Otro texto extraído del libro «Eating dirt» de Charlotte Gill.
Ya les he presentado antes este libro, y en ese momento también les prometí compartir con ustedes algunos excelentes párrafos que se encuentran en él. Éste es uno de esos textos, pero esta vez lo he traducido para los lectores hispanoparlantes.
Hace tres mil quinientos millones de años, la tierra estaba inmersa en una sopa salina, y la atmósfera era un humedal de gases de invernadero. La vida era microbiana. Entonces nació una nueva bacteria. Su canal digestivo estaba salpicado de proteínas capaces de absorber la luz. Esta célula podía ejercer una magia química que ningún otro de los garabatos flotantes en los mares prehistóricos podía realizar. Ella aprovechaba los rayos solares. Con esta energía, transformaba el dióxido de carbono en azúcar y en el proceso extraía oxígeno. Estos organismos rudimentarios todavía existen hoy, en prácticamente todo ambiente donde coexisten el agua y la luz solar. Cianobacterias- algas azules, el comienzo de todas las cosas.
Como seguramente habrán ustedes notado, la descripción es excelente, y encontrarla en una novela es un evento afortunado. Espero que la hayan disfrutado tanto como yo, porque vendrán más extractos en futuros posts. Un abrazo, y nos vemos el lunes. Graciela.