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¿Cómo se reconstruyen los fósiles?
Cuando uno observa en los museos las reconstrucciones de seres que desaparecieron de la faz de la Tierra, a veces millones de años atrás, y de los que solamente se han recuperado porciones incompletas y no siempre del todo bien conservadas, cabe preguntarse cuánto hay de fantasía en el armado de esos ejemplares que hoy se exhiben para nuestro conocimiento.
Y si además tomamos en cuenta los muchos seres mitológicos que se crearon en el imaginario colectivo, muy probablemente a partir de interpretaciones erróneas de hallazgos reales, no nos debe extrañar que haya ciertas miradas socarronas al respecto.
Pensemos por ejemplo en el centauro. Es muy posible imaginar que restos incompletos de un caballo y su jinete hayan sido imaginados juntos, dando por resultado un ser medio humano y medio equino (no estoy hablando de ningún político actual, que conste). El pegaso podrá haber resultado de encontrar un caballo cerca de los despojos de un águila y así al infinito.
Pero además, a lo largo de la historia de la Paleontología, también hubo representaciones totalmente equivocadas antes de que se sentaran los principios científicos que hoy rigen el proceso de reconstrucción de los fósiles. De ellos (de los principios, no de los errores históricos, digo) vamos a hablar hoy.
¿Cuáles son los principios en que se basa la reconstrucción de los fósiles?
Los más básicos entre los principios que se aplican al intentar la representación de los seres que hoy ya no existen son:
- Principio del actualismo biológico.
- Principio de la anatomía comparada.
- Principio de la correlación orgánica.
- Principio de la correlación funcional.
Por cierto, según se avanza en el conocimiento, esas bases se van ampliando, ya que comienzan a comprenderse otras relaciones no menos importantes, tales como las interacciones entre diversos seres vivos, que comparten por ende un hábitat, en el complejo tejido que constituye la ecología.
Así pues, hoy el descubrimiento de determinadas especies en sitios donde ya se han descrito otras mejor conocidas, permite imaginar cuáles serían las necesidades de los organismos para enfrentarse a ciertas características ambientales. Ese previo conocimiento permite suponer, por ejemplo, pelajes más gruesos en ciertas especies, porque otros hallazgos en el lugar permitieron definir ambientes fríos, donde esa particularidad es esperable.
En otros caso, conocer las peculiaridades de los animales que eran presa en un sistema ecológico dado, puede arrojar cierta luz sobre los requerimientos de los correspondientes depredadores. Mal podríamos imaginar la coexistencia de hervíboros del tamaño de los dinosaurios, con animales cazadores del tamaño de un chihuahua. Grandes presas implican grandes carniceros como el Tiranosaurio, por ejemplo.
Pero volvamos a los principios clásicos de la reconstrucción de fósiles, que están enumerados más arriba.
¿Qué dice el Principio del actualismo biológico?
Algo que se parece mucho a lo que dice el actualismo geológico, del cual ya les he hablado bastante, y que puede expresarse también con el mismo postulado: El presente es la clave del pasado.
En definitiva, no hay muchas posibilidades de error si se asume que los seres del pasado (que en muchos casos hoy encontramos solamente como restos fósiles) estaban organizados tanto orgánica, fisiológica y hasta socialmente según las mismas leyes físicas, químicas y biológicas que rigen a los organismos presentes, y tenían además sus mismas necesidades
Conocer este principio posibilita reconocer que si los seres vivos pluricelulares de hoy tienen tejidos, aparatos y sistemas diferenciados según las funciones a que están destinados, también los habrán tenido los seres vivos del pasado remoto.
Otro tanto puede decirse de principios tan sencillos como asumir que las formas aplanadas observables en los peces de aguas profundas, donde ése es el mejor diseño para tolerar la presión hidrostática, debieron ser también en el pasado las estructuras comunes.
Si hoy los reptiles ponen huevos, sus equivalentes fósiles (dinosaurios, por ejemplo) también lo harían. Y así podríamos seguir enumerando ejemplos.
¿Qué es el pricipio de la anatomía comparada?
Como ya he señalado en éste y otros posts, los restos fósiles pueden ser muy incompletos, y estar muy mal conservados, pero una vez que se establecen algunos grados de similitud con organismos vivientes, y apoyados sobre el actualismo biológico, las partes ausentes pueden reconstruirse a través de la comparación entre las formas de los seres encontrados y sus equivalentes o descendientes actuales.
Así pues, a nadie se le ocurriría hoy poner los apéndices locomotrices de animales terrestres arriba del resto del cuerpo, ya que se asume que estarían en contacto con el terreno por el que se debían desplazar, como lo están hoy.
Si hoy los seres bípedos (supongamos, las aves) tienen las patas en la porción inferior del cuerpo, cualquier representación de un ave del pasado llevará sus piernas en igual posición.
¿Qué expresa el principio de la correlación orgánica?
Este principio se debe a Cuvier, un grande de la Paleontología que será tema de numerosos encuentros en este blog, porque lo amerita sin ninguna duda.
Lo que él enunció es que cada ser orgánico forma un conjunto coherente en que todas las partes se complementan, entre sí, de manera tal que completar un ejemplar a partir de unos pocos de sus restos es posible.
En otras palabras, si existe una gran cabeza, habrá un cuello capaz de sustentarla, y si el troco es muy pesado, las patas correspondientes deberán ser proporcionalemente robustas.
Por otro lado, si un fósil presenta garras propias de un cazador, sus dientes deberán adecuarse a una dieta carnívora y así sucesivamente.
El no respetar (por desconocerlo en ese tiempo) este principio fue la fuente de numerosos errores de reconstrucción y de muchos mitos.
Hoy ningún paleontólogo pondría alas a un cuadrúpedo del tamaño de un caballo, pues no hay correlación orgánica entre el peso de su cuerpo y sus patas de corredor con la posibilidad de remontar vuelo.
¿Cuál es el principio de correlación funcional?
Este principio se relaciona íntimamente con el anterior, y generalmente se aplican juntos.
No solamente los órganos deben ser compatibles entre sí, sino que además deben tener una función reconocible en el organismo analizado.
De haberse respetado este principio, tampoco se habría inventado un ser fabuloso como la sirena, ya que en un ser acuático, el sistema respiratorio que se le atribuyó de la cintura para arriba, no tenía ninguna función. En tal caso, por un lado, los órganos representados no se correspondían con ninguna función, y las funciones supuestas en la sirena tampoco se correspondían entre sí, ya que la cola apta para nadar no es compatible con la función respiratoria de un tronco humano.
Aquí fallaban tanto la correlación orgánica como la correlación funcional.
¿Cuánto de fiables son las representaciones hoy aceptadas como veraces?
Tan fiables como todo el contenido de la ciencia, es decir, son válidas hasta tanto se descubra algo que dé por tierra con su veracidad.
Y nunca debemos olvidar que siempre hay un espacio librado a la interpretación personal de los científicos participantes en la reconstrucción. Como lo hay en todos los modelos teóricos que representan la realidad, pero no son la realidad misma.
El grado de incertidumbre aumenta con la antigüedad de los organismos representados, puesto que son necesariamente más escasos los fósiles que no han sufrido alguna modificación posterior a su sepultamiento, cuando el tiempo transcurrido desde entonces es del orden de millones de años.
La mayor certidumbre en cambio se da en los organismos que se han encontrado conservados en brea, en hielo, en ámbar o momificados.
Por hoy creo que ya tenemos bastante, de modo que los espero el miércoles, con la habitual gacetilla. Un abrazo, Graciela.
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P.S.: La imagen que ilustra el post corresponde a un mural del Dinosaur Hall (National Museum of History, de Los Ángeles) , en el que se representa al gigantesco Mamenchisaurus, y fue realizada por Julius Csotonyi.
La tortuga Manuelita y la Geología
Hola, chicos, hace mucho que no escribo para ustedes, y se me ocurrió que a lo mejor les interesa saber qué relación existe entre ese maravilloso personaje que es Manuelita, la tortuga, y la Geología. ¿Acerté? ¿Les interesa?
Espero que sí, porque ahora empiezo a contarles.
¿Cómo nació el personaje?
Se trata de la protagonista de un simpático film de dibujos animados del director argentino Manuel García Ferré, que fue un rotundo éxito en 1999. Pero Manuelita ya era muy famosa desde muchos años antes, ya que se dio a conocer a través de la canción que lleva su nombre, y que pertenece a la cantautora, también argentina María Elena Walsh.
Es decir, que primero existió la canción, y después, y a partir de ella, García Ferré y la misma María Elena Walsh, inventaron la película que tantos niños de todo el mundo han disfrutado a través de los años.
¿Quién es María Elena Walsh?
María Elena Walsh es una extraordinaria escritora, tanto de historias, poemas cuentos y canciones pa
ra niños, como de textos para adultos.
Y como vivió 80 años (1 de febrero de 1930 -10 de enero de 2011), muchas generaciones de chicos disfrutamos sus personajes. Yo recuerdo por ejemplo a Doña Disparate, que vivía en un zapato, y cuyas aventuras ella contaba en poemas muuuuuyyyyy divertidos. Claro, es que, como el nombre lo indica, Doña Disparate hacía cosas muy locas y graciosas. Además de ese personaje, María Elena inventó también al Mono Liso, el Brujito de Gulubú, La vaca estudiosa, y mil más, a cuál más divertido.
Y por supuesto, a la Tortuga Manuelita, que «vivía en Pehuajó, pero un día se marchó», como dice la canción que la hizo una estrella.
¿Qué parte de la canción tiene que ver con la Geología?
Esa estrofa (que es precisamente el estribillo) donde dice: «Manuelita, Manuelita, Manuelita ¿dónde vas, con tu traje de malaquita, y tu paso tan audaz?»
¿Y saben por qué eso tiene que ver con la Geología?
Pues porque la malaquita es un mineral, muy hermoso, y por serlo, (por ser mineral digo, no por ser hermoso) es motivo de estudio de los geólogos especialistas en Mineralogía.
¿Qué es la malaquita?
Bueno, ya les adelanté que es un mineral, pero no uno cualquiera. Es un mineral de color verde bastante intenso, que tiene muchas maneras de presentarse, y algunas de ellas se pueden parecer un poco a los caparazones de ciertas variedades de tortugas.
Ahora bien, como éste es un blog de Geología, y hasta los posts dedicados a los niños están pensados para aprender tan maravillosa ciencia, déjenme que les cuente un poquito acerca del mineral malaquita.
La malaquita es un mineral del grupo V, correspondiente a los carbonato porque el carbono es una parte importante de su fórmula química, que de paso se las muestro: Cu2CO3(OH)2.
Aunque parezca casi como si fuera chino, esa fórmula puede leerse «Dihidroxido de carbonato de cobre», y más comúnmente decimos que la malaquita es un carbonato de cobre y listo, ya que contiene hasta 57 % de cobre. En parte por eso, siempre es de color verde, aunque puede incluir tonos más oscuros o más claros.
Es notable que la malaquita fue uno de los primeros minerales que se aprovechó en la historia. Primero se lo empleó como colorante, luego como materia prima para extraer el metal cobre, y hasta hoy se lo usa como piedra ornamental por su gran belleza.
¿Y saben por qué fue uno de los primeros minerales que el hombre usó como recurso? Pues por su intenso color que llamaba la atención y hacía sencillo su reconocimiento. Interesante la piedrita, ¿no les parece?
¿Y por qué María Elena Walsh relacionó la malaquita con una tortuga?
Porque como ya les dije más arriba, algunas de las formas en que la malaquita aparece en la naturaleza, tienen algún parecido con un caparazón de tortuga. Si no me creen, comparen las fotos que he incluido en el post.
Por eso María Elena hizo la metáfora, considerando «el traje» de Manuelita, que no es otra cosa que su caparazón, como si estuviera hecho de malaquita.
Ya saben ustedes que una metáfora es una figura literaria en la cual se cambia la palabra que designa a un objeto, por otra que es el nombre de alguna otra cosa con la que tiene similitud.
Así, por ejemplo, si uno dice «el oro de sus cabellos» no quiere decir que nadie tenga semejante peluca, (que de tan pesada le hundiría la cabeza hasta la cintura, 😀 ), sino que el color de su pelo es dorado, simplemente, y a uno le recuerda el oro.
Bueno, espero que esta aparición de la Geología en una canción infantil les haya gustado, porque sigo buscando otros ejemplos para compartir con ustedes.
Les aclaro que las imágenes que ilustran este post son tomadas de la red, de los sitios que aparecen linkeados en cada caso: la imagen de Manuelita, la foto de una caparazón de tortuga y la malaquita. El ejemplar de la vitrina está expuesto en el Museo de Historia Natural de Los Ángeles, EEUU y la foto pertenece a la visita que hizo el Pulpo al lugar en 2011.
Pueden escuchar la canción de la mano de esta versión subida por el usuario Ratola, a Soundcloud:
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Un abrazo y hasta el miércoles.
La primera Ley de la Estratigrafía.
Ya antes les expliqué la Segunda Ley, invirtiendo el orden tradicional, porque esta secuencia alternativa me parece más lógica.
Y ahora es un momento adecuado para presentarles la Primera Ley, que fue originalmente expresada en el Siglo XVII por Steno, de quien ya les hablé en el post que les he linkeado más arriba.
¿Qué dice la versión original de la Primera Ley de la Estratigrafía?
Según las traducciones que se prefieran, la formulación cambia también, pero básicamente expresa que todo estrato es más viejo que aquél que lo sobreyace, y más joven que el que tiene por debajo.
Es una respuesta al proceso según el cual los materiales desgastados de rocas preexistentes, se depositan en los sitios favorables- como áreas deprimidas, por ejemplo- unos sobre otros, a lo largo del tiempo.
Este fenómeno es tan obvio que podríamos rebautizarlo «principio del apilamiento lógicamente esperable», y sin embargo, veremos en seguida que ni fue tan fácil acuñar la ley, ni es tampoco del todo inquebrantable.
¿Por qué fue necesario explicitar este postulado?
Después de lo explicado más arriba, uno podría preguntarse hasta dónde fue una novedad, o hasta dónde valió la pena la expresión formal de esa Primera Ley de la Estratigrafía.
Sin embargo, en el Siglo XVII, todavía la Iglesia ejercía un notable dominio sobre el conocimiento científico, y la sola idea de una progresiva depositación de materiales que fueran lentamente conformando el paisaje era considerada herética, ya que contradecía el dogma según el cual todo era el resultado de un acto de voluntad divina, ejercido sin ajuste a lo que hoy entendemos como tiempo geológico.
Por eso, la concepción de un paisaje en lenta evolución a lo largo de miles de años de sedimentación de materiales fue en su momento audaz y novedosa, y de allí el mérito de explictar este principio, que se conoce también como Ley de Superposición de los estratos.
¿Es la Ley de Superposición, una regla de oro?
No, si entendemos como regla de oro a un postulado inviolable y carente de excepciones, ya que son muchas las situaciones particulares en que los estratos que aparecen en un paquete no respetan el orden consecutivo que les correspondería por sus edades relativas.
¿Cuáles son las excepciones?
Son excepciones a esta regla, aquellas situaciones en que deformaciones tectónicas posteriores a la depositación, (a veces cientos, miles, cientos de miles o hasta millones de años posteriores) invierten de alguna manera, sea por fallas o plegamientos, por ejemplo, las posiciones relativas de las capas afectadas.
Veamos un par de ejemplos que pueden clarificar lo que les digo.
En la foto que ilustra el post, seguramente alcanzan a distinguir un plano oblícuo con traza desde arriba a la derecha, hacia abajo a la izquierda, que claramente separa sedimentos rojizos, que quedan por debajo del plano, de otros bastante más pardo grisáceos que quedan por encima de él.
Pues bien, esos sedimentos rojos son mucho más recientes que los que les sobreyacen, lo cual es opuesto al postulado de la superposición. Contamos con dataciones de ambos, de modo que eso puede asegurarse.
La razón de esa circunstancia excepcional, es que ha ocurrido un cabalgamiento, debido a fuerzas compresivas que actuando según direcciones enfrentadas, han empujado los materiales más recientes por debajo de los más viejos. Esto es así porque la compresión produce un «acortamiento» del espacio por expresarlo de algún modo, y cuando ya los materiales no disponen de más lugar para su desplazamiento se montan unos sobre otros. Todo el proceso será motivo de más de un post en el futuro, por lo cual, ahora me permito una explicación bastante grosera, que iremos refinando al avanzar en nuestras conversaciones.
En la foto que ven a la derecha, que he modificado a partir de una correspondiente al CD interactivo de Freeman y Siever (2000), lo que pueden ver es una alteración en el orden original de la depositación de los sedimentos, que no se debe ya a una falla sino a un plegamiento. Para dimensionar la zona alterada, observen que lo que se ve abajo son dos camionetas. Pues bien, en este caso, para una mejor comprensión, les he señalado con la letra A (en rojo) los estratos que asumimos como más antiguos y que estaban inicialmente más abajo en la secuencia, cuando ésta era aún horizontal. (Alguna vez hablaremos de los criterios para reconocer las posiciones originales, también). Los estratos marcado con una B, son los más nuevos.
Traten de seguir el trazo de ambos, que debido a la forma en que han sido doblados por fuerzas tectónicas, es bastante ondulado. Y ahora, vean el segmento blanco que les he dibuja, para que sigan a lo largo de él, la nueva secuencia constituida verticalmente a partir de la deformación.
Vean que desde arriba hacia abajo, aparecerán sucesivamente el estrato A, luego B, A, B y otra vez A, es decir que en algunos momentos, B, que es más nuevo, quedará por debajo de los materiales A, de mayor edad.
Creo que el ejemplo es bien claro, y expresa muy gráficamente la excepción a la que me refiero.
¿Cómo se formula en la actualidad la ley?
Hoy, cuando se ha asumido ya que la validez del postulado depende de que no haya perturbaciones posteriores debidas al diastrofismo, la ley se completa con la enunciación de esa salvedad y reza:
Todo estrato es más viejo que aquél que lo sobreyace, y más joven que el que tiene por debajo, siempre y cuando no hayan tenido lugar deformaciones tectónicas posteriores a la depositación.
¿Cuál es la utilidad de esta ley?
Básicamente permite reconstruir la historia de los paisajes, denunciando la ocurrencia de cambios y deformaciones estructurales que no siempre son tan claramente visibles como en las fotos que he incluido aquí. Por otra parte, en secciones no perturbadas, permite establecer dataciones relativas, y reconstruir columnas más o menos completas, sin la necesidad de datar cada uno de los sedimentos presentes. Debido al costo, lentitud y dificultad implícita en cada datación, esta posibilidad es muy ventajosa.
Bibliografía
Press,F; Siever,R. 2000 «Understanding earth». Freeman and Company New York.
Bueno, por hoy me despido hasta el miércoles, en que volveré con alguna información útil para ustedes. Un abrazo, Graciela.
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Factores que distribuyen el agua en las distintas porciones de su ciclo natural. Parte 2.
El post del lunes pasado ya nos ha ido introduciendo en tema, de modo que hoy sólo nos queda completar algunos pocos puntos, pero les recomiendo que si no lo han hecho ya, vayan a leer la primera parte, para darle un marco más completo a lo que leerán hoy.
¿Cuál es la incidencia del terreno subsuperficial?
Las condiciones del terreno por debajo de la superficie, aunque pueden parecer de escasa incidencia en lo que pase con el agua recientemente precipitada, definen sin embargo algo muy importante, que es el grado de saturación del terreno expuesto.
Es importante entonces recordar que cuanto más saturado de agua se encuentre el terreno, más dificultosa es la infiltración, y más agua escurre por la superficie.
El hecho de que un suelo esté más o menos saturado, resulta a su vez de la capacidad que éste tiene de evacuar el agua, en todo su volumen, incluyendo así las partes más profundas.
Y allí entran en juego entonces las condiciones de porosidad y permeabilidad del material involucrado.
¿Qué se entiende por porosidad?
Porosidad es la relación entre los espacios vacíos y el volumen total de una roca. Se expresa comúnmente en porcentaje, según la siguiente ecuación:
porosidad= (volumen de poros/ volumen total) x100
Depende en principio del tamaño, la forma y la selección de los granos que constituyen el sedimento involucrado, (porosidad primaria); pero puede también deberse a la presencia de fracturas, cavidades de disolución, o espacios dejados por escapes de gases en vulcanitas, en cuyo caso se trata de rocas duras, y la porosidad es de carácter secundario. También de carácter secundario es la porosidad resultante de perturbaciones biológicas, tales como huecos dejados por raíces, o por remoción de partículas por la fauna.
La porosidad indica solamente la capacidad para retener el agua, pero no necesariamente implica posibilidad de movimiento o de flujo a través del material afectado.
Es la permebilidad la que define las reales probabilidades de traslado del agua a lo largo de ciertas distancias.
¿Qué es la permeabilidad?
La permeabilidad es la capacidad de un material de ser atravesado por un líquido, y se expresa como la cantidad de agua que fluye por una superficie unitaria de una sustancia dada, en la unidad de tiempo.
La permeabilidad se relaciona con la porosidad, pero no de una manera directa. Si bien, la porosidad es requisito previo, -todo sedimento permeable debe ser poroso- un material puede ser poroso e impermeable.
En efecto, para que un cuerpo que posee poros sea permeable, esos poros deben estar suficientemente interconectados.
Un ejemplo típico es la arcilla, que por el tamaño tan pequeño de las partículas que involucra, resulta muy porosa, pero por la forma de empaquetamiento de esas partículas, cierra las posibles conexiones entre espacios vacíos, con lo cual pese a su alta porosidad es prácticamente impermeable.
También la permeabilidad puede ser secundaria, cuando por ejemplo se trata de una roca masiva, sin porosidad, pero afectada por agrietamientos, fisuras o diaclasas que permiten el pasaje del líquido, aun cuando sólo sea por espacios muy restringidos y limitados.
En función de la porosidad y la permeabilidad subsuperficial, el estado de saturación de la capa sobreyacente es variable, y favorece en unos casos la infiltración, y en otros el escurrimiento.
¿Cómo actúa la vegetación?
La vegetación favorece fundamentalmente a la evaporación, ya sea porque intercepta una porción del agua precipitada, generando su paso hacia el estado de vapor de agua directamente desde la superficie vegetal; o porque la incorpora a su ciclo vital y la devuelve como evapotranspiración, o la retiene como parte de sus tejidos.
Cualquiera sea el caso, el escurrimiento disminuye, porque además la rugosidad que la flora provee al terreno, desacelera los desplazamientos del agua.
¿Cuál es la injerencia del hombre?
En general es indirecta, pero nunca despreciable. Y digo que es indirecta, porque normalmente lo que hace es modificar los factores ya mencionados, por ejemplo a través de la deforestación o reforestación, de la construcción de caminos pavimentados o consolidados, de la urbanización, de la impermeabilización de terrenos, por ejemplo para su uso como plantas de tratamiento de residuos, etc.
Repetimos entonces lo ya dicho: todas y cada una de las intervenciones humanas pueden tener un impacto indeseado si se afecta el balance hídrico sin intentar su compensación, siquiera relativa, a través de otras acciones colaterales.
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P.S.: La imagen que ilustra el post vino en una cadena de mails, no conozco al autor.
Factores que distribuyen el agua en las distintas porciones de su ciclo natural. Parte 1.
En un post anterior les expliqué con muchísimo detalle cómo el agua se recicla según un circuito que se representa en la ecuación hidrológica conocida como balance hídrico, y antes de leer este post sería bueno que repasaran esos conceptos.
Les dije en ese momento, que hay factores (naturales y también antrópicos) que definen la cantidad de agua cuyo destino será, según el caso, evaporarse, infiltrarse o correr por el paisaje.
Hoy hablaremos un poquito de esos factores, que si bien son supersencillos, y el mero sentido común apunta hacia ellos, muchas veces son desatendidos a la hora de la planificación territorial, con consecuencias casi siempre indeseadas e indeseables.
Como vale la pena ahondar un poco en algunos conceptos laterales, dividiré el tema en dos posts consecutivos, para otros tantos lunes.
¿Qué se entiende por factor?
Ya en el post relativo a sistemas, que he linkeado más arriba, les expliqué qué se entiende por factor, y les di algunos detalles más, pero recordemos aquí simplemente, que se puede pensar los factores en términos de «circunstancias», es decir características particulares de cada situación, que modifican de una u otra manera el curso de un proceso.
Para el caso del balance hídrico son las propiedades específicas de un terreno que favorecen o desfavorecen el escurrimiento, la infiltración o la evaporación. Todos se interrelacionan, y se influyen mutuamente, además.
¿Cuáles son los principales factores naturales en el balance hídrico?
En una enumeración sintética podríamos señalar los siguientes:
- Las características propias de la precipitación.
- La distribución temporal de las precipitaciones.
- El relieve.
- Las condiciones del terreno superficial.
- Las condiciones del terreno subsuperficial.
- La vegetación
¿Cómo influyen las características de la precipitación?
En primer lugar, debe considerarse si la precipitación es en forma de nieve, granizo o lluvia. En los dos primeros casos hay un natural retraso en el escurrimiento, debido al tiempo requerido para la fusión que facilita el escurrimiento.
En segundo lugar, es vital la intensidad de la precipitación, vale decir la cantidad de agua caída por unidad de tiempo. Cuanto más intensa es la lluvia más favorecido es el escurrimiento, y cuanto menos intensa, más factible la infiltración.
¿Cómo influye la distribución anual de las precipitaciones?
En las regiones donde las precipitaciones se concentran en unos pocos meses en el año, y siendo los montos de las mismas lo suficientemente elevados como para generar lluvias intensas, un alto porcentaje del agua disponible escurre superficialmente.
Donde no hay estacionalidad, lo corriente es que las precipitaciones revistan menor intensidad, con lo cual la favorecida es la infiltración.
Y allí donde la sequía es la norma, y hay sólo unas pocas lluvias anuales, las condiciones atmosféricas suelen ser muy proclives a la rápida evaporación.
Hasta aquí habrán notado ustedes que estos factores son altamente independientes de la acción antrópica, pero algunos de los que siguen, pueden en cambio verse afectados en alguna medida por las acciones humanas, razón por la cual es tan importante tener en cuenta la posible incidencia de las decisiones de planificación e intervención territorial sobre el balance hídrico.
En efecto, resultados indeseables como las inundaciones, el agotamiento de los acuíferos, o el ascenso de las napas hasta afectar los suelos y las urbanizaciones, pueden tener relación con la afectación de los factores que siguen, por decisiones erróneas, o insuficientemente evaluadas.
Veamos, entonces esos factores donde las acciones humanas impactan de manera más o menos directa.
¿Cómo incide el relieve?
Fundamentalmente a través de las propiedades de la pendiente. Cuanto más pronunciada y regular, más favorable resulta para el escurrimiento, por lo cual, menos cantidad de agua precipitada queda disponible para la evaporación y la infiltración.
Si la pendiente, en cambio, aun siendo empinada, presenta gran irregularidad, es decir que se ve interrumpida por espacios más planos, la velocidad de descenso del agua disminuye en esos sitios, permitiendo un aumento en las otras fracciones.
Cada cambio en el ángulo de la pendiente incide en el balance hídrico de manera casi inmediata.
Como generalización meramente ilustrativa, suele decirse que en áreas montañosas, alrededor del 80% del agua precipitada tiende a escurrir, mientras que en zonas de llanura el escurrimiento desciende hasta aproximadamente el 1%.
Es por eso, por ejemplo que en zonas con relieves inclinados, un buen manejo implica el cultivo en terrazas que siguen las curvas de nivel, acortando así las pendientes y dificultando el escurrimiento.
¿Cuál es la incidencia del terreno superficial?
En primer lugar, cuanto mayor sea su rugosidad, y cualquiera sea la pendiente, la velocidad de escurrimiento disminuye, dando más oportunidades a la evaporación y la infiltración.
Inversamente, la compactación, natural o no, y la pavimentación, la nivelación, etc., -casi siempre antrópicas- tienden a favorecer el escurrimiento.
Entre otras condiciones naturales relacionadas con el terreno superficial y que inciden en el balance hídrico, se deben considerar: la granulometría del suelo, su textura, el tipo de roca presente, y su estado estructural (si hay o no fracturas, por ejemplo), el espesor del sedimento si lo hay, etc.
Muchas de estas características pueden ser alteradas por el hombre, a través de la urbanización, y algunas formas de manejo agrícola.
Por hoy creo que ya hemos conversado lo suficiente, pero para el próximo lunes, todavía nos quedan por contestar las siguientes preguntas:
¿Cuál es la incidencia del terreno subsuperficial?
¿Cómo actúa la vegetación?
¿Cuál es la injerencia del hombre?
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P.S.: La imagen que ilustra el post vino en una cadena de mails, no conozco al autor.

