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La trágica avalancha en Aguascalientes, Perú.

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Cuando leí sobre los luctuosos acontecimientos en Perú, casi al pie del Machu Pichu, pensé que habría mil posts explicando el fenómeno, y casi desistí de sumarme al coro, pero para mi sorpresa, la información no ha rozado casi los costados geológicos de la tragedia, de modo que aquí me lanzo con el primero de los posts que se relacionarán de alguna manera con el tema.

Y deberán ser necesariamente muchos los temas a analizar, y por lo tanto, las veces que volvamos sobre el asunto.

¿Qué fue lo que sucedió en Perú?

Me parece que puedo comenzar hoy explicando qué es este proceso que ha tenido lugar, acomodándolo en el contexto del complejo sistema que es la geología.

Habrá luego que hablar sobre los factores que inciden en este fenómeno, y seguramente analizar también por qué y cómo se conjugaron ellos en este momento y lugar en especial.

Demasiado denso para un solo post de un blog que pretende ser de fácil lectura, por lo cual, repito, iré desgranando los diversos aspectos involucrados de manera progresiva y sencilla, si es posible.

Hoy, entonces, veamos qué fenómeno es éste.

Si pasean por el blog, verán en uno de los posts relativos a los objetos de estudio de la geología, que dentro de la dinámica exógena, hay básicamente dos ciclos: gliptogénesis y litogénesis.

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En el primero de ellos coexisten tres grupos de manifestaciones, a saber: la meteorización, la erosión y la remoción en masa.

Les debo las definiciones de los dos primeros, pero ahora debemos centralizar el enfoque en la remoción en masa, porque de eso se trata una avalancha o alud, como se lo llama vulgarmente.

En general, la remoción en masa es una transferencia de energía desde zonas de alto potencial hacia zonas de bajo potencial, lo cual se realiza a través de un transporte de materia a favor de la gravedad.

Esto se entiende fácilmente si uno imagina que levanta una valija, por ejemplo, hasta el portaequipajes de un avión. Podría ser levantar el bebé desde el piso hasta la cuna o subir un gato a un árbol, lo importante es el movimiento involucrado, no se dejen confundir por otra cosa.

Cuando lo hace, invierte un trabajo, y la energía del mismo se acumula como potencia (físicamente ,potencia es capacidad de producir trabajo), y vale decir que allí arriba la situación es de alto potencial, lo cual siempre genera algún grado de inestabilidad.

Si luego se deja caer cualquiera de los objetos del ejemplo (tengan cuidado con el bebé, por favor) la potencia acumulada se libera en la caída.

Es decir, estamos como siempre ante intercambios de energía que en este caso se manifiestan como movimientos o transportes de materia.

Cuando el vehículo de transporte es agua en cualquiera de sus formas, o viento, el proceso es de erosión, pero cuando el agente que produce la movilización no es ninguno de ellos, sino la fuerza de la gravedad, entonces estamos ante la remoción en masa, o como también puede decirse, son «movimientos coluviales»

El agua puede estar presente en cantidades variables, pero es en todo caso un factor disparador, no un agente de transporte, o al menos, no lo es en el origen.

A lo largo del recorrido, puede ir aumentando el contenido de agua y pasar a ser una forma de erosión hídrica, con todas las alternativas transicionales entre ambas.

¿Hay otras formas de remoción en masa?

El cuadro que les incluyo implica las formas comunes de remoción en masa. Como pueden observar, si las vertientes o pendientes son de roca masiva, los fenómenos que ocurren son de una clase y si se trata de sedimentos desagregados, son de otra.

Este cuadrito, será analizado en detalle en posteriores posts, hoy lo que nos importa es saber que lo acontecido en Aguascalientes es una corriente de barro, que tiene lugar sobre vertientes de sedimentos sueltos, y que básicamente tiene lugar cuando en pendientes inestables (recuerden que son zonas de alto potencial) el agua de lluvia se infiltra en el material, aumentando su peso de manera que ese equilibrio inestable se rompe y la gravedad actúa en toda su magnitud.

La ruptura del equilibrio ocurre cuando el peso del material así empapado supera la resistencia que oponen la rugosidad del terreno y la cohesión del material.

Por otra parte cuando la presión del agua intersticial en los poros supera la fricción interna del sedimento, se dice que éste ha alcanzado su límite plástico primero y líquido después, actuando como un cuerpo en deformación viscosa o como una verdadera corriente líquida, respectivamente.

Tanto el límite plástico como el líquido se miden en función de la cantidad de agua que puede un material poroso contener antes de comenzar a variar su comportamiento según lo ya mencionado más arriba.

La velocidad que alcance el desplazamiento depende de numerosos factores, pero suele ser de decenas de metros por minuto, y eso le da capacidad de arrasar con cuanto encuentra a su paso.

En algún momento dado, como ya dije, puede ser un flujo cada vez menos denso por la suma de agua al sistema, hasta llegar a moverse como una corriente fluvial y erosionar como una inundación corriente.

En este caso, los factores involucrados tienen que ver con la presencia de El Niño, con sus aumentadas precipitaciones, las pendientes involucradas, el tipo de material, las vibraciones de los recientes terremotos en placas adyacentes, y hasta algunos cambios culturales en el uso de la tierra.

Pero todos son temas merecedores de sucesivos posts, y bueno sería que vayan recordando los temas de complejidad y teoría de sistemas, que son aquí bien pertinentes y cuyos links les puse más arriba.

A los responsables y trabajadores de medios de comunicación que estén interesados en informarse para realizar notas sobre desastres naturales, los invito a visitar el post que escribí sobre Geología para periodistas y comunicadores.

En la foto, me ven en la empinada callecita principal de Aguascalientes, un pueblo de gran belleza y pintoresquismo, que lamentablemente hoy sufrió las consecuencias de la indomable fuerza de los elementos naturales.

Recuerden que este tema no está agotado ni muchísimo menos, ya volveremos sobre él.

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Leyenda del Señor de los Temblores en Perú – El mito y la geología

350px-cathc3a9drale_de_cuzco_dc3a9cembre_2007_-_vue_de_faceEn un reciente viaje a Perú, y visitando monumentos históricos, tomé contacto con esta creencia popular, que aunque me valga una lapidación pública, no puedo menos que analizar desde la Geología de manera desapasionada.

¿De qué se trata esta leyenda?

Existe en Cuzco una gran devoción por el Señor de los Temblores, llamado también Taytacha Temblores (Tayta: «padre, señor»; -acha: diminutivo), que es por otra parte, el Patrón Jurado del Cuzco, y que hace alusión a una efigie de Cristo, tallada en madera oscurecida por el humo de las velas, propias de la devoción religiosa.

Me explicaron también que cada Lunes Santo tiene lugar una importante procesión por la ciudad, y si bien yo no he tenido la oportunidad de observarla, me cuentan que desde los balcones de las casas, muy ornamentados para la ocasión, se arrojan pétalos de äucchu, una flor silvestre que crece en el lugar.

Ahora sí veamos el por qué de tan generalizada admiración por la imagen.

A finales del mes de marzo de 1650 un terremoto asoló la ciudad, y en el medio del pánico y la destrucción reinante, alguien decidió acudir a la fe religiosa, y se sacó en procesión ese Cristo negro, que no tenía hasta entonces la convocatoria que hoy tiene.

Cuentan, que al salir en andas, el movimiento telúrico cesó al instante.

Más tarde fue colocado en la puerta de la Catedral para proteger a la ciudad de las posteriores réplicas del sismo, que ya no fueron igualmente catastróficas.

Y ahora sí, permítanme desilusionar un poco a los creyentes.

Punto 1, los sismos, son por definición, liberaciones de energía, bruscas y repentinas, pero breves. Vale decir, entonces, que en el tiempo que llevó sacar la efigie y organizar la procesión, el sismo habría cesado de todos modos, así hubieran sacado a pasear al monaguillo.

Es sencillamente lo habitual en un terremoto, más de dos o tres minutos no dura el movimiento principal. Es más, casi siempre es de apenas segundos.

Punto 2, las réplicas también según este mito popular fueron menos catastróficas por la mediación del señor de los Temblores, y sin embargo cabe acotar, que también es normal que las réplicas sean de menor magnitud, porque ya hubo una liberación previa de la energía acumulada, lo que hace que ésta se haya disipado en parte.

Punto 3. Sé que van a saltarme a la yugular, diciéndome que muchas veces las réplicas provocan tantos o más daños que el terremoto principal.

Pues acá debo acotar que en ese caso se conjugan dos cosas: la reactivación de daños estructurales ya preparados en el primer temblor, y la situación generalmente precaria de gente sin refugio, mal preparada y en situación de pánico.

Por último les recuerdo, que como señalé al presentar el concepto de catástrofe, su medición no es objetiva, y el concepto mismo es muy antropocéntrico.

Este post inaugura la etiqueta Geología y mitos populares, pero estoy también preparando posts de un tema parecido, bajo otra etiqueta que será Geología y Mitología, en la que haré alusión a las creencias menos espontáneas, que implican acervos culturales muy elaborados, como los de los griegos o los romanos, por ejemplo.

Los espero el miércoles, y disfruten hasta entonces, tanto como la Geología les permita. Un abrazo, Graciela

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