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La pirotecnia y el ambiente.

pirotecnia1Como se vienen aproximando las fiestas de fin de año, ya se han empezado a hacer notar los petardos, cohetes y otras yerbas con que algunos creen aportar algo a la alegría más o menos generalizada.

Y no se puede menos que intentar un análisis racional de los efectos de tanto despliegue de cohetería sobre el ambiente que nos vemos obligados a compartir, participemos o no de semejante salvajada.

Con esa última afirmación se habrán dado cuenta ya, de que no se trata de una actividad inocente ni inocua, pero mi propuesta es hacer una lectura objetiva de las consecuencias de tanto jolgorio, desde un punto de vista ambiental. Manos a la obra pues.

¿Qué se entiende por pirotecnia?

La palabra procede de dos vocablos griegos: pirós= fuego y techne= técnica, de modo que podría entenderse como la técnica de producir fuego.

Con el tiempo, el uso de la palabra pirotecnia se fue reservando a campos mejor definidos, y hoy se refiere a la fabricación y empleo de dispositivos destinados a producir reacciones químicas que generan la combustión de determinados materiales.

Los efectos observables de esa combustión son llamas, chispas y humos coloreados, con o sin el acompañamiento de explosiones.

De ocurrir estas últimas, se supone que son controladas, aunque ya sabemos de la cantidad de accidentes que provoca su manipulación.

Generalmente el uso que se le da es festivo, aunque en su forma más explosiva, y por ende más peligrosa, suele relacionarse también con manifestaciones de protesta callejera.

¿Cómo se componen químicamente los implementos pirotécnicos?

Más arriba les he dicho que estos artilugios provocan combustión y en otro post les expliqué también que básicamente la combustión es una forma especial de oxidación química.

Por esta razón, los compuestos químicos que se requieren en la pirotecnia son de dos grupos, los oxidantes que provocan la combustión, y los combustibles que la alimentan para que dure el tiempo necesario para el efecto que se busque.

Entre los oxidantes, los más comunes que se utilizan en la pirotecnia son: cloratos de Potasio, Bario, Sodio, y Estroncio, percloratos de Potasio, Amonio y Bario, y nitratos de Estroncio, Potasio y Sodio.

Entre los combustibles, dominan el Magnesio y sus aleaciones, el Aluminio en polvo y el Fósforo rojo, blanco o amarillo.

Ya la mera enunciación de estos compuestos debería empezar a preocuparnos, pero antes de ver sus posibles efectos, respondamos a preguntas más generales.

¿Qué efectos tiene el uso de la pirotecnia sobre el ambiente en general?

Si nos proponemos hacer un análisis bien contextualizado y profundo, veremos que hay varios aspectos a considerar:

¿Qué pasa desde el punto de vista del recurso?

En el post que les he linkeado más arriba, encontrarán una definición de recurso, y también la correspondiente clasificación. Y allí habrán visto ustedes que todos los elementos que forman parte de los artefactos pirotécnicos son recursos no renovables. Por esa razón, dilapidarlos en un uso tan banal, es por lo menos irresponsable.

Porque prácticamente todos esos elementos tienen otras aplicaciones mucho más vitales, con las cuales no debería competir tan innecesaria utilización.

Recordemos que la minería está permanentemente cuestionada por sus efectos sobre el medio, y que por eso mismo reducir la presión de la demanda es una de las estrategias más sostenibles en el tiempo.

Solamente una producción racional permite una disminución de los impactos. Y no es racional absorber costos ambientales solamente para producir elementos que se van a quemar en unos segundos de algarabía.

Yo soy una defensora de la minería responsable y con los más estrictos controles, pero eso no es compatible con una demanda desbordada para destinos injustificados.

Efectivamente, si la demanda es excesiva, la urgencia de producir en cantidad suficiente para responder a ella, hace que se relajen los controles y las medidas de seguridad. Por otra parte, una ganancia también muy elevada abre la puerta a tentaciones como la de elegir un camino no del todo legal, pero aceitado por el dinero contante y sonante.

Las mismas personas que se oponen a la minería, muchas veces, en las propias manifestaciones en su contra, utilizan bombas de estruendo. Por favor, ¿alguien puede explicarme tamaño despropósito?

Pensando en que esas actitudes nacen fundamentalmente del desconocimiento, es que surge este post, para tratar de estimular alguna coherencia y, en todo caso, para que las decisiones se basen en la razón, no en meros slogans.

Pero volvamos a la pirotecnia.

¿Qué pasa desde el punto de vista de la contaminación durante la fabricación de pirotecnia?

Las fábricas de elementos pirotécnicos son fuentes permanentes de residuos sólidos, efluentes líquidos y emanaciones gaseosas, que se van produciendo y liberando durante la manufactura.

Existen por supuesto, numerosas medidas de seguridad exigibles, y casi siempre también exigidas, que permiten disminuir en alguna medida, los efectos nocivos (casi siempre hasta niveles medianamente razonables).

La autorización para el emplazamiento de tales fábricas está teóricamente precedida de una Evaluación de Impacto Ambiental y el consiguiente monitoreo, de modo que en un alarde de ingenuidad voy a permitirme suponer que no es éste el aspecto más peligroso del tema, aunque no debe ignorarse su participación en la consideración integral del problema.

Pasada la etapa de producción, nunca debe olvidarse que el riesgo del almacenamiento de materiales combustibles, oxidantes y explosivos, es en sí mismo alto y omnipresente.

Pero, repito, en esta etapa, hay todavía un cierto grado de control, y la zona afectada está bien delimitada.

Los peores efectos ocurren después de la comercialización, es decir durante y después del uso mismo de la pirotecnia en un desfile, demostración o en festejos callejeros.

¿Qué grado de contaminación puede producirse durante y después del uso de la pirotecnia?

La más obvia entre las múltiples formas de contaminación es la sonora, que a todos nos mantiene irritables, además de perturbar el descanso y alterar notablemente a las personas nerviosas, ancianas o enfermas, tanto como a las mascotas y a los niños.

Pero ésa está lejos de ser la peor forma de polución ambiental resultante de los fuegos artificiales, porque la mayoría de las sustancias que intervienen en la composición de tanta cohetería, se liberan durante el consumo y pueden permanecer en el aire, o descender hacia el suelo y concentrarse en los cursos de agua.

Por lo general esto permanece desatendido porque en las zonas urbanas, el suelo está ya cubierto o pavimentado, y pocos son los cursos que atraviesan las ciudades. Pero lo que no se tiene presente es la contaminación aérea que afecta muy directamente a los habitantes del lugar, y que la circulación atmosférica puede llevará a zonas distantes de las de la liberación original.

Y debido a que la mayoría de los compuestos combustibles (como el magnesio, aluminio y fósforo que mencionamos más arriba) se encuentran en forma de polvo con partículas muy finas, pueden permanecer mucho tiempo en suspensión, siendo inhalados por los seres vivos y afectando grandes áreas hasta su depositación final.

Respecto a los efectos específicos, los percloratos pueden afectar a la tiroides, el bario contiene isótopos radioactivos, y en la explosión misma se desprende una gran cantidad de dióxido de carbono, partícipe del efecto invernadero.

Con relación a la duración del efecto, según algunos análisis, dentro de 14 horas de la utilización de los fuegos artificiales, los niveles de fondo de perclorato aumentan entre 24 y 1028 veces respecto al contenido habitual de un sistema ambiental sano. Pueden alcanzar el máximo un día más tarde y sólo después, los compuestos empiezan a degradarse lentamente hasta volver a niveles normales dentro de los 20 a 80 días.

No es tampoco despreciable la contaminación lumínica que puede afectar el comportamiento de la fauna, sea silvestre o urbana.

Y hay todavía una instancia más a considerar, y es la carga de residuos aun cuando muchos de ellos sean ya inertes, que se impone al ambiente.

Tanto los del packaging, como los que forman parte del artefacto mismo, en los cuales la carga explosiva está contenida, son todos desechos de los que la comunidad debe después librarse.

Y acá me permito una digresión: existe tal volumen de basura en las comunidades urbanas, que se ha impuesto la llamada regla de las 4 R como la única alternativa inteligente para evitar que los residuos nos tapen por completo.

Las 4 R significan:

  • Reducir. Y como ya he dicho más arriba, generar «bienes de consumo» inútiles no es la mejor manera de achicar el tonelaje de basura de la que hay que disponer después. La pirotecnia viola este principio.
  • Reutilizar: Nada en la pirotecnia puede volver a usarse, porque literalmente se quema, casi por completo. Otro postulado ambiental violado.
  • Reciclar: No hay tampoco envases inocuos ni materiales que puedan procesarse para nuevos usos, con lo cual la regla de las 4 R es por completo inaplicable para proteger el ambiente, cuando de fuegos de artificio se trata.
  • Reparar: Tampoco se aplica esta regla, según la cual, los desperfectos solucionables nunca deben conducir a desechar artículo alguno.

¿Qué pasaría si se hiciera una evaluación de impacto ambiental?

Hasta aquí me he ceñido a la parte más directamente relacionada con mi profesión geológica, vale decir que me he referido a recursos, contaminación, suelos, aire y agua. Pero una evaluación de impacto ambiental debe, por definición ser completa, y por ende analizar todos los subsistemas que componen el medio, incluyéndose por lo tanto el análisis de los efectos potenciales sobre la población, la fauna, las construcciones, y hasta la economía.

En esa inteligencia, se pueden sumar otros resultados adversos, que sólo menciono porque exceden mi área de especialidad, pero que deben ser considerados también; por ejemplo:

  • Posibilidad de incendios y explosiones, de los que hay muchísimos antecedentes, tanto en las etapas de fabricación como de almacenamiento, transporte, venta y uso.
  • Efectos sobre las mascotas y animales silvestres que alteran su comportamiento por el estrés derivado del ruido y la vibraciones. No solamente se pueden producir heridas y muertes o extravíos por desorientación en el momento mismo del uso de la pirotecnia, sino que a largo plazo, la contaminación química puede afectar los ciclos reproductivos, y la salud en general.
  • Accidentes personales, a veces invalidantes y hasta fatales que ocurren durante la manipulación de los artefactos.
  • Costo económico y social a la hora de atender a los accidentados, y las posibles secuelas que deban sobrellevar.
  • Costo de esfuerzo, tiempo y dinero para acudir a controlar los incendios que mencioné más arriba, y a mitigar sus daños.
  • Costo psicológico para los afectados por accidentes. Esto permanece casi siempre como invisible, y no obstante, la sensación de culpa de un padre que ha comprado la pirotecnia con la que su hijo menor de edad ha padecido una mutilación o una quemadura, es de larga duración y puede conducir a conductas no deseadas, desde depresiones hasta adicciones y suicidios.

Insisto en que en estos aspectos, mi palabra surge del simple sentido común, pero hay miles de especialistas que podrían explayarse al respecto desde sus respectivas áreas de conocimiento. El precedente es un simple listado ilustrativo, que dista mucho de ser completo, precisamente porque excede mi propio conocimiento profesional.

¿Hay regulaciones legales?

Desde luego que sí, al menos en la mayoría de los países, ciudades y/o municipios. Por ejemplo, en casi todos lados está prohibida de manera absoluta la venta callejera, y la venta a menores. Tambié©n se exige que los menores manipulen los fuegos artificiales solamente con la asistencia de adultos responsables.

Y por lo general, solamente los artefactos debidamente autorizados por autoridad competente pueden ser comercializados.

En Córdoba, por ejemplo, está prohibido el uso de bombas de estruendo en las manifestaciones, y de bengalas en recitales de música.

Pero, ¿cuántas de estas reglamentaciones se cumplen de manera efectiva? ¿Cuándo se ha sabido del ejercicio de un poder de policía relacionado con este tema? ¿Alguien conoce que se haya aplicado alguna sanción alguna vez?

En determinados municipios del mundo, hay además legislación que solamente habilita a personal especializado, y en predios y horarios preestablecidos para manipular pirotecnia en festejos determinados. Eso es digno de imitar, siempre que luego se exija el cumplimiento de la normativa.

Por otra parte, la tecnología está buscando alternativas más saludables, menos peligrosas y mas amigables con el ambiente, para aplicar en la fabricación de pirotecnia.

Por ejemplo, se está privilegiando el uso de de materiales ricos en nitrógeno o nitrocelulosa, por sobre el del perclorato, porque su combustión es comparativamente más limpia y produce menos humo. Pero esos artefactos son todavía muy costosos, motivo por el cual, su utilización es muy reducida en la mayoría de los países.

¿Qué puede agregarse sobre el tema?

En este post, voy a salirme por un momento más de mi rol profesional, para hacer una pregunta desde el más profundo sentido común: ¿cuántos padres darían a su hijo preadolescente, un revólver o una granada para que se entretenga en Navidad? ¿Entonces, por qué le entregan una bolsa de explosivos casi tan potencialmente dañino, sin que se les arrugue el jopo?

Sí, ya sé que me van a decir que un cohete no es tan dañino como una granada, por cierto, pero por eso mismo se manipula de una manera mucho más irresponsable, a veces junto a elementos altamente inflamables, en la ventana de vecinos irascibles o metiéndolos en un tarro con cuanta porquería logran juntar para que el efecto sea más ruidoso.

Es verdad que una granada es más letal, pero por eso mismo su manejo es menos desaprensivo. ¿Sacan alguna conclusión al respecto? ¿Cómo creen que se vería la estadística si se comparara el número de accidentes fatales provocados por uno u otro aparejo en las fiestas de fin de año?

Bueno, por hoy creo haberme ya explayado bastante.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post la he tomado de este sitio.

 

Otro texto extraído de Eating Dirt de Charlotte Gill. (Original English version was posted last Friday)

thEste texto es excelente como todos los que vengo entresacando del libro de Charlotte Gill, quien durante muchos años se ganó la vida reforestando vastas áreas de Norteamérica, y reunió sus vivencias en ese maravilloso libro editado por la Fundación David Suzuki, que se centra en tópicos ecológicos.

Ahora, sin más preámbulos, a disfrutar una buena lectura, según mi propia traducción desde el original en inglés.

…Pero hace millones de años, en nuestro pasado planetario, las coníferas dominaron. La superficie de la Tierra estaba compuesta por un megacontinente, Pangea. Los Dinosaurios pastaban y vagaban y pisoteaban la tierra. Muchas de las criaturas que prosperaron durante esta larga fase prehistórica, no serían reconocibles hoy. Bivalvos, coleoideos y tiburones de la variedad 20.000 Leguas de Viaje Submarino. Anfibios y lagartos. Y todos esos rastrero-reptantes que parecen una cruza de cucarachas gigantes y ciempiés, cuyas extrañas formas reconocemos a partir de los fósiles.

Durante el Mesozoico, las coníferas propsperaron en todas las latitudes desde el ecuador hasta los extremos más septentrionales del globo. Nacieron nuevas especies de árboles, y se diversificaron y especializaron. La mayoría de esas familias genéticas están extinctas…

…Los tocones fosilizados de los bosques rojos primigenios se han expuesto en yermos de la tundra, bien adentro del Círculo ártico- un signo de la amplia distribución de la que disfrutaron una vez las coníferas.

 

¿Qué pasa con el suelo después de los incendios? Parte 2.

Flora. En un predio donde hubo un incendio hace nueve años, 
se registraron 19 especies 
de árboles, arbustos y hierbas. En una zona vecina sin quemar se detectaron 29 especies. El fuego afecta el dosel de los árboles (LaVoz).Este post es la continuación del del lunes pasado, de modo que les recomiendo su lectura antes de entrar en éste de la fecha.

En ese post he respondido las siguientes preguntas:

¿Qué partes del suelo son las más afectadas?

¿Qué componentes del suelo sufren más alteraciones?

¿Qué propiedades del suelo cambian?

¿Puede el suelo recuperar su condición inicial? ¿En cuánto tiempo y en qué grado?

Hoy, saldremos del suelo mismo, para mirar el sistema de manera más completa, y para eso comenzaremos por referirnos a los procesos que modelan el paisaje que se ha visto afectado.

¿Qué otros procesos geomórficos se ven alterados?

Primero debe tenerse en cuenta que en cada sistema, son dominantes unos u otros procesos, y prácticamente todos ellos se verán modificados por un incendio de bosques o de monte, pero en este caso, voy a dejar afuera, para mejor oportunidad, aquéllos que no son pertinentes a nuestras sierras de Córdoba, tales como posibles efectos sobre aludes o ciclos reiterados de congelamiento y descongelamiento que son poco frecuentes en ellas.

Pero uno de los procesos más inmediatamente impactados será la erosión del suelo mismo.

Allí donde los suelos tienen escaso desarrollo, como en áreas escarpadas, la pérdida de la vegetación, cuya acción protectora es bien conocida, puede significar la pérdida lisa y llana de todo el suelo.

Pero aun en zonas donde el espesor del solum no es tan mínimo, las partes superficiales, desagregadas por la ruptura de estructuras y afectadas por la falta de cubierta vegetal, se convierten rápidamente en carga disponible para cualquier agente de transporte, sea el viento, el agua o la conjunción de ambos. La propia pendiente puede disparar también procesos gravitacionales, que eliminan la cubierta edáfica más superficial en muy poco tiempo.

Más allá de la erosión acelerada del suelo, también otros materiales como rocas y sedimentos se encontrarán sumidos en un nuevo escenario, donde la acción erosiva se ve modificada, impactando de manera indirecta sobre ellos.

Por ejemplo, la disponibilidad de agua será otra, porque faltará la vegetación que es la primera en interceptar el impacto de la lluvia, y en aumentar la fracción que se evapotranspira, restándola del escurrimiento directo. Estos detalles pueden verlos con mayor profundidad en varios posts en los que me he referido al ciclo del agua y sus factores.

En definitiva, para un mismo total de agua precipitada, habrá mucho mayor escurrimiento, que además será mucho más rápido por las nuevas condiciones de suelos impermeabilizados, de los que hablamos en el post anterior, y por la falta de vegetación que lo desacelere.

De allí puede deducirse que los procesos erosivos hídricos cambiarpan.

También el ciclo eólico tendrá modificaciones al faltar la barrera protectora de los árboles, que disminuyen la velocidad del agente viento, que puede volverse por ende mucho más agresivo y efectivo.

¿Qué pasa con los cauces fluviales?

Sean permanentes o temporarios, los cauces fluviales mostrarán una dinámica diferente, con aguas que se reunirán desde todas las pendientes, en mayor cantidad y con mayor velocidad, en función de lo que se dijo más arriba.

Siempre considerando que algunas situaciones serán muy particulares, puede generalizarse que muy probablemente habrá los siguientes cambios en los cauces:

  • Habrá picos de creciente más altos.
  • Los picos de creciente tendrán tiempos de llegada muy posiblemente más cortos.
  • Los cursos mismos pueden verse más erosionados, acelerándose sus acarcavamientos.

No obstante, también es cierto que las aguas corrientes no serán tampoco tan límpidas, ya que habrá superficialmente mucho material suelto susceptible de ser arrastrado por las aguas, sean ellas salvajes o encauzadas.

Cuando esa cantidad de material supera la capacidad de transporte del agua, la cual varía según la pendiente y el caudal, habrá efectos de colmatación de algunos reservorios, y puede que también haya sedimentación incrementada en algunos sitios de los cauces mismos, o excediendo de ellos.

Este efecto puede ser altamente contaminante, cuando se piensa sobre todo en que mucho material puede ser arrastrado hacia los reservorios de agua para consumo, cuyo tratamiento se dificulta.

Ahora bien, hemos hablado de dos efectos prácticamente opuestos y cabe preguntarse si hay allí o no una contradicción.

Para comprender esto mejor, debe recordarse que la erosión y la sedimentación ocurren normalmente juntas, sólo que no en el mismo sitio, sino que lo que se arranca de un lugar, se deposita en otro.

Ahora bien, cuál de ambos procesos será el que más impacto genere, es decir si dominarán los efectos de la erosión o de la sedimentación, eso depende del conjunto de factores de cada subsistema en particular, pero cualquiera sea el caso, habrá modificaciones del equilibrio preexistente, con cambios sensibles en la dinámica hídrica regional.

¿Qué pasa a nivel de cuencas?

Cada uno de los cambios que se observan aisladamente en los diversos cursos de agua, se van potenciando unos a otros en auténticos efectos dominó. En general, puede esperarse que una cuenca afectada por incendios se vea sujeta a inundaciones más intensas y más rápidas, en el supuesto, claro, de que las restantes condiciones sean las adecuadas para ellas.

Por otra parte, debe recordarse que una cuenca no solamente incluye el agua superficial, sino también la subterránea en la región.

Un escurrimiento acelerado, puede significar un descenso en el nivel de las capas subterráneas, simplemente porque la distribución del agua precipitada cambia.

A esto debe sumarse el efecto «hidrofóbico» que se produce en el suelo en muchas oportunidades, por efecto del fuego, con lo cual la infiltración se dificulta.

También puede ocurrir que el material suelto y restos biológicos que se incorporan como carga del agua en movimiento, se depositen finalmente en los diques y reservorios, naturales o artificiales, que actúan normalmente como reguladores del flujo.

Esa sedimentación puede contribuir a una colmatación acelerada de los depósitos de agua, lo cual altera todo el balance de la cuenca.

¿Qué pasa con las aguas infiltradas?

Ya dijimos que normalmente verán disminuido su caudal, pero también puede que lleven en suspensión y/o disolución materiales contaminantes, como las cenizas mismas provocadas por el incendio, además de carga biológica producto de la fauna y flora en descomposición.

El material en suspensión, dominantemente cenizas, puede llegar a ser transportado por mucho tiempo (tanto más cuanto más liviano sea), con lo cual la contaminación es «exportable» a zonas no afectadas directamente por los incendios. Sólo la lluvia volverá a limpiar la atmósfera, y a veces un milimetraje muy exiguo no alcanza para llevar todo el material hacia abajo. Y eso sin considerar que lo que el viento haya exportado antes de la lluvia, se seguirá propagando por otros sitios hasta que en ellos se produzcan suficientes precipitaciones.

Corolario: sigue sin parecerme inteligente eso de «manejo del fuego», y aquí les presenté mis argumentos. Ustedes decidan por sí mismos cuánto de manejables son los efectos de los incendios.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post la he tomado de la red.

Once again a text from «Eating dirt». (Su traducción al castellano el próximo viernes)

Charlotte-Gill300pxAs you already know, I have fallen in love with one of the books edited by David Suzuki Foundation, namely: Eating dirt by Charlotte Gill. That is the reason why now and then I share with you some paragraphs that I have enjoyed the most.

This is the one I selected for today:

…But millions of years ago in our planetary past, conifers dominated. The surface of the earth was composed of one megacontinent, Pangaea. Dinosaurs grazed and stomped the land. Many of the creatures that thrived during this long prehistoric phase would not be recognizable today. Clams, squids, and sharks of the 20.000 Leagues Under the Sea variety. Amphibians and lizards. And all those creepy-crawlies that look like giant cockroaches crossed with centipedes, whose strange shapes we recognize from fossils.

During the Mesozoic, conifers thrived at every latitude from the equator to the northernmost reaches of the globe. New tree species were born, and they diversified and specialized. Most of these genetic families are extinct…

…The fossilized stumps of dawn redwoods have turned up on tundra barrens deep inside the Arctic Circle- a sign of the extensive range that conifers once enjoyed.

Recuerden que este texto estará traducido por mí misma el próximo viernes, para el disfrute de los lectores no angloparlantes.

¿Qué pasa con el suelo después de los incendios? Parte 1

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Sé que este tema será polémico, porque hay muchos agricultores, agrónomos y hasta biólogos que piensan que pueden utilizar el fuego como una herramienta de desmonte, o para el desmalezado, para obtener rebrotes de pasturas tiernas, o lo que sea, y han acuñado expresiones para mi gusto muy poco afortunadas, tales como «fuego controlado».

Como si el fuego estuviera tan bien dispuesto, como para someterse a controles de alguna clase. Como si no bastaran un par de chispas desacatadas para generar un infierno sin reglas fijas de propagación, cosa que nos ha tocado comprobar de la manera más dolorosa en estos días pasados.

Por eso, mi personal opinión es que se debe dejar a la naturaleza el exclusivo «copyright» de los incendios, ya que por sí misma encuentra muchas maneras de generarlos, sin que tenga que venir también el hombre a meter la cuchara.

Pero una vez fijada mi propia postura al respecto, y a sabiendas de que existen esas opiniones profundamente arraigadas que se manifiestan pro «manejo del fuego», creo que los acontecimientos recientes ameritan un análisis tan objetivo e integral como sea posible.

Mi área de conocimiento no comprende el subsistema suelo-planta, sino otro mucho más geológico que se centra en la interfase: geosferas-suelo.

Por esa razón, no voy a abordar el tema a nivel de lotes, que en determinadas situaciones pueden «sacar provecho» del incendio, y a nivel de los cuales se suelen utilizar esas expresiones como «manejo, uso o gestión del fuego».

Mi abordaje es mucho más sistémico, y a otra escala, donde la cosa cambia por completo. Entonces, lo primero que se debe reconocer es que el sistema sometido al fuego es complejo, y los resultados sobre él exceden el simple desmalezado, o desmonte.

Por eso el tema a tratar será extenso y comprenderá mínimamente dos posts. En el de hoy, haremos foco en el suelo, pero en el siguiente, saldremos de este subsistema, para meternos con el resto de los procesos y subsistemas afectados, respondiendo preguntas como:

¿Qué otros procesos geomórficos se ven alterados?

¿Qué pasa con los cauces fluviales?

¿Qué pasa a nivel de cuencas?

¿Qué pasa con las aguas infiltradas?

Ahora volvamos atrás, y comencemos con el suelo, pensado, repito, como un cuerpo integrante del paisaje geológico, y no solamente como el soporte de tal o cual cultivo. Por esa misma razón, no pretendo darle una carga valorativa a este análisis. Me referiré a los cambios, sin llamarlos buenos ni malos, porque cada quien podrá evaluarlos de diferentes maneras.

¿Qué partes del suelo son las más afectadas?

Al hacer esta pregunta estamos asumiendo que el suelo todavía está, porque el incendio es reciente, pero ojo, como verán en el siguiente post, hay situaciones en que una afectación indirecta es la pérdida del cuerpo pedológico entero, o su parcial decapitación, por efectos erosivos posteriores.

De todos modos, si hay todavía suelo, porque éste había tenido un desarrollo suficiente -que no siempre es el caso en los ambientes serranos- como para tener un espesor no despreciable, sus horizontes (nombre que se le da a las capas que lo componen) superficiales serán los más alterados, mientras que los más profundos no tendrán tan importantes cambios.

Esto es así porque el material combustible está esencialmente por encima de la superficie, y es específicamente la vegetación en su mayor parte.

Conviene recordar que la combustión es en esencia una oxidación muy rápida y con gran desprendimiento de calor, y no otra cosa. Así, pues, la presencia de oxígeno libre es imprescindible, y éste en el caso del suelo está contenido en el aire que, a su vez, se encuentra en los poros de mayor tamaño disponibles. Y digo disponibles, porque a veces algunos de ellos están ocupados por agua, con lo cual la cantidad real de oxígeno que puede participar en una combustión es  comparativamente exigua.

Por eso, repito lo que se quema -en un sentido estricto- está por encima del suelo, y nunca muy profundamente contenido en él.

Pero, ojo, que aunque no haya presencia de llama, la temperatura obviamente asciende hasta niveles en que numerosos cambios ocurren, de todas maneras, también a cierta profundidad.

Y es allí, donde los componentes del sistema completo se modifican y eso nos lleva a la siguiente pregunta.

¿Qué componentes del suelo sufren más alteraciones?

Permítanme presentarles, en la figura 1, la composición generalizada y básica del suelo.

comp suelo

Figura 1. componentes generales del suelo

Observen por favor, que ésta es una instantánea, por decirlo de algún modo, de manera que a lo largo del tiempo, los porcentajes son bastante variables, y así por ejemplo, si entra más agua al sistema, lo hace a expensas del aire que desaloja de los poros, y viceversa. Vale decir que esta figura sólo pretende manifestar la abundancia relativa de los diversos componentes en el suelo.

Y así, podemos notar que la mayor parte de los suelos comunes en áreas no pantanosas, está constituida por elementos minerales, los cuales a su vez resultan relativamente inalterados en el incendio.

Puede haber algunos cambios menores en los minerales, resultantes del aumento de temperatura, tales como la aceleración de los procesos de meteorización química y hasta la desintegración física de algunos otros como las micas, especialmente susceptibles por su laminación.

Dentro de los componentes minerales, cuando el contenido de arcillas es alto, puede ocurrir algún grado de «cocción» medianamente asimilable al que se produce intencionalmente en la alfarería.

Pero, en general, los componentes que más afectados resultan en un incendio, son la materia orgánica y el contenido de agua.

Y cuando hablamos de materia orgánica, no hacemos referencia solamente al humus sino a toda la fauna y flora que tiene participación activa en los procesos que hacen del suelo un sistema que puede usarse como recurso.

Así, por ejemplo, todo el sistema radicular, las bacterias, las lombrices, algunos insectos y hasta pequeños animales cavadores, mueren durante un incendio, o si la suerte los acompaña, huyen del lugar, que pierde las características derivadas de su actividad.

Respecto al contenido de agua, en general es evaporada durante el incendio, lo cual es si se quiere un cambio temporario, porque a la larga volverá a condensarse en algún momento y precipitará sobre el suelo, con consecuencias que veremos en el post siguiente.

¿Qué propiedades del suelo cambian?

A pesar de que pocos componentes cambian, su rol en la dinámica del sistema es tan importante, que las propiedades del suelo en su conjunto se ven profundamente afectadas.

Por ejemplo, las arcillas y el humus que se «cocinaron» son los elementos que definen la Capacidad de Intercambio Catiónico (C.I.C.) del suelo. Y esa propiedad no es para nada irrelevante, porque cuanto más alta sea esa capacidad, más nutrientes quedan retenidos en el suelo para responder a la demanda de la vegetación en los momentos oportunos.

La alteración de esa variable incide de manera directa en la fertilidad.

La porosidad y permeabilidad del suelo, por otra parte, que definen la posibilidad de circulación de aire y agua, vitales para la salud de las plantas, se ven también afectadas, porque parte de la porosidad es precisamente el resultado de las acciones de los organismos. En efecto insectos y pequeños animales cavadores remueven el material de manera que generan lo que se conoce como porosidad secundaria o biológica.

También las estructuras se ven afectadas, porque también dependen de la disponibilidad de cationes y materia orgánica, entre otras cosas.

Las estructuras, a su vez inciden en muchas otras propiedades, como la posibilidad de penetración de raíces entre otras.

La afectación de estructuras, porosidad y permeabilidad pueden generar en el suelo, como parte integrante del paisaje, una condición que se conoce como «hidrofóbica», que tiene luego otras consecuencias que veremos el lunes próximo.

En instancias posteriores, la presencia de cenizas pueden también cambiar el pH del suelo, que tiende a ser más ácido. Pero este tema será motivo de otro post en el futuro por su capital importancia.

El tiempo de residencia de determinados compuestos en el suelo también cambia, pero en este punto, he leído artículos agronómicos que tanto se rasgan las vestiduras al respecto, como lo consideran un «beneficio» tan importante como para insistir en aquello del «uso del fuego».

Mi personal apreciación es que en cada caso la valoración depende del uso del suelo. Pero vuelvo a insistir en que yo no lo estoy pensando aquí como un bien de uso en la escala de un lote, sino como parte de un sistema muchísimo más complejo, y por cierto más grande, razón por la cual no hago lecturas agronómicas (además de que no sé un pomo de agronomía).

¿Puede el suelo recuperar su condición inicial? ¿En cuánto tiempo y en qué grado?

Bueno, en este punto, deberán ustedes recordar los conceptos de resistencia y resiliencia que les he presentado en otro post, y que por eso mismo no me parece necesario repetir aquí.

De todas maneras, recordemos que lo que aquí se ha degradado en estos voraces incendios ha sido el sistema ambiental en su conjunto, y el suelo sólo es uno de sus componentes.

Puede que el suelo sea más o menos resiliente, según la interacción de numerosos factores, como la colonización más o menos espontánea por parte de nueva vegetación; (digo esto porque es a esa parte a donde se apunta cuando se habla de «medidas de remediación»); las condiciones climáticas, el relieve involucrado; el tamaño del área afectada, etc., etc., pero el sistema mucho más complejo del que el suelo forma parte, se encontrará en un nuevo estado de equilibrio seguramente muy precario, por mucho tiempo.

Y muchos de los elementos que se perdieron no se recuperarán jamás, porque, por dar un simple ejemplo, y volviendo a la materia orgánica, no olvidemos que lo que se pierde no es solamente lo que ya estaba en el suelo, sino también aquello que ya no va a incorporarse a él, porque se ha convertido en cenizas, en lugar de compuestos capaces de generar nuevos contenidos húmicos.

Recuerden que este post tiene una continuación el próximo lunes.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post la he tomado de este sitio de la red.

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