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El balance de una vida con la Geología. Parte 2.
En este post en particular, les conviene leer la introducción que hice la semana pasada, porque si no, ni siquiera van a entender a qué viene, y por qué, de pronto, cuento partes de mi propia historia personal.
Les aclaro además que esta vez las preguntas fueron formuladas por Dayana, y yo me limito a contestarlas.
En la primera parte, publicada el lunes pasado, contesté las siguientes preguntas:
-¿Cómo llegaste a la docencia?
-¿Cómo han cambiado las cosas en casi 40 años de enseñar Geología?
-¿Cómo eran tus clases?
-¿Cómo es tu relación con alumnos y ex alumnos?
-¿Qué cosas no tan buenas encontraste en la Facu?
– Contanos historias graciosas de tu paso por la docencia.
Y ahora sí, vamos a completar el «reportaje»:
¿Recordás historias emotivas de tu paso por la docencia?
No hace mucho, ya jubilada, fui a la Facultad a dar una charla en el marco de un evento especial organizado por la Escuela de Geología para alumnos visitantes de una Escuela Técnica del interior de la provincia, y cuando preparaba el cañón para la proyección del power que tenía listo, se acercó un ex alumno, hoy docente en Mineralogía, brillante y muy buena persona, sólo para decirme que me recordará siempre como uno de sus mejores profesores, y que mis clases habían estado entre sus favoritas, por amenas, ordenadas y didácticas.
Agregó que no quería dejar de decírmelo ahora, ya que antes no lo había hecho para que no pareciera una manifestación interesada.
Me hizo sentir muy bien, y es un recuerdo que atesoraré, sobre todo por venir de quien viene, (Fernando C.) un auténtico crédito para la Geología argentina.
¿Recordás historias divertidas ocurridas en el campo?
Sí, miles, pero también serán motivo de posts en la etiqueta Anécdotas geológicas.
No obstante, les cuento que hubo por lo menos dos ocasiones en que nos sacaron a tiros de campos a los que, llevados por el entusiasmo de la investigación, nos metimos saltando alambrados, como verdaderos intrusos. Tenían razones para hacerlo, pero son situaciones que no se olvidan con facilidad. Los detalles serán posts de viernes muy pronto.
¿Podrías contar historias de logros personales o de tus alumnos?
Sí, tambi{en muchas, pero una que me llena de orgullo, es la de un alumno, que superó una situación social muy desfavorable, a través del estudio y el trabajo. Me reservo los detalles, por respeto a su privacidad, pero puedo contarles que todavía hoy conservo con emoción y cariño en mi celular, un mensaje de texto que me envió con motivo del día del maestro, como diez años después de haberse recibido.
Copio textualmente una partecita muy breve de ese mensaje:
…Usted sabe que le debo la carrera…Esa oportunidad que me dio para ser profesional no se olvida jamás…
D. S. hace alusión en ese mensaje a su primer examen universitario, cuando yo estaba en Geología General, y remé al lado de él, para ayudarlo a expresar conocimientos que tenía, pero que le costaba mucho verbalizar, precisamente por su extracción social. El resto del Tribunal, (aclaro que no son los docentes que están hoy en la Cátedra) prejuicioso, se oponía a darle una oportunidad. Y eso es lo que él no olvida, aunque yo sólo lo recordé cuando me llegó ese mensaje.
Creo que la posición profesional y social de D.S. hoy, es el mejor premio que me llevo de la docencia.
¿Qué esperás haber dejado en los alumnos que pasaron por tus clases?
Un buen recuerdo. Que me reconozcan como una buena persona y que hayan advertido cuánto amé la docencia. Si de paso aprendieron algo, mejor todavía.
¿Qué vas a seguir haciendo de tu vida por fuera de la UNC?
Todo lo mismo que he hecho siempre, pero con más tiempo y más relajadamente. Es decir todo lo que les conté en la pestaña sobre mí : danzas, literatura, blogs, proteccionismo animal, idiomas, libros, música, viajes, y siempre, siempre divulgación científica.
Por otra parte, espero poder disfrutar un poco más de mis hijos, nietos, nueras, amigos, y por supuesto, mis niñitas ladradoras que siempre están a mi lado.
¿De qué te jubilás y de qué no?
Bueno, de hecho no me he ido del todo de la Uni, ni de la docencia ni de la investigación. En el último caso, porque el proyecto científico del que soy codirectora sigue por lo menos hasta fin de año, y después puedo- si quiero- engancharme en otros.
Vengo realizando charlas de extensión y de divulgación, y la agenda está abierta para muchas más.
Sigo participando como evaluadora científica en numerosas publicaciones nacionales e internacionales, entre las que destaco la Quaternary International de Editorial Elsevier, que es un top ten en mi área de conocimiento, y donde ya estoy en la database como reviewer, después de haber actuado como tal un par de veces.
Al margen, sigo participando en publicaciones científicas para dar a conocer los resultados de investigaciones que todavía no se liberaron al público.
Luego de mi jubilación, me ocupé también de armar, junto con Sabrina y Gabriela un poster acerca de suelos, que al menos en teoría, formará parte de la exhibición permanente en el Museo de Paleontología de la Universidad Nacional de Córdoba; formo parte de la Comisión redactora del Capítulo Suelos del Relatorio para el Congreso Geológico Argentino que tendrá lugar en Córdoba el año próximo, y tantas otras cosas, que sería muy largo enumerar.
Pero no quiero olvidar la mención de que tengo también en carpeta posibles intervenciones en cursos y clases especiales para determinadas carreras de Universidades privadas.
Y por fin, mi gran proyecto es la publicación de libros de divulgación científica, de los que seguramente pronto tendrán noticias en el blog. En efecto, el primero de ellos está ya escrito y en plena búsqueda de editorial.
Por fuera de la Geología, hay también un par de libros ya en manos de un potencial editor, bajo el formato de libros electrónicos. Uno de ellos es de los cuentos para adultos, cuyo estilo los que me siguen en mi otro blog ya han llegado a conocer; y el otro de Prosa poética y poesía, también según conocen los lectores de ¿Y si hubiera una vez?
Un tercer libro esta en proceso de armado y es de humor.
Y ya he comenzado a escribir otro de divulgación geológica.
O sea, no me busquen en la plaza ni el geriátrico por el momento, que cuando no esté a full con estas cosas, estaré seguramente tachando de mi lista de destinos pendientes, los diversos lugares del mundo que me falta conocer todavía.
En resumidas cuentas, despedirse no es irse, y la vida es tan plena como uno quiere que sea, en cualquier etapa de ella.
Un abrazo y nos vemos el miércoles. Graciela.
El balance de una vida con la Geología. Parte 1.
Este post me generó muchas dudas a la hora de tomar la decisión de publicarlo o no.
Y les explico la historia:
Ocurre que al cumplir mis 60 años de edad, tomé la resolución de jubilarme, pero lo hice silenciosamente, en agosto de este año.
Dayana comenzó a insistir en que debía hacer un post al respecto. Y yo a resistirme. Mi resistencia pasaba por el hecho de que conozco los prejuicios de nuestra sociedad con respecto a la gente que supera la barrera de los 60.
Mi temor era específicamente que de pronto mis lectores me vieran como un fósil que ya no tiene más nada que aportar (aunque los que saben algo de Paleontología saben también que la información que los restos fósiles brindan es invalorable), y comenzaran a abandonarme.
No obstante, pasados un par de meses, y encontrándome con la realidad de que estoy cada vez más ocupada, y que además no me he alejado de la actividad científica como podría esperarse, me rendí a la estocada final del argumento de Dayana:
-«Si no demostrás lo contrario, estás contribuyendo a sostener el mismo prejuicio que tanto te molesta».
Y sí, es maldita la criatura, pero tiene toda la razón del mundo, así que aquí está mi «post del alpiste» como ella lo bautizó, porque según ella, si no levanto la bandera de los jubilados activos, sólo me queda dar de comer a las palomas en la plaza.
De hecho, ella y el Pulpo, cayeron a casa el día de mi jubilación, con un paquete de alpiste de regalo, que es el que ven en la foto 1.
En cambio, la foto que ilustra el post es actual, tomada en una de mis prácticas de ballet clásico, más especÃficamente durante ejercicios de barra a tierra, y tiene el objetivo de demostrarles que 60 años no es nada, y que yo sigo tan regia como siempre, jejeje 😀
Volviendo al tema del post, la otra cara de la moneda es que además yo no entendía muy bien qué quería Dayana que contara, ya que mi jubilación al cabo y a la postre, es un hecho privado que no le interesa a nadie más que a mí.
Y entonces, ella se descolgó esgrimiendo preguntas que bien miradas, pueden tener algún significado para los lectores.
Hecha la introducción, tomo las preguntas tal como me las formuló Dayana, y completo una especie de «reportaje imaginario» para compartir con ustedes algo que se parece a un balance, pero nunca a una despedida.
Y son tantas las preguntas que de hecho este post del alpiste vendrá en dos partes.
¿Cómo llegaste a la docencia?
Tuve la suerte de entrar por la puerta grande, aunque fuera con un cargo chico, jejeje. Paso a explicarles. Yo me recibí siendo muy joven (21 años cumplidos dos meses antes de recibir el título), y lo hice con promedio superior a 8, que además era el mejor promedio de la promoción, y sin aplazos. Esos tres requisitos eran los exigidos para obtener el Premio Universidad, también conocido como Medalla de Oro.
Parte de la reglamentación de ese Premio implicaba que se me otorgaba un contrato por un año con un cargo de docente (el cargo más bajo) en la materia que yo misma eligiera. Y así empezó mi carrera, en la Cátedra de Geofísica, de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la Universidad Nacional de Córdoba.
Después fui obteniendo mejores cargos, primero en promociones directas, y después a través de los concursos, cuando volvieron a existir en las Universidades argentinas, desde 1985. En total en mi carrera acumulé cinco concursos (abiertos) ganados. Más que muchos colegas, me enorgullece decir,
¿Cómo han cambiado las cosas en casi 40 años de enseñar Geología?
Difícil pregunta ésta, ya que todo el abanico entre «nada» y «sustancialmente» podría incluirse en la respuesta. Y eso es así porque depende de cada cátedra, materia y/o equipo docente.
Así, es cierto que hay quienes no se han enterado ni siquiera de los cambios de nomenclatura que vienen acontenciendo desde hace más de 20 años en su área de especialidad (no voy a dar ejemplos, pero los que están en el tema ya estarán acuñando nombres, jejeje); pero también hay materias en las que todos los docentes se encuentran en la cresta de la ola y empujan para que los demás se unan al cambio.
También en las técnicas didácticas hay quienes no salieron todavía del franelógrafo, o poco más o menos, y quienes incorporan (incorporamos) todas las herramientas que la tecnología pone en sus manos.
Hay quienes no terminan de entender qué significa la enseñanza cuyo objetivo es el desarrollo de competencias, y quienes a pesar de no saber de qué se trata, se oponen de todas maneras. Hay en el otro extremo, entusiastas del aprendizaje basado en problemas, aunque también otros están convencidos de que si no «desarrollan» todos los temas en clase, los alumnos no pueden acceder a ellos de ninguna otra manera.
En otras palabras, puedo señalar cambios, pero también estatismo, depende de los actores involucrados.
¿Cómo eran tus clases?
No querría calificarlas yo misma, pero sí puedo decir que a mí me encanta dar clases, que nunca me aburrí, y espero no haber aburrido a mis alumnos tampoco.
Pero si miran el blog detenidamente, tendrán una pista de cómo presento la información, y cómo me gusta jugar con ella.
Este blog es un poco como un aula virtual más abierta que la que desarrollé en mi materia.
Porque me enorgullece decir que en el mismo año en que ya había presentado los papeles para jubilarme, estaba usando el aula virtual de la materia, como una innovación más.
Mi orgullo es que nunca «hice la plancha», hasta el último minuto estuve generando los cambios, a medida que la Facu ponía los medios a nuestra disposición. Y puedo asegurar que fui la primera profe que dio clases con Prezi en la Escuela de Geología de Córdoba.
¿Cómo era tu relación con alumnos y ex alumnos?
Otra vez, una difícil pregunta. Pero puedo dar datos objetivos.
Existe en la Universidad un sistema de Control de Gestión Docente que incluye entre otras cosas, encuestas a los alumnos, que ellos responden anónimamente una vez cursada la materia. Y siempre tuve elogiosos resultados. Siempre.
Y de mis ex-alumnos, puedo decir que todavía muchos de ellos me escriben mails, o son mis amigos de facebook, y cuando los encuentro por la vida, es una alegría mutua. No recuerdo que algún ex alumno haya pasado por la facultad sin hacer un alto en la cátedra para darnos un abrazo.
Y hay lectores en este mismo blog, que fueron mis alumnos y a veces dejan comentarios cariñosos.
Todos ellos enriquecieron mi vida, y de todos aprendí algo.
Creo que eso se debe a dos cosas: soy una buena persona, aunque no sea ningún genio de la Geología, por un lado; y por el otro, siempre amé y disfruté la docencia, y eso se nota. Los alumnos saben, no son tontos.
¿Qué cosas no tan buenas encontraste en la Facultad?
La burocracia. La permanente exigencia de rellenar papeles para esto y para lo otro. La lentitud para resolver las cosas. Y los palos en la rueda que a veces se ponen unos a otros los propios docentes, por un extraño sentido de la competencia que no siempre es todo lo sana que me gustaría ver. Y algunas cosillas más que prefiero reservarme porque mi mamá me enseñó que la ropa sucia se lava en casa, y porque no son tan graves como para merecer una denuncia pública, después de todo. 😀
¿Recordás historias graciosas?
Por supuesto, pero ya las he contado, o las iré contando en la categoría Anécdotas geológicas del blog.
Pero te cuento una que no da para un post porque es muy cortita.
Cuando ingresé en la docencia, era como ya te dije, muy jovencita, y uno de los primeros días en que me tocó dar una clase, y había puesto sobre la mesa bastante material para ilustrarla, un alumno, que no tenía idea de quién era yo (una ignota ayudante, pero docente al fin), me advirtió:
-Che, flaca, ése es el escritorio del profe, si llega a ver todo lo que le desparramaste ahí, te va a sacar cagando (sic)
Bueno fue verle la cara cuando le dije:
-Es que yo tengo que dar la clase hoy. Soy la nueva docente.
Hasta aquí llegamos por hoy, los invito a leer las respuestas a las siguientes preguntas, la semana que viene:
– Historias emotivas.
– Historias del campo.
– Historias de logros (personales, de los alumnos, etc).
– ¿Qué esperás haber dejado en los alumnos que pasaron por tus clases?
– ¿Qué vas a seguir haciendo de tu vida por fuera de la unc?
– ¿De qué te jubilás y de qué no?
A ese geólogo le dicen «Arcoiris» porque…
Hay varios geólogos, y no sólo geólogos, claro, que ya han hecho méritos más que suficientes para ser conocidos como Arcoiris, porque aparecen después de las tormentas, sobre todo si son tormentas de ideas.
Se trata de esos personajes que no aportan nada cuando se está gestando un proyecto, un paper o un evento científico, pero que después, cuando todo está terminado, o casi, aparecen para salir en la foto (o mencionados como autores, coordinadores o lo que corresponda según el caso).
Por eso son tan absolutamente comparables a los Arcoiris: no se los ve ni por asomo mientras duran los momentos de producción, convulsión y/ o agitación, pero después aparecen en la foto, ornamentales y marketineros.
Claro, a ellos siempre se los ve peinaditos y prolijos, porque no se mojaron durante la tormenta.
¿No les ha pasado a ustedes, mis colegas, lo mismo que a mí?
¿No se han sentido igualmente indignados ante los que se cuelgan del trabajo ajeno, ya sea por esgrimir un cargo, una trayectoria (generalmente ya muy apolillada y demoddé), o por haber tocado un par de contactos que los posicionaron muy por encima del lugar que merecen?
Este post es en parte catártico, pero también es en buena medida un llamado de atención para quienes están derivando hacia ese desagradable lugar en que se encaraman sobre el trabajo ajeno.
Reflexionen, por favor, la ética es más valiosa que un par de papelitos con su nombre en ellos.
Y sus colegas no se chupan el dedo, ya los están seguramente catalogando como Arcoiris.
Al que le quepa el sayo que se lo ponga. Hoy estoy enojada, simplemente, por eso subo una reflexión de este tono, en la esperanza de llamar a la cordura a esos colegas.
Pero ya me cambiará el humor durante el fin de semana. Después de todo, yo camino por la vida en la seguridad de no ser señalada como abusiva en el trato con los demás, y por eso mismo, puedo celebrar con alegría cada minuto de mi tiempo libre, ganado en el esfuerzo cotidiano, y con el sudor de MI PROPIA FRENTE.
Un abrazo a quienes lo merecen, y nos vemos el lunes. Graciela.
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¿Qué pasa con el suelo después de los incendios? Parte 1

Sé que este tema será polémico, porque hay muchos agricultores, agrónomos y hasta biólogos que piensan que pueden utilizar el fuego como una herramienta de desmonte, o para el desmalezado, para obtener rebrotes de pasturas tiernas, o lo que sea, y han acuñado expresiones para mi gusto muy poco afortunadas, tales como «fuego controlado».
Como si el fuego estuviera tan bien dispuesto, como para someterse a controles de alguna clase. Como si no bastaran un par de chispas desacatadas para generar un infierno sin reglas fijas de propagación, cosa que nos ha tocado comprobar de la manera más dolorosa en estos días pasados.
Por eso, mi personal opinión es que se debe dejar a la naturaleza el exclusivo «copyright» de los incendios, ya que por sí misma encuentra muchas maneras de generarlos, sin que tenga que venir también el hombre a meter la cuchara.
Pero una vez fijada mi propia postura al respecto, y a sabiendas de que existen esas opiniones profundamente arraigadas que se manifiestan pro «manejo del fuego», creo que los acontecimientos recientes ameritan un análisis tan objetivo e integral como sea posible.
Mi área de conocimiento no comprende el subsistema suelo-planta, sino otro mucho más geológico que se centra en la interfase: geosferas-suelo.
Por esa razón, no voy a abordar el tema a nivel de lotes, que en determinadas situaciones pueden «sacar provecho» del incendio, y a nivel de los cuales se suelen utilizar esas expresiones como «manejo, uso o gestión del fuego».
Mi abordaje es mucho más sistémico, y a otra escala, donde la cosa cambia por completo. Entonces, lo primero que se debe reconocer es que el sistema sometido al fuego es complejo, y los resultados sobre él exceden el simple desmalezado, o desmonte.
Por eso el tema a tratar será extenso y comprenderá mínimamente dos posts. En el de hoy, haremos foco en el suelo, pero en el siguiente, saldremos de este subsistema, para meternos con el resto de los procesos y subsistemas afectados, respondiendo preguntas como:
¿Qué otros procesos geomórficos se ven alterados?
¿Qué pasa con los cauces fluviales?
¿Qué pasa a nivel de cuencas?
¿Qué pasa con las aguas infiltradas?
Ahora volvamos atrás, y comencemos con el suelo, pensado, repito, como un cuerpo integrante del paisaje geológico, y no solamente como el soporte de tal o cual cultivo. Por esa misma razón, no pretendo darle una carga valorativa a este análisis. Me referiré a los cambios, sin llamarlos buenos ni malos, porque cada quien podrá evaluarlos de diferentes maneras.
¿Qué partes del suelo son las más afectadas?
Al hacer esta pregunta estamos asumiendo que el suelo todavía está, porque el incendio es reciente, pero ojo, como verán en el siguiente post, hay situaciones en que una afectación indirecta es la pérdida del cuerpo pedológico entero, o su parcial decapitación, por efectos erosivos posteriores.
De todos modos, si hay todavía suelo, porque éste había tenido un desarrollo suficiente -que no siempre es el caso en los ambientes serranos- como para tener un espesor no despreciable, sus horizontes (nombre que se le da a las capas que lo componen) superficiales serán los más alterados, mientras que los más profundos no tendrán tan importantes cambios.
Esto es así porque el material combustible está esencialmente por encima de la superficie, y es específicamente la vegetación en su mayor parte.
Conviene recordar que la combustión es en esencia una oxidación muy rápida y con gran desprendimiento de calor, y no otra cosa. Así, pues, la presencia de oxígeno libre es imprescindible, y éste en el caso del suelo está contenido en el aire que, a su vez, se encuentra en los poros de mayor tamaño disponibles. Y digo disponibles, porque a veces algunos de ellos están ocupados por agua, con lo cual la cantidad real de oxígeno que puede participar en una combustión es comparativamente exigua.
Por eso, repito lo que se quema -en un sentido estricto- está por encima del suelo, y nunca muy profundamente contenido en él.
Pero, ojo, que aunque no haya presencia de llama, la temperatura obviamente asciende hasta niveles en que numerosos cambios ocurren, de todas maneras, también a cierta profundidad.
Y es allí, donde los componentes del sistema completo se modifican y eso nos lleva a la siguiente pregunta.
¿Qué componentes del suelo sufren más alteraciones?
Permítanme presentarles, en la figura 1, la composición generalizada y básica del suelo.
Observen por favor, que ésta es una instantánea, por decirlo de algún modo, de manera que a lo largo del tiempo, los porcentajes son bastante variables, y así por ejemplo, si entra más agua al sistema, lo hace a expensas del aire que desaloja de los poros, y viceversa. Vale decir que esta figura sólo pretende manifestar la abundancia relativa de los diversos componentes en el suelo.
Y así, podemos notar que la mayor parte de los suelos comunes en áreas no pantanosas, está constituida por elementos minerales, los cuales a su vez resultan relativamente inalterados en el incendio.
Puede haber algunos cambios menores en los minerales, resultantes del aumento de temperatura, tales como la aceleración de los procesos de meteorización química y hasta la desintegración física de algunos otros como las micas, especialmente susceptibles por su laminación.
Dentro de los componentes minerales, cuando el contenido de arcillas es alto, puede ocurrir algún grado de «cocción» medianamente asimilable al que se produce intencionalmente en la alfarería.
Pero, en general, los componentes que más afectados resultan en un incendio, son la materia orgánica y el contenido de agua.
Y cuando hablamos de materia orgánica, no hacemos referencia solamente al humus sino a toda la fauna y flora que tiene participación activa en los procesos que hacen del suelo un sistema que puede usarse como recurso.
Así, por ejemplo, todo el sistema radicular, las bacterias, las lombrices, algunos insectos y hasta pequeños animales cavadores, mueren durante un incendio, o si la suerte los acompaña, huyen del lugar, que pierde las características derivadas de su actividad.
Respecto al contenido de agua, en general es evaporada durante el incendio, lo cual es si se quiere un cambio temporario, porque a la larga volverá a condensarse en algún momento y precipitará sobre el suelo, con consecuencias que veremos en el post siguiente.
¿Qué propiedades del suelo cambian?
A pesar de que pocos componentes cambian, su rol en la dinámica del sistema es tan importante, que las propiedades del suelo en su conjunto se ven profundamente afectadas.
Por ejemplo, las arcillas y el humus que se «cocinaron» son los elementos que definen la Capacidad de Intercambio Catiónico (C.I.C.) del suelo. Y esa propiedad no es para nada irrelevante, porque cuanto más alta sea esa capacidad, más nutrientes quedan retenidos en el suelo para responder a la demanda de la vegetación en los momentos oportunos.
La alteración de esa variable incide de manera directa en la fertilidad.
La porosidad y permeabilidad del suelo, por otra parte, que definen la posibilidad de circulación de aire y agua, vitales para la salud de las plantas, se ven también afectadas, porque parte de la porosidad es precisamente el resultado de las acciones de los organismos. En efecto insectos y pequeños animales cavadores remueven el material de manera que generan lo que se conoce como porosidad secundaria o biológica.
También las estructuras se ven afectadas, porque también dependen de la disponibilidad de cationes y materia orgánica, entre otras cosas.
Las estructuras, a su vez inciden en muchas otras propiedades, como la posibilidad de penetración de raíces entre otras.
La afectación de estructuras, porosidad y permeabilidad pueden generar en el suelo, como parte integrante del paisaje, una condición que se conoce como «hidrofóbica», que tiene luego otras consecuencias que veremos el lunes próximo.
En instancias posteriores, la presencia de cenizas pueden también cambiar el pH del suelo, que tiende a ser más ácido. Pero este tema será motivo de otro post en el futuro por su capital importancia.
El tiempo de residencia de determinados compuestos en el suelo también cambia, pero en este punto, he leído artículos agronómicos que tanto se rasgan las vestiduras al respecto, como lo consideran un «beneficio» tan importante como para insistir en aquello del «uso del fuego».
Mi personal apreciación es que en cada caso la valoración depende del uso del suelo. Pero vuelvo a insistir en que yo no lo estoy pensando aquí como un bien de uso en la escala de un lote, sino como parte de un sistema muchísimo más complejo, y por cierto más grande, razón por la cual no hago lecturas agronómicas (además de que no sé un pomo de agronomía).
¿Puede el suelo recuperar su condición inicial? ¿En cuánto tiempo y en qué grado?
Bueno, en este punto, deberán ustedes recordar los conceptos de resistencia y resiliencia que les he presentado en otro post, y que por eso mismo no me parece necesario repetir aquí.
De todas maneras, recordemos que lo que aquí se ha degradado en estos voraces incendios ha sido el sistema ambiental en su conjunto, y el suelo sólo es uno de sus componentes.
Puede que el suelo sea más o menos resiliente, según la interacción de numerosos factores, como la colonización más o menos espontánea por parte de nueva vegetación; (digo esto porque es a esa parte a donde se apunta cuando se habla de «medidas de remediación»); las condiciones climáticas, el relieve involucrado; el tamaño del área afectada, etc., etc., pero el sistema mucho más complejo del que el suelo forma parte, se encontrará en un nuevo estado de equilibrio seguramente muy precario, por mucho tiempo.
Y muchos de los elementos que se perdieron no se recuperarán jamás, porque, por dar un simple ejemplo, y volviendo a la materia orgánica, no olvidemos que lo que se pierde no es solamente lo que ya estaba en el suelo, sino también aquello que ya no va a incorporarse a él, porque se ha convertido en cenizas, en lugar de compuestos capaces de generar nuevos contenidos húmicos.
Recuerden que este post tiene una continuación el próximo lunes.
Si este post les ha gustado como para llevarlo a su blog, o a la red social, por favor, mencionen la fuente, porque esta página está registrada con IBSN04-10-1952-01.
Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post la he tomado de este sitio de la red.
¿Son los terremotos productores de oro?
Hace unos días me llegó un mail de Pulpo con el asunto «Juichu», y déjenme que les explique qué es eso.
El tortuoso sentido del humor del Pulpo ha inventado este término, a partir de la onomatopeya (el sonido, bah) de un latigazo, para referirse a la incitación a trabajar, a fuerza, precisamente, de latigazos. Y cuando me dice: «mirá que viene un juichu», puedo visualizarme como una esclava, a la que el capataz pone a trabajar a rebencazos. Y eso hizo él, mandándome ese mail con un link a un artículo que debo obviamente comentar.
Dicho lo cual, tomo textualmente algunos párrafos de lo que se publicó en la web site ABC, con la etiqueta de Ciencia, y paso luego a ponerlos en el contexto de la Geología.
… las preciadas vetas de oro se forman por una deposición mineral de fluidos calientes que fluyen a través de las grietas profundas en la corteza terrestre…
…ese proceso puede ocurrir casi instantáneamente, posiblemente en tan sólo unas pocas décimas de un segundo, cuando se produce un terremoto. El estudio aparece publicado en la revista Nature Geoscience.
…Gran parte del oro que existe en el planeta se encuentra en vetas de cuarzo que aparecieron durante los períodos de formación de las montañas hace unos 3.000 millones de años y que fueron depositadas por grandes volúmenes de agua a lo largo de fallas profundas y sísmicamente activas.
Las vetas se formaron cuando los temblores abrieron una cavidad llena de líquido en la corteza de la Tierra, provocando una caída en la presión…Los investigadores de la Universidad de Queensland y de la Nacional de Australia desarrollaron un modelo matemático para ver cómo ocurre el proceso. Encontraron que una caída repentina de la presión en la fractura hace que el fluido del interior se expanda y vaporice, un proceso conocido como de vaporización súbita…
…Un solo terremoto puede no depositar niveles significativos de oro, sin embargo, una serie de varias réplicas seguidas es capaz de formar un depósito de oro «económicamente significativo».
¿Es verdad lo que ese artículo plantea?
Básicamente es un extracto- en una página de periodismo científico- de un trabajo que fue a su vez publicado por investigadores de dos universidades serias en una revista prestigiosa, de modo que no pondremos en duda la veracidad, aunque sí seremos cautos a la hora de cuestionar la decodificación realizada por los comunicadores sociales.
En otras palabras, hay que poner lo que se lee bajo una lupa crítica, para darle su justa dimensión al fenómeno que se describe.
¿Cómo debe interpretarse lo allí expresado?
Como ya dije, con cautela, y en su justa dimensión, sin ir más allá de lo que está expresado, y sin sacar conclusiones sin fundamento.
Entonces, aclaremos qué se dice:
Simplemente, que el oro se solidifica a partir de magmas originales, y que los cambios de presión pueden alterar la velocidad de los procesos que de todas maneras ocurren. Esto lo expliqué ya en un post que les conviene repasar, y que si bien en su momento era para comprender la fusión, se aplica también a la solidificación, por la reversibilidad del proceso.
Volviendo al artículo que nos convoca, en él se dice también que los sismos inciden en los cambios de presión confinante, y por ende, indirectamente, en la volatilización, movilización, y luego nueva depositación del oro, entre muchos otros minerales.
Es obvio, que una mayor magnitud de los sismos, y una gran cantidad de réplicas serán muy importantes como modificadores del proceso, y pueden llegar a crear condiciones como para que algo que lleva normalmente tiempos muy prolongados, llegue a ocurrir a velocidades hasta instantáneas.
Pero, ojo con deducir cosas que no se están diciendo.
No se está diciendo, en ningún caso, que un sismo sea una varita mágica que cree de por sí yacimientos de oro, en situaciones en que no pudieran generarse de no haber actividad sísmica.
O sea, NO se dice que un sismo o unos cuantos dejen un legado de oro, como dejan fracturas o corrimientos de terreno.
Démosle entonces una medida al resultado de la investigación, a través de un ejemplo que se pueda fácilmente comprender.
Si hay una tormenta eléctrica, un rayo puede matar a una persona en un sitio dado. Si la tormenta es muy intensa, y se repite muchas veces en poco tiempo, puede matar a varias personas, okey, sigo estando de acuerdo.
Pero si alguien me dice que una tormenta de rayos mató a toda la población de Córdoba, allí tendré que preguntar «¿Qué tomaste, loco?» ¿Se entiende?
De la misma manera, puede aceptarse que algo de oro acelere su depositación, de resultas de intensa actividad sísmica. De allí a suponer que un yacimiento rentable surgirá de la nada, a la semana de unos cuantos terremotos, hay una gran distancia.
¿Cuál es el contexto en el que el modelo es aplicable?
Supongo que ya lo habrán deducido, pero por las dudas, lo dejo en blanco y negro.
Solamente en aquella situación en que de todos modos se formaría un yacimiento, dicha generación puede verse acelerada por los cambios de presión resultantes de una actividad sísmica intensa.
Es decir, que ya debe haber una mezcla preexistente, donde el elemento oro (Au) se encuentre, fundido y disperso, pero en cantidades anormalmente altas. En efecto, en la corteza, el oro es uno de los elementos químicos cuya abundancia no alcanza ni a un miserable 1%. Para que se forme un yacimiento, es condición previa que exista una concentración anómala.
Además, el sismo y sus réplicas deben abrir fracturas en zonas de debilidad preexistentes, como para permitir los cambios de presión requeridos para que los fluidos portadores, (o en circunstancias muuuuyyy particulares, hasta material sólido o pastoso) se volatilicen rápidamente.
Y por fin, el material volatilizado además debe moverse hacia zonas aledañaas lo suficientemente frías como para que en ellas vuelva el oro a depositarse en estado sólido. Esto último, por otra parte, puede ocurrir en vetas profundas, de las que ni llegaremos a enterarnos en la mayoría de los casos.
Si alguna de estas circunstancias no forma parte del panorama, pueden hartarse de perseguir sismos, y no van a encontrar ni una miserable pepita.
En otras palabras, y buscando nuevamente los ejemplos de fácil comprensión, retomenos la comparación con la tormenta eléctrica.
Si en la tormenta en cuestión, hay locos corriendo por el campo con una jabalina metálica apuntando al cielo, es altamente probable que mueran electrocutados. Pero si todos están acostaditos en la camita, bajo techo, y envueltos en mullidas frazadas, pueden caer mil rayos, y aun así difícilmente serán fatales. ¿Por qué? Porque las condiciones no estaban dadas para ello. No hay ningún misterio, ¿verdad?
Y para abundar más todavía, la tormenta no va a ir a las casas de la gente para ponerlas a correr por el campo, como tampoco los sismos van a generar condiciones que no existan con anterioridad, en lo que se relaciona con los yacimientos auríferos.
¿Qué podemos agregar al respecto?
Una bonita moraleja:
En cada comunicación periodística debemos aprender a leer de manera crítica, sabiendo que los grandes titulares están destinados a vender, pero no necesariamente son verdades científicas absolutas, aun cuando tampoco sean mentiras. Son simples recortes de la realidad, elegidos para atraer lectores y comentarios. Y para no quedar como un salame, uno debe pasar sus propios comentarios por el cedazo de la lógica y el conocimiento.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post la tomé precisamente de la misma página que estoy comentando.

