Archivo de la categoría ‘Anécdotas Geológicas’

Otra situación de peligro en mi vida profesional.

Imagen1 el cuadradoHoy, pese a ser lunes, por estar ya en un tiempo festivo, estoy subiendo un post más propio de los viernes, es decir un simple relato, sin elementos científicos, que para esta época del año parece más adecuado.

Hoy voy a contarles un evento de verdad peligroso.

Esto se relaciona con esa otra anécdota que ya les conté en la que me llamaron de urgencia una madrugada, y que pueden leer aquí.

En respuesta a la llamada que relaté en el post que les mandé a leer, fui a la zona afectada por la corriente de barro, y de paso hice un reconocimiento ampliado del área para detectar otras zonas en riesgo.

Para eso, conseguí un caballo y crucé algunos cerros, con un guía de la zona, de modo de meternos por caminos y senderos poco transitados, donde las condiciones de amenaza geológica tal vez no estaban tan a la vista.

En medio del reconocimiento, pasamos a cierta distancia de un puesto, que nunca sabré a quién pertenecía, ni qué custodiaba. Y nunca lo sabré porque debimos salir al galope cuando sin más aviso que un par de gritos, el puestero apareció de algún lugar detrás nuestro, disparando con lo que creo que era una escopeta.

Por un momento volví  a la infancia, y me sentí como la muchachita de un western huyendo al galope de los villanos, entre silbidos y detonaciones de balas… Bueno, también volví a la infancia porque poco faltó para que necesitara a mi mamá para cambiarme los pañales…¿se entiende, no?

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: Revisando el blog, me he dado cuenta de que hay un par de anécdotas que he repetido, sin darme cuenta, lo que en más de 1800 posts puede disculparse, ya que no los tengo a todos en la memoria. De todas maneras, no los he contado en los mismos términos, de modo que bien vale leerlos dos veces. ;D

Otra anécdota de campo.

PICT0328Ésta es la narración de otro de esos momentos tontos y risueños que hacen inolvidables algunas campañas de trabajo.

Hace varios años, todos los miembros del equipo de investigación pasamos una mañana muestreando un perfil de loess. Era un día cálido, seco y ventoso, en el interior provincial.

LLegado el mediodía, decidimos hacer algo inusitado: en lugar de comer nuestros sandwiches en el lugar de trabajo, y en vista de que por la sequía el viento nos hacía masticar limo y arena; subimos al auto y fuimos hasta la estación de servicio más cercana, para comer al reparo de tanta tierra en suspensión.

Por supuesto, ya que contábamos con las instalaciones pertinentes, aprovechamos para pasar a los servicios a lavarnos un poco antes de almorzar.

Cuando yo entraba, salían del baño dos mujeres conversando, pero al verme se callaron un momento, me miraron de arriba a abajo y luego se alejaron murmurando en voz baja.

Apostando a que hablaban de mí, aunque no entendía por qué, di unos pasos y me volví a mirarlas, y ¡bingo! efectivamente, se habían dado vuelta y cuchicheaban entre sí.

Pensé entonces: «¿nunca habrán visto a una mujer con borceguíes y equipo de campaña?», y entré en los servicios.

Y al mirarme en el espejo ¡voilá!, entendí por fin su sorpresa: tenía el pelo cubierto de polvo blanquecino, la cara entre parda y gris por el mismo  loess, y tanto el jean como la camisa teñidas por la tierra en colores indescifrables.

Todavía deben estar preguntándose de dónde salía yo y que había estado haciendo, ya que parecía un personaje de dibujo animado al que acaban de revolcar por el suelo. ¡Una verdadera caricatura!!!

Un abrazo y hasta el próximo lunes, con un post científico. Graciela.

El gaucho y el teodolito.

gauchoEste post implica una anécdota divertida, de entre las muchas que tienen lugar en el campo.

Lo que paso a contarles es de la época en que yo era todavía estudiante y habíamos ido a una zona bastante aislada, en el interior provincial, a realizar- entre otras cosas- una práctica de manejo de teodolito.

Por supuesto, se trataba de una época en que todavía no contábamos con cámaras digitales o celulares inteligentes, de modo que cuidábamos cada foto que tomábamos, porque los rollos eran caros, y otro tanto pasaba con la revelación de la película.

Cuando estábamos en eso, con un compañero manejando el teodolito, y otro a cierta distancia acomodando la mira en los sitios de interés, apareció de quién sabe dónde, un gaucho a caballo, con sus mejores galas, que nos saludó muy respetuosamente, diciendo que nos había visto por la mañana y nos había observado en nuestro trabajo.

«Ahí me fui pa’l rancho a ponerme mejor pilcha- nos dijo- antes de venirme p’a este lado a saludar».

Todos asumimos que nuestra presencia era todo un acontecimiento en su vida aislada, y le dimos un poco de conversación, mientras seguíamos en lo nuestro.

Como era un hombre bastante mayor, no queríamos ofenderlo dándole indicaciones, pese a que entorpecía bastante la tarea, porque se ponía con su caballo, invariablemente en la visual del aparato, y nuestro «mirero», tenía que desplazarse de un lado a otro según las señas del responsable del teodolito, que no podía anotar las lecturas, porque siempre se le cruzaba el gaucho en el medio.

Después de un rato de esta loca coreografía, en la que el mirero se corría a un lado, y el jinete hacía exactamente el mismo movimiento, siempre interrumpiendo la visual del teodolito, arrojamos la toalla, porque todo se demoraba muchísimo, y decidimos hacer un recreo hasta que ese buen hombre volviera a lo suyo.

Hucimos pues un alto e invitamos al gaucho con unos criollitos y café del termo, conversamos unos minutos más, y finalmente él decidió marcharse, pero no sin antes pedirnos con toda amabilidad:

«Cuando vuelvan a venir, ¿me pueden traer las fotos que nos sacaron a mi caballo y a mí esta tarde?»

¡Y por fin entendimos, que el buen hombre estuvo posando todo el tiempo para nuestro teodolito!

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Un abrazo y hasta el lunes. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post es de esta página.

Otra anécdota desopilante.

Imagen1pisossuciosEsta anécdota les va a parecer increíble, pero es absolutamente real, y cuando ocurrió, me dejó a mí misma de una pieza.

Por supuesto, aunque lo rcuerdo perfectamente, me reservo el nombre de la ex alumna involucrada, por aquello de que se puede decir el pecado, pero no el pecador.

Esto ocurrió hace más de veinte años, en un examen parcial final y escrito, por el mes de noviembre.

Era una tarde de muchísimo calor y yo estaba tomando ese examen en el aula que por ese entonces llamábamos cariñosamente «la cueva», por su ubicación en el edificio, y porque estaba siempre lleno de tierra, fragmentos de minerales, astillas de rocas, etc., etc, precisamente por la actividad que allí desarrollábamos.

Entre los alumnos, había una chica de aspecto algo «hippie» como decíamos en la década del 70, muy inteligente, pero muy particular también.

En un momento dado, (hablo de hace más de 20 años atrás), debido a la canícula, se quitó las sandalias y continuó escribiendo «en patas». Y así, «pata pila», se levantó y llegó a mi escritorio a hacerme una pregunta.

Cuando llegó a mi lado, se dio cuenta y me dijo:

-Ay, disculpe, profe que esté sin las sandalias, ¡pero es que hace tanto calor!

A lo que yo le respondí:

-A mí no molesta, si a vos no te molesta ensuciarte los pies, porque el piso es una mugre…

-Bah, ¡si viera la mugre que hay en mi casa!- me contestó ella, y todavía no me repongo de la impresión.

La foto que ilustra el post es de este sitio.

 

Un piropo geológico.

1185568_634926659894457_2017451297_npara rodriSi algo me caracteriza es que tengo ojos grandes y verdes, lo que me ha valido muchos chistes y cargadas, pero también algunos piropos como éste que me dijo un colega, al que no conocía, en un evento social de un congreso.

-Disculpame, ¿pero puedo decirte Gneis, ya que no sé tu nombre?

– ¿Y por qué gneis?

-Porque lo primero que noté fueron tus ojos.

Ingenioso el muchacho, ¿no les parece? Por supuesto resultó ser un tipo divertido, con el que compartí bastante tiempo en ese congreso, siempre con humor y buena onda. Un recuerdo para él.

Aclaro que la foto no tiene nada que ver con ese congreso, sino que es de una de mis presentaciones en teatro, donde bailé una milonga, y es mucho más reciente.

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