geoindicadores y les adelanté también que por su enorme importancia este tema nos ocuparía en numerosos encuentros.
Les recomiendo que repasen la introducción del tema en el post correspondiente, porque hoy damos por sabido el concepto básico y lo que voy a presentarles es lo que se llama Geoindicators checklist, o Lista de Control de Geoindicadores.
¿Qué es la lista de control de Geoindicadores?
Es el conjunto de elementos, rasgos de relieve o paisaje, fenómenos y/o procesos que delatan cambios recientes, en curso, o con alta posibilidad de ocurrencia en el corto plazo.
Es decir, se trata de aquellas características que se deben monitorear para reconocer cambios significativos que están señalando que un determinado sistema se ha movido o se está moviendo desde una posición de equilibrio hacia otra que deberá alcanzar a través de acontecimientos a veces poco perceptibles y a veces catastróficos.
¿Todos esos cambios pueden ser detectados y seguidos en su evolución?
No todos los cambios tienen indicadores claros, pero para que formen parte de la lista de control, sí deben tenerlos, porque ése es precisamente el propósito de la lista.
Por eso son hasta el presente limitados en número, y se aplican a subsistemas geológicos bien definidos. (Recordemos que el Sistema es la Tierra toda)
¿Cuántos son esos indicadores y cuántos los subsistemas que pueden monitorearse con ellos?
Existen actualmente veintisiete Geoindicadores universalmente aceptados, y muchos más en análisis para una eventual incorporación a la lista en el futuro.
Los subsistemas que pueden ser observados a través de ellos son diez.
¿Cuáles son los subsistemas que se pueden supervisar, y a través de cuáles indicadores?
A continuación, les presento la lista de control, con los subsistemas y sus correspondientes geoindicadores, pero les advierto que todos ellos serán motivo de futuros posts, porque constituyen herramientas apasionantes, por un lado porque sirven para el reconocimiento de cambios pasados y presentes, y por el otro porque son la base de las actividades predictivas sobre las que hoy se trabaja.
El modo de presentarlos es a través de agrupaciones que responden a cada uno de los entornos o procesos a cuyo seguimiento se aplican.
En cursivas anoto los subsistemas, y en negritas los geoindicadores que les corresponden.
Criosfera (se refiere a zonas congeladas):
Actividad en suelo helado.
Fluctuaciones de glaciares.
Zonas áridas y semiáridas:
Fisuras y costras sobre superficies desérticas.
Magnitud, duración y frecuencia de tormentas de arena.
Formación y reactivación de dunas.
Erosión por viento.
Zonas costeras y marinas:
Química de corales y patrones de crecimiento.
Nivel relativo del mar.
Posición de la línea de costa.
Lagos:
Niveles de agua y salinidad.
Ríos y riachuelos:
Morfología del cauce.
Acumulación y carga sedimentaria.
Humedales:
Extensión, estructura e hidrología de los humedales.
Aguas de superficie y subterráneas:
Calidad del agua de superficie.
Calidad del agua subterránea.
Química del agua subterránea en la zona no saturada.
Nivel del agua subterránea.
Suelos:
Erosión del suelo y de los sedimentos.
Riesgos naturales:
Deslizamientos de tierra y avalanchas.
Otros:
Secuencias de sedimentos y composiciones.
Desplazamiento superficial.
Régimen de las temperaturas subsuperficiales.
Para el caso de que no les haya quedado claro el concepto de la lista de control, les doy un pequeño ejemplo.
Si estamos interesados en saber si hay cambios actuales o recientes en la línea costera, observar los patrones de crecimiento de los corales, es una de las indicaciones que debemos tomar en cuenta. Pero además, se los considera de acuerdo con metodologías también bastante bien estipuladas, de las que también llegaremos a hablar.
Espero que este pequeño avance sobre un tema de tanta importancia les haya interesado, porque es apenas un nuevo pasito en una larga caminata que haremos juntos.
Pero no se impacienten, hablaremos mil veces de este tema, porque es otro de los ovillos que estoy desenrollando de a poco.
Recuerden que los minerales, el agua, el cosmos, los sismos, los volcanes, los fósiles, el suelo, etc., etc., son algunas de las madejas que estamos desenredando de a poquito. Este blog , con tantos ovillitos rodando- que pueden ver en los tags de la bar side- sería un parque de diversiones para cualquier gatito, ¿no les parece?
Bueno, por hoy he cumplido con mi deber, y los saludo con un abrazo hasta el miércoles. Graciela
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El olor de los minerales.
Hoy vamos a avanzar en el reconocimiento macroscópico de los minerales, para lo cual les recomiendo que repasen antes ese post en el que presentamos conceptos que aquí daremos por sabidos.
Además, verán que lo que traigo como cuadro aquí es un recorte de aquél que les mostré en el post de referencia, así que no anden remoloneando y lean ese texto antes que el de hoy.
Hoy comenzaremos con el primero de los caracteres organolépticos: el olor.
¿Qué significa el término «organoléptico»?
Es un adjetivo, es decir que deberá acompañar a sustantivos tales como «caracteres», «propiedades», «cualidades», «condiciones», etc. No aparecerá normalmente solo, y el diccionario lo explica así:
adj. Díc. de las propiedades de las sustancias orgánicas e inorgánicas (esp. las de los minerales) que pueden apreciarse por los sentidos. Deriva del griego: όργανο= órgano, y δεκτικό = receptivo.
Obviamente, como los sentidos son cinco, no pueden ser mucho más abundantes las propiedades que con ellos se capten. Por eso ven en el cuadro: olor, correspondiente al olfato; sabor, correspondiente al gusto; sonido, para el oído; y tacto para el sentido homónimo.
Y ahora ya estarán a los gritos: – «¡¿Y la vista?!,¡¿Y la vista?!»
Tranquilos, chicos, no la he olvidado, si ven el cuadro del cual he recortado este pedacito (si no me hicieron caso y no leyeron el post anterior, a embromarse ahora), he separado las propiedades que se aprecian con la vista en un cuadrito aparte que he llamado «Propiedades que dependen de la luz», porque sin ella, no verán objeto alguno, por mucha vista que tengan. Además, la clase de luz incidente altera la apreciación de esas propiedades.
Pero volvamos al tema elegido para hoy: el olor.
¿Qué clase de propiedad mineral es el olor?
Es una propiedad escalar, según ya hemos definido antes, de tal manera que no importa la dirección de exploración, no cambiará en absoluto. Es decir que si un mineral huele fiero, por mucho que le den vueltas, no tendrá perfume a jazmín en ningún rinconcito. Está claro, ¿verdad?
Convengamos que esta propiedad era más determinativa en la época de los alquimistas, cuando muchas otras no eran conocidas, o no se contaba con elementos confiables para su determinación.
Hoy en día, los geólogos no andamos oliendo minerales ni olfateando rocas como parte de nuestra rutina, pero, en muchas situaciones, es el mismo olor el que sale a nuestro encuentro y es una ayuda no desdeñable. Y hay otras circunstancias en que una maniobra simple nos saca de dudas por el olorcito inconfundible con el que el mineral nos recompensa.
¿Cómo se reconoce el olor de los minerales?
No me digan oliendo, porque es una perogrullada, y la pregunta se dirige a otra cosa.
En efecto, es importante hacer notar que exceptuando situaciones muy particulares, los minerales en seco no desprenden olor.
No obstante, por fricción o por golpe, humedeciendo con agua o simplemente con el aliento, por liberación de algún ingrediente volátil a través del calor o por reacción con ácidos, pueden llegar a percibirse ciertos olores que reciben designación propia.
¿Cómo se denominan los olores característicos de los minerales?
- Aliáceo: es un característico olor a ajo, (recuerden que el nombre científico del ajo es Allium sativum, y de ahí el término) que se obtiene por fricción de la arsenopirita, y por calor de otros compuestos también arsenicales.
- Rafanáceo: es el olor a rábano en descomposición. Es bastante fuerte y picante, y se produce cuando se calientan minerales que contienen selenio, como la aguilarita o la francisita, un sulfuro y un óxido respectivamente.
- Sulfuroso: es propio del azufre nativo, del que se obtiene por fricción y calentamiento. También la pirita y otros sulfuros desprenden ese olor cuando se los calienta.
- Bituminoso: es el olor propio de los betunes y lo producen muchos hidrocarburos.
- Fétido: es el olor del ácido sulfhídrico, que se describe bien si se lo compara con el de los huevos podridos. Se emite por la fricción de algunas variedades de cuarzo y calcita, y por reacción química de la galena (sulfuro de plomo) con el ácido clorhídrico. En este caso, se produce por un lado cloruro de plomo que se deposita, y por el otro ácido sulfhídrico que se desprende como gas hediondo. Les muestro la formulita de paso: SPb + 2ClH= Cl2Pb+SH2 (éste es el culpable del olor).
- Arcilloso: es el olor del barro húmedo. Se obtiene de la serpentina y las arcillas entre otros minerales, cuando se los humedece con agua o hasta con el simple aliento. En otros casos, se obtiene el olor arcilloso cuando se calienta.
Como pueden ver, el olor no es en absoluto inocente en esto de reconocer minerales.
Espero que no anden ahora oliendo cuanta piedra les caiga en las manos, pero sí que estén alerta a perfumitos característicos que pueden llegar a percibir en determinados casos. Si les interesa el tema, vuelvan por el blog, que esto recién empieza. Un abrazo, Graciela
La foto es del viaje de Pulpo a Estados Unidos.
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El agua como agente geológico.
Como aquí vamos a dar un nuevo paso de avance en el conocimiento de este valioso elemento, es importante que vean los posts anteriores relativos a este tema.
El rol del agua tal vez más conocido por todos es el desgaste que ella produce cuando se desplaza por la superficie terrestre como una masa más o menos caudalosa, sea en forma de ríos, mares o láminas continuas.
Es igualmente fácil visualizar el efecto que una inundación tiene sobre el paisaje, las construcciones, o los habitantes de una zona ribereña.
También puede observarse sin dificultad el lento socavamiento que las olas producen en las paredes rocosas, o aun urbanamente, medir las consecuencias de un simple caño roto, sobre los cimientos de los edificios, etc.
Todo esto, constituye sólo parte de la acción del agua. Se trata en estos casos de efectos erosivos, es decir de un ciclo de arranque, transporte y redepósito de materiales por un agente en movimiento, capaz de recorrer grandes distancias.
Estos procesos son objeto de estudio de la Geología Dinámica y de la Geomorfología, aspectos sobre los que profundizaremos en su momento.
Pero los temas que son objeto del presente post son otros, no menos importantes, aun cuando muy probablemente pasen casi desapercibidos.
Esos aspectos se relacionan con otro proceso, denominado meteorización que, entre otras cosas es el requisito previo para que tengan lugar los cambios capaces de formar el suelo, y que a diferencia de la erosión, no implica un transporte significativo de material. Esencialmente ocurre in situ, es decir en el mismo lugar.
Por cierto la meteorización misma será tema de otros posts, pero para terminar de comprender la función clave del agua en el ciclo de los fenómenos geológicos, se adelantan aquí algunos de sus roles, de manera general, para insertarlos luego en el marco de la meteorización.
¿Cuáles son las funciones geológicas del agua?
Las principales funciones geológicas del agua pueden agruparse en físicas y químicas.
¿Cuáles son las funciones físicas del agua?
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El transporte de materiales, aun por la muy lenta circulación que se produce en los espacios porales de las rocas y sedimentos. En este caso, la movilización se produce en macro escala debido a los potenciales de evapotranspiración y de gravitación. En microescala, las fuerzas capilares son las dominantes. No se desesperen que estos términos serán también explicados en futuros posts.
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La difusión de reactantes, es decir elementos y compuestos químicos susceptibles de reaccionar, hasta los sitios de reacción, tales como la interfase sólido- líquido.
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La producción de una presión parcial, que se relaciona directamente con su actividad y potencial químicos, y que genera movimientos y reacciones de gran importancia.
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Intervención activa en el proceso de crioclastismo ya explicado en otro post.
¿Cuáles son las funciones químicas del agua en los procesos geológicos?
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Su actividad como solvente, resultado de la dipolaridad que ya se ha comentado en otro lugar del blog.
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Su intervención como componente necesario de casi todas las reacciones típicas en la zona de meteorización, tales como: hidratación- deshidratación, reacciones ácido-base; solución- precipitación e intercambio iónico.
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Su presencia en las principales fases formadas durante la meteorización, tales como hidróxidos, arcillas y sustancias amorfas.
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Su capacidad para actuar como buffer. Esto asegura que en climas húmedos, las aguas tengan una composición química medianamente uniforme. Les aclaro que se entiende como buffer a aquella sustancia que modera o morigera los cambios químicos en un sistema dado. Es decir que actúa como un amortiguador de cambios, simplemente.
Este post fue realizado modificando parcialmente textos de mi propio libro, que debe ser citado como sigue, en caso de su utilización:
Argüello, Graciela L. 2002. LOS RECURSOS SUELO Y AGUA. Libro de Texto para el Trayecto Ciencias de la Tierra, del PROGRAMA DE POSTITULACIÓN EN CIENCIAS NATURALES, de la F.C.E.F. y Naturales de la U.N.Cba. Versión actualizada, corregida y aumentada.86 págs. ISBN Nº 987-9406.
La foto la saqué de una de esas cadenas cursis, cuyo principal valor, para mi gusto, son las imágenes; si alguien la reconoce como propia, sólo tiene que decirlo y le damos los créditos correspondientes.
Espero verlos el próximo lunes nuevamente por aquí, porque se vienen temas interesantes, les aseguro. Un abrazo, Graciela
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
¿Cómo se forman los suelos?
En posts anteriores, ya les conté que existen dos grandes ciclos, y que dentro del exógeno, hay procesos que desgastan las rocas, y otros que construyen apilamientos de los materiales desgastados desde ellas, a los que llamamos sedimentos.
Para aquellos interesados en los suelos en relación a la construcción pueden visitar el post Qué es y para qué sirve un estudio de suelo.
¿Cómo se forman los suelos?
Por ahora, sepamos que tan pronto como las rocas han sido atacadas por los procesos de la meteorización, y/o ha ocurrido algún transporte (erosión) de los productos resultantes; sobre ellos se instala un nuevo tipo de fenómenos más avanzados que se denominan pedogenéticos, edafogénicos o formadores de suelos.
Si bien la meteorización es un requisito previo indispensable para la iniciación de toda evolución edafológica, no es suficiente en sí misma, ya que el suelo no puede considerarse tal, sino hasta después de la instalación de ese nuevo grupo de procesos edafogénicos.
¿Qué son los materiales parentales?
Son aquéllos a partir de los cuales se generan los suelos, y pueden pertenecer a uno de los dos grandes grupos que definimos a continuación.
Si los productos que han resultado de la meteorización permanecen en el lugar, los materiales parentales u originarios de los suelos se denominan autóctonos.
En cambio, si han sido sometidos a transporte por algún agente se conocen como alóctonos.
Ejemplo del primer caso es el regolito, o material desgastado desde un afloramiento, que por su tamaño, o por estar protegido de agentes de transporte como el viento y el agua, queda en el lugar en forma de residuos de la meteorización.
En el segundo caso, se encuentran los sedimentos que fueron movilizados a lo largo de mayores o menores distancias, y luego fueron depositados.
Cuando el vehículo es el viento, y el material, fino, el típico sedimento resultante es el loess, a partir del cual han evolucionado la amplia mayoría de los mejores suelos de zonas agrícolas.
Localmente, hay también materiales parentales que han sufrido transporte hídrico, como ocurre en antiguas llanuras de inundación o terrazas de ríos; y aún -en otras geografías- rocas madres depositadas por hielo, vulcanismo, gravedad, etc.
¿Cómo empieza a formarse un suelo?
A partir del momento del depósito, y durante tanto tiempo como dure una relativa estabilidad de la superficie geológica, comienza su curso la formación de suelos, tema que abarca muy numerosos cambios, que hoy apenas comenzaremos a enumerar.
La forma más simple en que puede intentar comprenderse la complicada historia de la formación de un suelo, podría resumirse como sigue.
Cuando hasta un material tal como el loess, ya preparado por la meteorización y la erosión llega – traído por agentes como el viento, los animales o el hombre- alguna semilla que logra sobrevivir a la escasez de nutrientes, y a la falta de un verdadero suelo, generando los primeros vestigios de vegetación; se disparan los procesos pedogénicos que en otros posts se mencionarán con algún detalle.
Una forma de visualizar este suceso es en la propia ciudad, en veredas o terrazas embaldosadas, que paulatinamente se ven invadidas por brotes de césped, arbustos y plantas, pese a que una calzada, mal puede considerarse un suelo.
¿Qué son y cómo se forman los distintos horizontes?
A ese material originario que ya esté en evolución hacia el suelo se lo denomina horizonte C, ya que cada una de las capas que constituyen el suelo se conoce como horizonte, y la letra C se reserva para aquélla que casi no tiene alteraciones desde el cuerpo inicial.
Una vez que ha comenzado la mencionada colonización vegetal, el propio ciclo biológico proveerá un enriquecimiento superficial en materia orgánica, dando lugar a la formación de un horizonte A, así denominado, precisamente por ese aumento de componentes orgánicos.
En pasos posteriores, el agua actuará como vector para arrastrar hacia abajo elementos minerales y orgánicos, que se depositarán a cierta profundidad, fundamentalmente en forma de arcillas y humus coloidales, constituyendo el horizonte B.
Un suelo medianamente evolucionado, terminará generando lo que se conoce como un perfil, que no es otra cosa que la sucesión vertical de las capas u horizontes mencionados, tal como se ve en la imagen que ilustra el post. Aclaremos de paso que dicha figura no está ni remotamente hecha a escala, no se dejen engañar por el arbolito. El espesor normal de un perfil de suelo es de alrededor de un par de metros.
Desde abajo hacia arriba, un suelo comprende de forma general: un horizonte C, que es casi el propio material parental; un horizonte B, conocido como iluvial, porque se enriquece con materiales movilizados desde arriba, y un A, conocido como eluvial, porque es a sus expensas que se han acumulado los elementos en el B.
Evoluciones más complejas o situaciones particulares, irán generando otros horizontes, como el E (empobrecido en numerosos elementos); o el O, que incluye restos vegetales y materia orgánica, y el R que puede ser roca subyacente a todo el perfil.
Existen también horizontes como el L, que incluye materiales límnicos, es decir de origen lacustre, y que puede denominarse también capa por su escasa edafización; capa u horizonte M, que implica limitaciones para el crecimiento de las raíces debidas fundamentalmente a acciones antrópicas, y la W, que indica presencia de agua.
Hay además subdivisiones, o rasgos peculiares de los horizontes, que dan origen a numerosísimas variantes en la nomenclatura del perfil, razón por la cual, vendrán todavía muchos posts.
La bibliografía básica para este post es mi propio libro:
Argüello, Graciela L. 2002. LOS RECURSOS SUELO Y AGUA. Libro de Texto para el Trayecto Ciencias de la Tierra, del PROGRAMA DE POSTITULACIÓN EN CIENCIAS NATURALES, de la F.C.E.F. y Naturales de la U.N.Cba. Versión actualizada, corregida y aumentada. 86 págs. ISBN Nº987-9406.
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