El balance de una vida con la Geología. Parte 1.

danzas 029Este post me generó muchas dudas a la hora de tomar la decisión de publicarlo o no.

Y les explico la historia:

Ocurre que al cumplir mis 60 años de edad, tomé la resolución de jubilarme, pero lo hice silenciosamente, en agosto de este año.

Dayana comenzó a insistir en que debía hacer un post al respecto. Y yo a resistirme. Mi resistencia pasaba por el hecho de que conozco los prejuicios de nuestra sociedad con respecto a la gente que supera la barrera de los 60.

Mi temor era específicamente que de pronto mis lectores me vieran como un fósil que ya no tiene más nada que aportar (aunque los que saben algo de Paleontología saben también que la información que los restos fósiles brindan es invalorable), y comenzaran a abandonarme.

No obstante, pasados un par de meses, y encontrándome con la realidad de que estoy cada vez más ocupada, y que además no me he alejado de la actividad científica como podría esperarse, me rendí a la estocada final del argumento de Dayana:

-«Si no demostrás lo contrario, estás contribuyendo a sostener el mismo prejuicio que tanto te molesta».

Y sí, es maldita la criatura, pero tiene toda la razón del mundo, así que aquí está mi «post del alpiste» como ella lo bautizó, porque según ella, si no levanto la bandera de los jubilados activos, sólo me queda dar de comer a las palomas en la plaza.

De hecho, ella y el Pulpo, cayeron a casa el día de mi jubilación, con un paquete de alpiste de regalo, que es el que ven en la foto 1.

PICT0019

Foto 1

En cambio, la foto que ilustra el post es actual, tomada en una de mis prácticas de ballet clásico, más específicamente durante ejercicios de barra a tierra, y tiene el objetivo de demostrarles que 60 años no es nada, y que yo sigo tan regia como siempre, jejeje 😀

Volviendo al tema del post, la otra cara de la moneda es que además yo no entendía muy bien qué quería Dayana que contara, ya que mi jubilación al cabo y a la postre, es un hecho privado que no le interesa a nadie más que a mí.

Y entonces, ella se descolgó esgrimiendo preguntas que bien miradas, pueden tener algún significado para los lectores.

Hecha la introducción, tomo las preguntas tal como me las formuló Dayana, y completo una especie de «reportaje imaginario» para compartir con ustedes algo que se parece a un balance, pero nunca a una despedida.

Y son tantas las preguntas que de hecho este post del alpiste vendrá en dos partes.

¿Cómo llegaste a la docencia?

Tuve la suerte de entrar por la puerta grande, aunque fuera con un cargo chico, jejeje. Paso a explicarles. Yo me recibí siendo muy joven (21 años cumplidos dos meses antes de recibir el título), y lo hice con promedio superior a 8, que además era el mejor promedio de la promoción, y sin aplazos. Esos tres requisitos eran los exigidos para obtener el Premio Universidad, también conocido como Medalla de Oro.

Parte de la reglamentación de ese Premio implicaba que se me otorgaba un contrato por un año con un cargo de docente (el cargo más bajo) en la materia que yo misma eligiera. Y así empezó mi carrera, en la Cátedra de Geofísica, de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la Universidad Nacional de Córdoba.

Después fui obteniendo mejores cargos, primero en promociones directas, y después a través de los concursos, cuando volvieron a existir en las Universidades argentinas, desde 1985. En total en mi carrera acumulé cinco concursos (abiertos) ganados. Más que muchos colegas, me enorgullece decir,

¿Cómo han cambiado las cosas en casi 40 años de enseñar Geología?

Difícil pregunta ésta, ya que todo el abanico entre «nada» y «sustancialmente» podría incluirse en la respuesta. Y eso es así porque depende de cada cátedra, materia y/o equipo docente.

Así, es cierto que hay quienes no se han enterado ni siquiera de los cambios de nomenclatura que vienen acontenciendo desde hace más de 20 años en su área de especialidad (no voy a dar ejemplos, pero los que están en el tema ya estarán acuñando nombres, jejeje); pero también hay materias en las que todos los docentes se encuentran en la cresta de la ola y empujan para que los demás se unan al cambio.

También en las técnicas didácticas hay quienes no salieron todavía del franelógrafo, o poco más o menos, y quienes incorporan (incorporamos) todas las herramientas que la tecnología pone en sus manos.

Hay quienes no terminan de entender qué significa la enseñanza cuyo objetivo es el desarrollo de competencias, y quienes a pesar de no saber de qué se trata, se oponen de todas maneras. Hay en el otro extremo, entusiastas del aprendizaje basado en problemas, aunque también otros están convencidos de que si no «desarrollan» todos los temas en clase, los alumnos no pueden acceder a ellos de ninguna otra manera.

En otras palabras, puedo señalar cambios, pero también estatismo, depende de los actores involucrados.

¿Cómo eran tus clases?

No querría calificarlas yo misma, pero sí puedo decir que a mí me encanta dar clases, que nunca me aburrí, y espero no haber aburrido a mis alumnos tampoco.

Pero si miran el blog detenidamente, tendrán una pista de cómo presento la información, y cómo me gusta jugar con ella.

Este blog es un poco como un aula virtual más abierta que la que desarrollé en mi materia.

Porque me enorgullece decir que en el mismo año en que ya había presentado los papeles para jubilarme, estaba usando el aula virtual de la materia, como una innovación más.

Mi orgullo es que nunca «hice la plancha», hasta el último minuto estuve generando los cambios, a medida que la Facu ponía los medios a nuestra disposición. Y puedo asegurar que fui la primera profe que dio clases con Prezi en la Escuela de Geología de Córdoba.

¿Cómo era tu relación con alumnos y ex alumnos?

Otra vez, una difícil pregunta. Pero puedo dar datos objetivos.

Existe en la Universidad un sistema de Control de Gestión Docente que incluye entre otras cosas, encuestas a los alumnos, que ellos responden anónimamente una vez cursada la materia. Y siempre tuve elogiosos resultados. Siempre.

Y de mis ex-alumnos, puedo decir que todavía muchos de ellos me escriben mails, o son mis amigos de facebook, y cuando los encuentro por la vida, es una alegría mutua. No recuerdo que algún ex alumno haya pasado por la facultad sin hacer un alto en la cátedra para darnos un abrazo.

Y hay lectores en este mismo blog, que fueron mis alumnos y a veces dejan comentarios cariñosos.

Todos ellos enriquecieron mi vida, y de todos aprendí algo.

Creo que eso se debe a dos cosas: soy una buena persona, aunque no sea ningún genio de la Geología, por un lado; y por el otro, siempre amé y disfruté la docencia, y eso se nota. Los alumnos saben, no son tontos.

¿Qué cosas no tan buenas encontraste en la Facultad?

La burocracia. La permanente exigencia de rellenar papeles para esto y para lo otro. La lentitud para resolver las cosas. Y los palos en la rueda que a veces se ponen unos a otros los propios docentes, por un extraño sentido de la competencia que no siempre es todo lo sana que me gustaría ver. Y algunas cosillas más que prefiero reservarme porque mi mamá me enseñó que la ropa sucia se lava en casa, y porque no son tan graves como para merecer una denuncia pública, después de todo. 😀

¿Recordás historias graciosas?

Por supuesto, pero ya las he contado, o las iré contando en la categoría Anécdotas geológicas del blog.

Pero te cuento una que no da para un post porque es muy cortita.

Cuando ingresé en la docencia, era como ya te dije, muy jovencita, y uno de los primeros días en que me tocó dar una clase, y había puesto sobre la mesa bastante material para ilustrarla, un alumno, que no tenía idea de quién era yo (una ignota ayudante, pero docente al fin), me advirtió:

-Che, flaca, ése es el escritorio del profe, si llega a ver todo lo que le desparramaste ahí, te va a sacar cagando (sic)

Bueno fue verle la cara cuando le dije:

-Es que yo tengo que dar la clase hoy. Soy la nueva docente.

Hasta aquí llegamos por hoy, los invito a leer las respuestas a las siguientes preguntas, la semana que viene:

– Historias emotivas.

– Historias del campo.

– Historias de logros (personales, de los alumnos, etc).

– ¿Qué esperás haber dejado en los alumnos que pasaron por tus clases?

– ¿Qué vas a seguir haciendo de tu vida por fuera de la unc?

– ¿De qué te jubilás y de qué no?

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