Los inicios de las Ciencias Naturales en Argentina.
Ya en un post anterior me referí a los primeros antecedentes, bastante informales si se quiere.
Hoy comenzaremos a recordar las primeras instituciones que se ocuparon del desarrollo y la enseñanza de las Ciencias Naturales, y que surgieron ya en aquella Argentina germinal que por entonces formaba parte del antiguo Virreinato.
¿Cuáles fueron las primeras instituciones dedicadas a las Ciencias Exactas y Naturales en Argentina?
Como no podía ser de otra forma, la ciencia prionera fue también la ciencia madre, es decir la Matemática.
Si bien en el S XVIII todavía la enseñanza de las Matemáticas no recibía la atención que amerita, ni siquiera en Europa, no puede menos que mencionarse el destacado gesto del padre Muriel, quien en 1750 se atrevió a incluirla como parte de su curso de Filosofía en la Universidad de Córdoba, siempre una adelantada. En 1762, se pidió autorización para la inclusión especíica de la materia en los planes de estudio.
En Buenos Aires, en cambio, se debió esperar hasta 1773, cuando algunos miembros de la Comisión Demarcadora de Límites comenzaron a enseñar matemáticas de manera privada. El astrónomo José Sourrire de Souillac, también parte de la Comisón de Límites, creó una efímera Escuela de Matemáticas que cerró por no resultar sostenible económicamente.
En 1799, por inicitaiva de Juan Alsina, y bajo la dirección de Cerviño se creó la Escuela de Náutica, que incluía las materias afines a la matemática. Después de algunos avatares entre los que se contaron desavenencias entre Cerviño y Alsina, y por supuesto, las invasiones inglesas; la que ya había pasado a llamarse Academia de Náutica, cerró en 1806.
Hubo un intento de renacer de la Academia, a cargo de O´Donnell, que duró muy poco tiempo también, ya que O´Donnell partió finalmente hacia la Univesidad de Córdoba, donde inauguró la primera Cátedra de Matemática.
¿Qué ocurrió luego de 1810 y hasta 1820?
El rescate de los intentos de enseñar matemáticas en Buenos Aires, data de 1810, cuando a instancias de Manuel Belgrano, se crea la Escuela Militar de Matemáticas. Su primer director fue Felipe de Sentenach, cuya carrera termina por haberse implicado en la conspiración de Álzaga, y resultando por eso fusilado en 1812.
Recién en 1816, se volvió a abrir un instituto formal de enseñanza en esa área científica, la academia de Matemáticas, creada por Álvarez Thomas, y dirigida por Felipe Senillosa y José Lanz.
Mientras tanto, en Córdoba florecían planes de estudio de las ciencias experimentales, dotados de microscopios y otros aparatos muy modernos para la época.
Por su parte, en Mendoza, en 1818 se creaba en el Colegio de la Santísima Trinidad, la cátedra de Topografía.
Ya más específicamente en el campo de las Ciencias Naturales, se destacan más que nada coleccionistas privados, y vale mencionar el viaje de Humboldt y Bonpland, que atrajeron la atención de los científicos europeos hacia estas tierras.
¿Qué otros intentos podemos mencionar?
No podemos menos que recordar que por esta época se creó el Museo de Ciencias Naturales en 1812, y la creación de la Universidad de Buenos Aires en 1821, pero esos tema ya serán parte de otros pots venideros.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
Otra anécdota de campo.
Ésta es la narración de otro de esos momentos tontos y risueños que hacen inolvidables algunas campañas de trabajo.
Hace varios años, todos los miembros del equipo de investigación pasamos una mañana muestreando un perfil de loess. Era un día cálido, seco y ventoso, en el interior provincial.
LLegado el mediodía, decidimos hacer algo inusitado: en lugar de comer nuestros sandwiches en el lugar de trabajo, y en vista de que por la sequía el viento nos hacía masticar limo y arena; subimos al auto y fuimos hasta la estación de servicio más cercana, para comer al reparo de tanta tierra en suspensión.
Por supuesto, ya que contábamos con las instalaciones pertinentes, aprovechamos para pasar a los servicios a lavarnos un poco antes de almorzar.
Cuando yo entraba, salían del baño dos mujeres conversando, pero al verme se callaron un momento, me miraron de arriba a abajo y luego se alejaron murmurando en voz baja.
Apostando a que hablaban de mí, aunque no entendía por qué, di unos pasos y me volví a mirarlas, y ¡bingo! efectivamente, se habían dado vuelta y cuchicheaban entre sí.
Pensé entonces: «¿nunca habrán visto a una mujer con borceguíes y equipo de campaña?», y entré en los servicios.
Y al mirarme en el espejo ¡voilá!, entendí por fin su sorpresa: tenía el pelo cubierto de polvo blanquecino, la cara entre parda y gris por el mismo loess, y tanto el jean como la camisa teñidas por la tierra en colores indescifrables.
Todavía deben estar preguntándose de dónde salía yo y que había estado haciendo, ya que parecía un personaje de dibujo animado al que acaban de revolcar por el suelo. ¡Una verdadera caricatura!!!
Un abrazo y hasta el próximo lunes, con un post científico. Graciela.
Museo de Minerales de SEGEMAR.
El MUMIN (Museo de Minerales) del Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR) es una herramienta educativa creada para difusión de las novedades e investigaciones de carácter Geológico en Argentina, incluyendo los avances científicos acerca de la historia del planeta, sus minerales y riquezas.
El MUMIN está orientado a toda clase de visitas, desde público en general hasta los estudiantes avanzados de Geología o Ingeniería. Es la rama educativa y expositiva del Servicio Geológico Minero -SEGEMAR – y la Secretaría de Minería, para concienciar al público sobre su actividad.
El museo cuenta con herramientas didácticas, juegos dinámicos que permiten el aprendizaje y la educación a través de dispositivos de realidad aumentada y realidad virtual, galerías de rocas y minerales que muestran la riqueza del país.
El museo está conformado por las áreas de Diseño y Comunicación, Educación, Investigación, Antropología, Conservación y Museología, que tienen a su cargo las tareas de prensa y difusión de las actividades; muestras temporales e itinerantes; eventos especiales; visitas guiadas, asistencia docente pre y post visita; actividades de extensión cultural; actividades extracurriculares y todo lo relativo a la planeación estratégica de un Museo.
EL PROYECTO DEL MUMINMÓVIL es una iniciativa que permite visitar con una muestra compacta, juegos para interactuar con el público en cada provincia, y acercar a cada región de Argentina los descubrimientos en tecnología y antropología para la educación en lo que respecta a la geología y ciencias de la Tierra.
Para más información click aquí.
Galileo Galilei y la Geología.
Hoy vamos a conversar sobre la influencia e impulso a la ciencia que se le debe a Galileo Galilei.
¿Qué se sabe de la vida de Galileo?
Galileo Galilei nació el 15 o el 18 de febrero, según las fuentes, en Pisa, Italia. Sus padres pertenecían a las familias ilustres de la época, y se llamaban, Vicente Galilei y Giulia Venturi degli Ammannati. Pese a la alcurnia familiar, los Galilei carecían de fortuna, y vivían del comercio. La educación del joven Galileo fue el producto de esfuerzos y privaciones.
Luego de estudiar letras, matemáticas, mecánica, pintura y música en su propio hogar, y de la la mano de su padre, ingresó en la Universidad de Pisa para estudiar Medicina.
Su verdadera vocación y definitivo camino se despertó muy tempranamente, según se cuenta, cuando a la edad de 20 años, visitó la Catedral de Pisa. Allí, la observación de una gran lámpara de bronce suspendida del techo, que oscilaba regularmente, lo condujo a inventar el primer péndulo, que aplicó a la medición del tiempo, a mover la maquinaria de los relojes, y a medir el ritmo del pulso humano.
Por esa misma época inventó también la balanza hidrostática en la que se aplica el principio de Arquímedes, básicamente para medir densidades. De resultas de estos inventos, fue nombrado profesor de Matemáticas en la Universidad de Pisa, a la temprana edad de 25 años.
Más adelante, de resultas de otro descubrimiento, relacionado con la gravedad, y que referiré brevemente más adelante, Galileo se granjea las enemistades de los «científicos» de la época, y debe abandonar Pisa para refugiarse en Padua, a partir de 1592, donde ejerce como profesor de Geometría, Mecánica y Astronomía hasta 1610.
En 1599, Galileo participa en la fundación de la Accademia dei Ricovrati y es por ese tiempo que conoce a Marina Gamba, quien lo hace padre de dos niñas, Virginia y Livia, y de un hijo al que llamaron Vincenzo.
En 1610 se traslada a Florencia y tras algunas vicisitudes que detallo más abajo, continúa su brillante carrera científica, con la publicación del que sería su último libro publicado, ya que comienza a tener serios problemas en la visión, que culminan en 1638 cuando se queda definitivamente ciego. Una sexta y última parte de sus «Discursos», de los que Dino Peri y el padre Ambrogetti tomaban nota textual, aparecería de manera póstuma en 1718.
Galileo muere en su casa de San Giorgio el 8 de enero de 1642, a la edad de 77 años.
¿Cuáles fueron sus principales descubrimientos?
Tal vez el primero que lo enemistó con sus pares fue el que echó por tierra una aseveración aristotélica que era casi un dogma. Aristóteles, sin experimento alguno había afirmado que un objeto pesado caía más velozmente que uno más liviano. Galileo lo desmintió por el sencillo expediente de arrojar desde la torre de Pisa dos piedras de pesos muy diferentes, que llegaron juntas a tierra. Se formuló así la ley de la aceleración de la gravedad constante, con la salvedad de la acción opuesta, ejercida por la resistencia del aire, que es más efectiva en cuerpos menos densos y más alargados.
Ahora hagamos una pequeña digresión, recordando una historia que -de ser exacta- es muy pintoresca. Se dice que un óptico natural de Holanda, y llamado Jean Lippershey, permitió a su pequeño hijo entretenerse jugando con algunas lentes. Él puso dos cristales alineados, y se llevó tremendo susto cuando la iglesia que observaba pareció venírsele encima, al aumentar aparentemente de tamaño. A partir de allí, Lippershey construyó el primer telescopio del que hay registro.
Galileo siguió su método constructivo y desde entonces se concentró en las observaciones astronómicas que revolucionarían la historia de la ciencia. Una nota de color es el nombre que la gente común dio a este invento: (cannochiale), acortando la expresión occhiale in canna, que en italiano significa «anteojos en caña» .
A partir de allí, son innumerables los descubrimientos que legó Galileo: las manchas solares, los cráteres de la Luna, cuatro de los satélites de Júpiter, las fases de Venus, el anillo de Saturno, la inmensidad de la Vía Láctea,etc., etc.
Pero su gran aporte fue establecer que el Sol, con todo su sistema de planetas acompañantes no estaba inmóvil, sino que se desplazaba por el espacio.
Pero lo «peor» para el conocimiento dogmático de la época fue apoyar la teoría copernicana, en cuanto a que es el Sol y no la Tierra, el centro del sistema. Y ¡colmo de la herejía!, aportar pruebas irrefutables de ello.
Hay mucho más que recordar respecto a sus restantes aportes, pero ya excede el espacio de un post, y seguramente iremos viendo algunos más a lo largo de nuestras charlas.
¿Qué influencia tuvo Galileo Galilei sobre la Geología?
Desde luego, la comprensión del sistema del que la Tierra forma apenas una pequeña parte. La enunciación de la ley de aceleración de la gravedad, el uso de los elementos que inventó y que mencioné más arriba, y muchos otros etcéteras. Pero, por sobre todo, instalar de manera ya irreversible la experimentación como parte de la investigación científica, y desterrar por fin la tiranía del pensamiento aristotélico que por siglos detuvo los avances del conocimiento en las ciencias físicas y naturales.
¿Qué consecuencias tuvo la enunciación de sus pruebas relativas a la teoría heliocéntrica?
Más allá de revolucionar el paradigma astronómico reinante, tuvo consecuencias en la vida personal de Galileo, que vale la pena recordar, porque hay allí toda una enseñanza que cada uno podrá extraer por sus propios medios.
Cuando Galileo Galilei presentó pruebas en apoyo de la teoría de Copérnico, en la que el Sol ocupa el centro del sistema, en lugar de la Tierra, sus colegas se sintieron indignados (tal vez porque tenían que ponerse a revisar sus conocimientos otra vez) y lo denunciaron, a través del religioso dominico, Fra Lorini (cero formación científica) ante la Inquisición de Roma, el 15 de febrero de 1615.
En esa primera instancia, y debido al prestigio alcanzado por sus descubrimientos e inventos anteriores, la Inquisición fue benevolente y sólo se le advirtió que la Teoría Copernicana era herejía, y se le prohibió su enseñanza, a partir del 26 de febrero de 1616.
En 1623, Galileo escribe su texto Saggiatore, en el que con mucha discreción se desliza su preferencia del Sistema copernicano sobre el tolemaico, y se lo dedica al Papa Urbano VIII, quien lo recibe con beneplácito, tal vez porque nunca lo leyó…
Todo cambió a partir de 1632, con la publicación de su «Diálogo de los máximos sistemas del mundo, tolemaico y copernicano», donde trata la teoría vigente con gran sarcasmo y ningún disimulo. Entonces sí la Inquisición reacciona con violencia y lo condena a prisión, y a recitar todas las semanas durante tres años, los Salmos Penitenciales. Además debía someterse a una humillante ceremonia en la que debía abjurar de todos sus errores, cosa que hizo el 22 de junio de 1633.
Allí surge una anécdota de difícil comprobación, ya que se la da a conocer más de un siglo después en el libro de Jrailh, «Querelles litteraires», aparecido en 1761, y en el cual no hay fuentes claras.
No obstante, la anécdota es bella y se ha hecho inmortal. Según ella, al terminar de «retractarse de sus herejías», Galileo golpeó el suelo con el pie, y exclamó. » E pur si muove», es decir, «Y sin embargo, se mueve».
El Papa le redujo la sentencia dictada por la Inquisición, y en lugar de enviarlo a la cárcel, lo confinó a sucesivas residencias, a saber: Trinitá del Monti, residencia del embajador de Toscana, emplazado en el Monte Pincio; palacio de Piccolomini, arzobispo de Sena, y finalmente en su propia villa San Giorgio de Arcetri hasta su muerte.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post es una fotografía del cuadro pintado por Justus Sustermans, pintado en 1636, y se encuentra en el museo Uffizi en Florencia.