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El «alud» de Catamarca, ¿qué dice la Geomorfología al respecto?

Nuevamente la naturaleza, en su grandiosidad, pasa por encima de todos nuestros planes, y debemos asumir los resultados de un evento luctuoso, que es importante comprender, si deseamos sacar de él alguna enseñanza.

Esta vez, la noticia procede de la provincia de Catamarca, donde según informa la prensa, ha ocurrido un «alud». ¿Pero se trata realmente de un alud? Veamos qué puede aportar la Geología al respecto.

¿Cómo, dónde y cuándo sucedieron los hechos?

Como consecuencia de un fuerte temporal de lluvia y viento que se inició el pasado jueves en los alrededores de la villa veraniega El Rodeo, a unos 38 kilómetros al norte de la capital de Catamarca, tuvo lugar una crecida repentina del río Ambato, cuyas aguas bajaron arrastrando árboles, piedras y lodo.

Las consecuencias inmediatas fueron el corte de la Ruta provincial 4, la caída de postes de media tensión, y lo que es más lamentable, la ocurrencia de entre cinco y siete muertos -según las distintas fuentes- y entre 10 y 20 personas desaparecidas.

Como ya es habitual en nuestra cultura antropocéntrica, nadie dio cuenta de ellas, pero seguramente se perdieron también las vidas de numerosos animales, que al estar domiciliados o encerrados no pudieron obedecer a tiempo sus instintos de huida.

Hasta aquí, lo que reporta la prensa.

Ahora mirémoslo desde la Geología y la Geomorfología.

¿Se trata de un verdadero alud?

Para responder brevemente, no. No lo es estrictamente al menos, si bien algún componente de ese proceso habrá también intervenido una vez que se desencadenó el fenómeno. Ya saben ustedes: convergencia de causas.

Ya les he explicado en otros posts qué es un alud, qué es una avalancha, y también de qué se trata, en general la remoción en masa. Les recomiendo seguir todos esos links, y repasar esos posts, para que todo les quede más claro, pero insistiré en algunos de los conceptos aquí también.

Por lo pronto, les voy adelantando que la forma correcta de denominar el fenómeno acontecido no es alud, sino aluvión, y en seguida verán por qué.

¿Qué se define como aluvión?

Un aluvión es un proceso natural que ocurre en zonas con cierta pendiente, de resultas de lluvias intensas que arrastran materiales detríticos de diversos tamaños, y que generalmente provocan desbordes más o menos repentinos de los cursos temporarios o permanentes por los que originalmente se desplazan.

¿En qué se diferencian un alud y un aluvión?

Si ustedes han leído los posts que les mandé a leer, y la definición anterior, ya podrán establecer las diferencias por sí mismos, pero como soy un ángel de buena, 😀 se los voy a explicar personalmente.

El alud es un proceso de remoción en masa, es decir, que el agente movilizador es la gravedad, aunque pueda intervenir en mayor o menor grado el agua en alguna de sus formas, pero nunca como «medio de transporte».

El aluvión en cambio, es una forma de arrastre hídrico, vale decir que el agua es el agente que mueve el material.

Por otra parte, el alud no reconoce cursos preexistentes, mientras que el aluvión se origina en ellos, aunque luego los desborde, derramándose por toda el área circundante. Y es ese derrame o inundación, lo que le da su potencial para provocar erosión acelerada, y eventualmente daños como los que se reportaron en este caso particular de Catamarca.

Antes de cerrar este punto, les aclaro que coloquialmente los términos aluvión y alud suelen usarse como sinónimos; y que en ciertas regiones, los mismos geólogos intercambian ambos términos, influenciados por las costumbres locales.

¿Qué puede decirse acerca del Río Ambato?

En general se considera que existen en la Provincia de Catamarca nueve cuencas hídricas, la más importante de las cuales es la denominada, «Del faldeo Oriental de la Sierra de Ambato», y en ella se inscribe el Río El Rodeo o Ambato.

Este río nace en el cerro El Manchao y recibe las aguas del río Los Nogales y arroyos Nevado, Picaso, Manchao, Angostura, Higuerita y Algarrobal.

En La Puerta se une al Río del Valle, que es el gran proveedor de agua de la provincia, ya que recibe aportes tanto pluviales y de deshielos como de vertientes, por lo cual tiene un suministro continuado.

Una nota de color respecto a la toponimia, indica que el nombre Ambato proviene de los idiomas kakán y quechua, en los que An-Huatu significa Hechicero del Alto, y se aplicó originalmente a la Sierra donde este Río nace.

Por otra parte, el cerro más alto donde específicamente se inicia el río Ambato se llama «Manchao», que significa Manch= miedo y Ao= lugar, vale decir que es un «Lugar del Miedo», y se presume que los aborígenes le llamaban así por los ruidos del viento. Pero tal vez hayan también presenciado aluviones en tiempos remotos, los que son mucho más aterrorizantes que el sonido del viento.

¿Cómo es el contexto geológico?

Toda la zona pertenece a la provincia geológica de Sierras Pampeanas cuya estructura se reconoce como un sistema de montañas en bloque, limitadas por fallas inversas de alto ángulo; con cordones orientados en dirección norte-sur, y perfil marcadamente asimé©trico.

En efecto, el flanco occidental es más abrupto, mientras que el oriental se tiende de manera mucho más suave, en respuesta a la posición y forma profunda de las fallas que originan el levantamiento.

Además, la vertiente oeste es bastante más desnuda en materia de vegetación, lo que se atribuye mayormente al microclima resultante de las Sierras mismas, que son una barrera para los vientos húmedos del Atlántico.

No obstante, en la zona de Ambato en particular, deben considerarse también las diferencias litológicas y de relieve, que condicionan los suelos resultantes.

En el área, las migmatitas dominan el flanco oeste, mientras que en el lado oriental, éstas coexisten con micaesquistos y metacuarcitas, todas rocas constituyentes del «Basamento cristalino» de edad precámbrica a paleozoica inferior. No muy alejadas, hay intrusiones graníticas de dimensiones batolíticas, como el granito de Las Juntas.

El clima es cálido y árido con un monto de precipitaciones de 350 mm anuales, que se concentran entre los meses de diciembre y febrero;  y la temperatura media anual ronda los 18º C.

¿Cuáles fueron los factores involucrados en el aluvión?

Todos los mencionados, por supuesto, es decir:

  • La pendiente del cerro que da origen al río involucrado.
  • Las condiciones de las rocas que favorecieron el escurrimiento.
  • Las características climáticas, que implican una tendencia a la concentración de las precipitaciones en la estación estival, generando a veces lluvias muy intensas.
  • Condiciones favorables para que además del aluvión mismo, fueran arrastrados materiales desde las laderas, a través de avalanchas en sentido estricto.

Conviene agregar que en las avalanchas que se sumaron al aluvión propiamente dicho, pueden haber tenido incidencia los movimientos sísmicos que han venido ocurriendo en los últimos meses en las Sierras Pampeanas.

En efecto, los sismos generan vibraciones que desequilibran sistemas metaestables, preparándolos para su posterior derrumbe, o provocándolo en el momento mismo.

¿Qué actuó como disparador?

Si bien como ya dije, el aluvión se vio seguramente magnificado por otros procesos como los deslaves de laderas, que a su vez pueden ser acelerados por múltiples causas, el detonante inmediato fue seguramente el temporal con abundantes precipitaciones que ocurrió inmediatamente antes del fenómeno.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post la he tomado de la prensa on line.

 

Repasemos un post que hoy merece una primera plana.

Hoy que se habla bastante de las condiciones del agua en la ciudad de Córdoba, los invito a visitar un post en este mismo blog, Locos por la Geología, en el cual me he referido a los requisitos que se exigen del líquido elemento para ser considerado potable. http://www.locosporlageologia.com.ar/el-agua-es-un-recurso-valioso-y-escaso-parte-1/

¿Cuáles son las diferencias geológicas y geomorfológicas entre un océano y un mar?

viaje 2019 caribe 013Este post me fue sugerido con muy buen criterio por Sabrina Rouzaut, becaria y aspirante a adscripta en la Cátedra, compañera de tareas cotidianas y autora principal o coautora en varias publicaciones compartidas.

Es verdad que en el hablar corriente estos términos se usan como sinónimos, pese a que la Geología les confiere diferentes aplicaciones, y por eso es bueno hacer las aclaraciones del caso. Por supuesto, muchos puntos sólo serán mencionados de pasadita aquí, porque merecen post propio, y lo tendrán en su momento, lo prometo.

¿Pueden usarse los términos mar y océano como sinónimos?

Aquí la respuesta puede ser algo ambigua, puesto que dependerá del contexto en que se utilice la terminología. Así pues, los geólogos y geomorfólogos insistimos en que no deben confundirse uno y otro vocablo, pero los geógrafos tienden a regirse por otras reglas más jurídicas, políticas y jurisdiccionales que nosotros, y no hacen las mismas distinciones. Los poetas y literatos, por su parte, en su negativa a repetir términos en los mismos párrafos, intercambian las palabras mar y océano sin ningún problema.

Y el caso más notable, tal vez, es el de la Organización Hidrográfica Internacional (IHO-OHI), que  en su publicación «Limits of oceans and seas» (Límites de océanos y mares) (3ª edición de 1953), no distingue entre océanos y mares, sino que los enumera juntos, asignándoles números correlativos, llegando hasta 66 cuando no se cuentan las subdivisiones en que se les agrega una letra. De contarse esas divisiones, el total asciende a 73.

¿Cuáles son las características geológicas y geomorfológicas requeridas para que un espejo de agua se considere océano?

Si bien en el imaginario popular, la única diferencia reside en la mayor o menor extensión de sus superficies, los mares y los océanos difieren también en otras características.

Efectivamente, los océanos, para «recibirse» de tales, deben cumplir con todos y cada uno de los siguientes requisitos:

  • La topografía de sus fondos rocosos tiene una configuración característica que se conoce como «relieve oceánico», y que se repite en todos ellos de manera bastante similar.
  • Todos se encuentran ampliamente conectados entre sí a través de diversos pasos, por lo cual su dinámica es interdependiente.
  • Bañan las costas de más de un continente.
  • Tienen una circulación bien definida del agua que contienen, pudiendo reconocerse corrientes marinas con nombre propio.
  • Deben existir en ellos algunos puntos al menos, con profundidades que excedan los 5000 metros.

Como ven, no cualquier extensión de agua salada es un océano, ya que todos los requisitos enunciados más arriba deben ser cumplimentados sin excepción.

¿Cómo es la topografía del fondo oceánico?

Este tema será motivo de otro post porque es muy interesante y rico en consecuencias geológicas que vamos a ir conociendo a su tiempo, pero puedo adelantarles que en un océano de verdad, hay fosas, cordilleras submarinas y llanuras abisales, todas respondiendo a configuraciones para nada caprichosas, ya van a ver.

¿Cuántos son entonces los océanos en sentido estricto?

Se pueden contar cuatro: Atlántico, Pacífico, ͍ndico y Ártico, pero en muchas publicaciones se refiere la existencia de seis, porque dividen a los océanos Atlántico y Pacífico en dos cada uno, a los que llaman Norte y Sur. (Atlántico Norte, Atlántico Sur, Pacífico Norte, Pacífico Sur).

¿Existen distintos tipos de mares?

Sí, desde luego, hay muchas clasificaciones, y todas lo bastante jugosas como para que constituyan otro post dentro de muy poquito.

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La imagen que ilustra el post es de unas paradisíacas vacaciones en el Mar Caribe. (Colombia)

¿Qué son los acuíferos?

200236712-001Estoy segura de que cualquiera de ustedes, haya o no estudiado Geología alguna vez, ha escuchado este término muy a menudo.

Y también estoy segura de que todos saben que estamos por referirnos a las aguas subterráneas.

Pero como pasa casi siempre en este tema, hay mucho más implícito en el término de lo que se suele evocar en primera instancia. Y de eso vamos a hablar.

Comienzo por recordarles que ya hemos visto un ciclo del agua bastante más completo de lo que se suele leer en el colegio; y más adelante nos referimos a las rocas que por ser porosas y permeables permiten la filtración de aguas que se acumulan a diferentes profundidades, en lo que dimos en llamar acuíferos.

Ahora seamos un poco más exquisitos y desmenucemos los conceptos relacionados con esa palabreja.

¿Cuál es la etimología de acuífero?

El término procede de la unión de dos vocablos latinos: aqua= agua y feros= llevar, trasladar, transportar o portar. Es decir que se usa para referirse a algún elemento, en este caso rocas, que pueden trasladar el agua.

Recuerden entonces que el agua subterránea sólo en muy escasas situaciones se mueve subsuperficialmente como un río.

Por el contrario, el caso común es que esté saturando los espacios porosos de los materiales litológicos en que se encuentra. Al moverse, en esas circunstancias, el agua lo hace gota a gota, pasando de un poro a otro, siempre que ellos estén conectados entre sí es decir si hay permeabilidad.

¿La palabra acuífero tiene más de un significado?

Sí, como pasa muchas veces en Geología, para la palabra acuífero hay un sentido estricto y otro amplio o extendido. Ahora distinguiremos entre ambos.

¿Cuál es su sentido estricto?

El empleo más específico de la palabra acuífero, es para designar a aquel tipo de material geológico que permite el paso del agua.

Es decir que se usa para caracterizar un tipo de roca, y por ello forma parte de una clasificación de las mismas, según cómo se comportan ante el avance del agua.

¿Cómo se clasifican los materiales de la corteza terrestre según su capacidad de conducción del agua?

Según la combinación de su porosidad y permeabilidad, los materiales podrán o no ser atravesados por el agua, lo cual permite dividirlos en:

  • Acuíferos: son sedimentos, capaces de conducir el agua, pues poseen los requisitos de porosidad y permeabilidad. En otras palabras, el agua puede atravesarlos sin oposición.
  • Acuícludos: son materiales porosos, pero no permeables, que por esa razón retienen el agua, ocluyéndola en espacios de los que no puede salir, ni, por ende extraerse. Pueden ser no solamente sedimentos sino también rocas, como por ejemplo los basaltos con espacios huecos debidos al escape de gases. El problema es que los espacios están aislados entre sí, y por eso el agua se estanca en ellos, pero no circula.
  • Acuífugos: son cuerpos que no permiten la penetración del agua por carecer de porosidad y permeabilidad, y que favorecen en cambio el escurrimiento.
  • Acuitardos: son materiales con porosidad y permeabilidad, que en principio permiten el pasaje del agua, pero que por rasgos secundarios, como relleno de parte de los poros con material más fino, etc, disminuyen la velocidad del flujo.

¿Cuál es el sentido extendido de la palabra acuífero?

Éste es precisamente el que más escuchamos en la vida corriente, cuando los informativos por ejemplo, nos preocupan advirtiendo que se están contaminando los acuíferos, o que han subido algunos o bajado otros.

En este caso, no estamos hablando de un tipo particular de material geológico, sino de un reservorio subterráneo de agua, en el que un material de tipo acuífero es parte fundamental, pero no única ni suficiente.

En efecto, un acuífero (stricto sensu) puede ser atravesado por el agua, pero eso no presta ninguna utilidad a los habitantes de una zona, si no se da otro requisito concurrente.

Digamos que sería como un pueblo sin parada de colectivo, uno podría verlo pasar pero al no detenerse, no serviría de nada, ya que nadie subiría ni bajaría en el lugar. El colectivo tiene que parar para que sea accesible.

Y lo mismo pasa con el agua, para que se genere un reservorio, el acuífero (s.s.) debe estar en contacto con otros materiales que no permiten la circulación.

En ese caso, se denomina acuífero (sentido amplio) al sistema constituido por el material acuífero propiamente dicho, y el acuícludo que impide que el agua siga circulando. Es a partir de ese sistema que puede explotarse el agua subterránea, que de lo contrario pasaría de largo dejándonos muertos de sed en el camino.

Algo así como si nos sirvieran agua en un colador.

¿Existen distintos tipos de acuíferos?

Sí claro, pero no sean tan inocentes como para pensar que se pueden explicar en dos palabras y aquí. Esta pregunta es un anzuelo que les tiro para que se enganchen con algún post que subiré un lunes cualquiera, así que manténgase alertas, no se les vaya a pasar el agua…

Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

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P.S.: La imagen que ilustra el post vino en una cadena de mails, no conozco al autor.

El impacto de las precipitaciones intensas, inundaciones y anegamientos en las grandes ciudades

Los recientes acontecimientos en las ciudades de La Plata y Buenos Aires, deben movernos a profunda reflexión, y sobre todo, a buscar las explicaciones de por qué un fenómeno natural e inevitable se convierte en catástrofe.

Ya en otra oportunidad nos convocó la tragedia de San Carlos Minas, que verán en seguida sin embargo, que difiere en mucho de lo que hoy está sucediendo.

Empecemos por el principio, entonces:

¿Qué son las precipitaciones intensas?

Uno tiende a pensarlas como «lluvias fuertes» y punto. Sin embargo, la ciencia las define con parámetros que se calculan para cada región, según las condiciones tanto hidrometeorológicas como fisiográficas. Definir entonces la lluvia intensa para un lugar dado, significa realizar muchísimos análisis estadísticos, ya que se requiere primero establecer el tiempo mínimo sin lluvia necesario para separar un evento de otro y considerarlo como una precipitación independiente; una altura de lámina que justifique su análisis, y por fin una cantidad precipitada por unidad de tiempo, como para que se considere intensa.

A partir de allí, se puede establecer el tiempo de recurrencia, es decir, cada cuánto tiempo puede repetirse un fenómeno dado, con intensidad comparable. Y si se planifica a conciencia, esos datos deben considerarse al programar cualquier intervención en el medio.

De estos temas, ya les adelanté algo en dos posts: uno de definición de riesgos, y otro de evaluación de impacto ambiental, que les recomiendo leer también.

¿Es lo mismo inundación que anegamiento?

En el lenguaje corriente sí, pero para la Geomorfología son dos fenómenos de origen diferente, aunque puedan resultar ambos a partir de precipitaciones intensas.

Las inundaciones se relacionan con desbordes de cursos preexistentes, y en general afectan a las zonas ribereñas, o a canales, sean ellos naturales o artificiales, permanentes o temporarios, actuales o abandonados. El ejemplo que les he linkeado más arriba, de la catástrofe de San Carlos Minas, es una inundación en sentido estricto.

Tienen las inundaciones muchas aristas que analizaremos en otros posts, porque son de alto impacto y muy interesantes, pero dada la complejidad del sistema, no podemos tratar todo junto ahora.

Los anegamientos, en cambio, son el resultado de la retención de agua en un terreno desde el cual no encuentra salida por diversos problemas que impiden su drenaje. El agua que produce el anegamiento, en situaciones normales, es de origen pluvial y ocurre durante e inmediatamente después de las precipitaciones intensas.

Si ustedes recuerdan aquellos posts en que hablamos del ciclo del agua, podrán fácilmente deducir que toda aquella parte del volumen total de agua precipitada que no se infiltra o evapora, no tiene otra alternativa que escurrir.

Pero cuando algo detiene, impide, retrasa o dificulta el escurrimiento, la lámina de agua crece y puede llegar a alcanzar los niveles del evento que hoy presenciamos en Buenos Aires y La Plata. Eso es un anegamiento en sentido estricto.

Por supuesto, muchísimas veces, ambos procesos confluyen en el mismo escenario, y anegamientos e inundaciones se combinan y potencian entre sí.

Hoy nuestro foco son, pues, los anegamientos, porque en los acontecimientos recientes tienen papel preponderante, aunque no exclusivo.

¿En los anegamientos puede tener incidencia la intervención humana sobre el medio?

Sí, por supuesto.

Mientras que para evitar las inundaciones, bastaría con sólo respetar las zonas que no deben urbanizarse porque «pertenecen» a los cauces; la situación para los anegamientos es otra, porque son muchas las acciones humanas que agudizan el problema.

Supongamos por un momento que la urbanización no está emplazada en zonas de riesgo, aun así, su crecimiento incontrolado y sin planificación conduce casi inevitablemente a los anegamientos de las partes más vulnerables.

¿Cuáles son los resultados de la urbanización en general?

Aclaremos que hoy sólo quiero contarles los impactos sobre el escurrimiento del agua, porque son ellos los que inciden en anegamientos e inundaciones, pero además de estos efectos, las urbanizaciones tienen millones más, de los que iremos hablando a lo largo de muchos otros encuentros.

Pero, vean qué importantes son las principales alteraciones que en el escurrimiento introducen las construcciones urbanas:

  • Aumentan la impermeabilización, con lo cual la infiltración se ve impedida, y hay un mayor caudal de agua que permanece en la superficie. En esto deberían pensar los vecinos cuando se pasan la vida pidiendo asfalto. Y es terrible la falta de criterio de los funcionarios que transforman las plazas en moles de cemento, en lugar de dejar superficies verdes para la infiltración y la evapotranspiración.
  • Obstaculizan las vías naturales de escurrimiento. Esto pasa cuando se levanta una construcción en el medio de una parte baja del terreno, que hasta ese momento actuaba como drenaje natural de las partes más altas. A veces se trata de la nivelación de un terreno para edificar en él, o de una ornamentación como una fuente, un monumento o lo que sea, para «embellecer» un predio no utilizado con otros fines.
  • Aceleran los escurrimientos al generar canales artificiales, que al carecer de rugosidad y vegetación drenan a mucha velocidad las aguas en las zonas altas, pero no dan tiempo de recuperación a las partes bajas que resultan anegadas.
  • Concentran la salida de las aguas a través de drenajes que eligen unas pocas vías prediseñadas, en lugar de permitir la distribución de las aguas por múltiples canales aliviadores. Esto puede sumar a los anegamientos, fenómenos de inundación en las zonas recorridas por los canales que sufren desbordes en los casos de precipitaciones intensas.

¿Esto necesariamente conducirá a catástrofes?

Bueno, si no pone el asado en la mesa, por lo menos le prepara el mantel y los cubiertos, ¿no les parece?

En otras palabras, en esas situaciones, las condiciones está¡n dadas, y si se produce una lluvia intensa, un resultado como el que vemos, no debería asombrar a nadie.

¿Qué medidas preventivas se aconsejan?

Para algunas ya llegamos tarde, porque en realidad las megalópolis mismas están demostrando su inviabilidad.

Numerosos eventos naturales se han convertido en catástrofes, simplemente por la dimensión de la urbanización afectada, donde no solamente los daños se magnifican, sino que se dificultan las medidas de remediación, y se disparan problemas sociales que van desde los saqueos hasta la definitiva marginación de los damnificados, que por su enorme número resultan difícilmente reubicados en zonas de menor riesgo, o no encuentran reinserción social cuando su fuente de ingreso es afectada.

La calidad de vida -en materia de seguridad, disponibilidad de tiempo real para actividades productivas o aun recreativas, que queda muy disminuido por las grandes distancias a recorrer cotidianamente, etc. -, es también mucho menor en las grandes urbes que en las comunidades de magnitudes más compatibles con la dimensión humana.

Pero esto es casi una utopía mientras no se ponga patas arriba la concepción misma del problema.

Todo el tiempo estamos trayendo a la gente donde está el progreso, en lugar de llevar el progreso a donde está la gente. Y así vemos cómo las pequeñas poblaciones se ven abandonadas por los habitantes que terminan apiñándose en gigantescas aglomeraciones con todo el riesgo que eso conlleva.

Definitivamente se trata de decisiones políticas que los funcionarios no están dispuestos a tomar, porque por otra parte no se acostumbran a las grandes claves que podrían minimizar los problemas:

  • Planificación y ordenamiento territorial con base científica.
  • Evaluación de impacto ambiental antes de empreder cada modificación del ambiente.
  • Consulta a los que saben sobre cada tema en particular.
  • Abandono de la demagogia.

¿Hay medidas de mitigación del daño?

Sí, por supuesto, pero significan enormes inversiones, porque una vez que las decisiones equivocadas en materia de crecimiento urbano ya se tomaron, todas las medidas incluyen obras ingenieriles de mucho costo y difícil mantenimiento.
Eso sin tener en cuenta que, además, muchas de ellas resultan impracticables porque tendrían un altísimo costo social sobreagregado, en un momento en que ya se corre por detrás del problema, en vez de prevenirlo.

Por otra parte, existe la tentación, a la que muchas veces los funcionarios sucumben, de drenar las aguas de un sitio, para terminar anegando otro. Sólo un manejo integral de todo el espacio involucrado, con base científica, y honestidad política (lo que significará a veces tomar medidas antipáticas para la población) puede disminuir los daños a futuro.

¿Pueden repetirse estos eventos?

Lamentablemente sí, porque las condiciones estructurales que he mencionado más arriba son semejantes en casi todos los grandes conglomerados urbanos. Si las lluvias son lo suficietemente intensas, las consecuencias son predecibles.

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La fotografía que ilustra el post la he tomado de este sitio en la red.

Un abrazo y hasta mañana con un post más alegre. Graciela

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