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¿Qué sabemos de la amatista?

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Ya hace un tiempo, mencioné el listado de las variedades preciosas del cuarzo, y entre ellas, merece un lugar destacado la amatista, ya que es considerada la más valiosa, y lo amerita por su belleza. De ella vamos a hablar hoy.

¿Qué es la amatista?

La amatista es una de las variedades macrocristalinas del cuarzo, es decir, por ende, que se trata de un mineral de composición esencial Si O2.

Esta composición hace que algunos autores la consideren un óxido, como la fórmula química indica; y otros, en cambio, atendiendo a su estructura cristalina, la ubiquen entre los silicatos, tal como pasa con el cuarzo mismo.

En la red cristalina de la amatista resultan capturados algunos óxidos de hierro (Fe +3), y ellos son los responsables de las tonalidades características a las que me referiré más abajo.

¿De dónde procede su nombre?

El nombre amatista proviene del término griego amethystos, en el que coexisten el prefijo negativo y el concepto de embriaguez. Esto se debe a la antigua creencia de que esta gema podía evitar emborracharse, o bien atenuar los efectos del estado de beodez.

Dicha creencia se relacionaba a su vez con una historia mitológica, según la cual Dioniso el dios del vino y la vendimia, (equivalente al Baco romano) acosaba a una doncella llamada Amethystos, quien no solamente no estaba interesada en él, sino que además únicamente deseaba una permanente castidad. Para lograrlo, acudió a la diosa Artemisa quien la transformó en una piedra blanca. Pero ni así pudo mantener a raya a Dioniso, quien despechado y arrepentido, manchó con lágrimas contaminadas con vino, su blancura, confiriéndole para siempre el tono púrpura que hace tan estimados los cristales de amatista.

¿Cuáles son la propiedades físicas de la amatista?

Como he señalado más arriba, la amatista es una variedad preciosa del modesto cuarzo, que además, dada su composición es el mineral más abundante de la corteza. Esto determina la amplia variabilidad de apariencias que puede asumir la gema que hoy nos ocupa, y es responsable también del hecho de que su dureza (7), tenacidad, diafanidad, etc., sean semejantes a las del cuarzo.

Respecto a su color, varía desde el violeta característico que puede ser más o menos intenso, dependiendo de la cantidad de óxido de hierro que contenga, hasta amarillo y aun incoloro.

Cuando la saturación de color violeta es excesiva, la amatista aparece a simple vista como prácticamente negra, lo cual le hace perder algo de su valor en el mercado.

Por otra parte, la distribución no homogénea del color es un rasgo típico, presentándose en general una gradación desde lo más intenso en un extremo hasta prácticamente incoloro en la base o el otro extremo.

Son comunes también las inclusiones de otros minerales, o de burbujas con contenido líquido o gaseoso. Esas inclusiones pueden restarle valor para su uso en joyería, salvo notables excepciones en las que aumentan la belleza de la gema. No obstante, cuando el uso es el coleccionismo, los ejemplares pueden valorizarse más por esas mismas inclusiones.

Otro rasgo característico de la amatista, es su fuerte tendencia a formar cristales perfectos y de gran tamaño. Se trata de cristales idiomórficos (de caras bien definidas) del sistema trigonal, hábito hexagonal y terminación piramidal. Raros y muy valorados son los cristales con ambos extremos piramidales.

Es muy común que haya crecimiento de numerosos cristales paralelos o divergentes, a veces en el interior de ágatas o geodas. Cuando los cristales se estorban unos a otros en el crecimiento, pueden resultar deformados, perdiendo algo de su valor. También figuras de corrosión o roturas desmerecen los ejemplares.

¿Cómo se forma?

La génesis habitual de las amatistas en en rocas ígneas, ya sea hipabisales o volcánicas. Entre las primeras se cuentan las pegmatitas, venas hidrotermales y cavidades de granitos preexistentes. Entre las segundas, los basaltos.

En general el crecimiento de las amatistas ocurre ocupando oquedades en el interior de las cuales se generan geodas.

A veces como parte del mismo proceso se forman también ágatas, quedando las amatistas incluidas en ellas. Las geodas son precisamente alveolos o huecos redondeados preexistentes a los que líquidos mineralizantes llevan nuevos elementos químicos, que precipitan o cristalizan allí, tapizando las paredes con cristales perfectos.

Ocasionalmente la amatista puede aparecer en drusas. Una drusa es la estructura inversa a una geoda, es decir que en ella los cristales cubren por fuera las paredes de cuerpos redondeados preexistentes.

Si la erosión es intensa, las geodas y drusas pueden ser liberadas de las rocas que las alojan y ser transportadas por los ríos en cuyos cauces se las puede encontrar. En caso de tratarse de cristales aislados- sea por su origen o por haberse roto los conjuntos originales- debido a su fragilidad, rápidamente pierden su forma hexagonal y piramidal, para convertirse en cantos redondeados, que también se usan para joyería, pero de orden artesanal.

¿Dónde se la encuentra?

Los principales yacimientos del mundo se encuentran en los Montes Urales, en Alemania, Australia, en países africanos como Zambia y Túnez; Brasil, departamento de Artigas en Uruguay, Estados Unidos, Canadá, India, Sri Lanka, Bolivia, España y Argentina.

En Argentina, las amatistas más apreciadas por su color, son las de la Provincia de Córdoba, pero hay también en Catamarca, la Mesopotamia y hasta en la Patagonia.

¿Qué usos tiene?

La amatista es la variedad del cuarzo más apreciada y tiene tres usos diferentes: joyería, coleccionismo, y como piedra ornamental.

En general los cristales más perfectos se tallan (como se ve en la foto al pie) para usarlos engarzados en joyas, pero también más modernamente, suelen engarzarse los cristales enteros y sin modificar, en pendientes, o colgantes, según el tamaño.

Una buena parte de las amatistas menos perfectas se usan para tallar objetos de arte, o para adornarlos.

Finalmente los especímenes más raros y de mayor tamaño son buscados por los coleccionistas y museos.

Existen numerosas maniobras para modificar el color de las amatistas, tema que les recomiendo leer en el post cuyo link aparece más arriba, anclado en el término amatista.

amtista

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

P.S.: La foto que ilustra el post me pertenece y corresponde a un ejemplar de mi propia colección, originario de las proximidades de Cura Brochero en la Provincia de Córdoba. La he fotografiado junto al estuche de la cá¡mara para apreciar el tamaño. Se trata de un trozo de una geoda de amatista.

La foto de la gema pulida es de Jorge Bravo y la he tomado del libro:

Saadi, J. 2006. Gemología. Las Piedras Preciosas de la República Argentina. I.S.B.N.10:987-05-1943-1. I.S.D.N.13:978-987-05-1943-1. 183 pp.

¿A qué se llamó «la fiebre del oro»? Parte 1.

El tema de hoy tiene mucho de historia, pero también de leyenda, de comedia y de tragedia.

Vale la pena, no lo duden, pero precisamente porque el tema es tan interesante y extenso, lo dividiré en dos partes, la segunda de las cuales subiré el próximo lunes.

¿A qué se llamó la fiebre del oro?

Históricamente se conoce como «fiebre del oro» al fenómeno por el cual se produce una migración acelerada y masiva de emprendedores independientes hacia áreas en las que se informa sobre algún descubrimiento notable de oro, cuyo acceso es relativamente fácil.
Numerosos son los factores que influyen para que ocurran migraciones multitudinarias movilizadas por el alumbramiento de oro. Algunos de los que concurrieron en el S XIX fueron:

  • La mejoría comparativa en los medios y vías de transporte y comunicación.
  • Dificultad para una inserción económica y social en el lugar de origen.
  • La propagación en el imaginario popular de que ciertos resultados casi mágicos en materia de evolución personal, son solamente posibles, en tierras remotas. («Nadie es profeta en su tierra»).
  • El valor intrínseco del oro, como patrón monetario y como mineral útil en muchas aplicaciones más allá de la joyería.

El primero de estos factores fue característico del S XIX, pero los otros permanecen aún hoy, razón por la cual aunque sea con características muy diferentes, hay todavía lugares que son polo atractivo de migraciones de buscadores independientes, como Alaska y Australia.

¿Cuándo y dónde se produjo la fiebre del oro?

Pese a que se habla de la fiebre del oro en singular, los episodios que podrían denominarse así, fueron numerosos y comenzaron hace varios siglos.

De hecho, el primero de los antecedentes data de varios siglos antes de Cristo, en la antigua Grecia, cuando Jasón y sus argonautas- según se cuenta en crónicas legendarias- partieron en su nave «Argos» hacia la Cólquida, (reino mítico ubicado en lo que hoy es Giorgia, en la costa del Mar Negro) en un viaje plagado de aventuras, buscando el Vellocino de Oro«.

Más adelante, la búsqueda de El Dorado, que funcionó como motor de la conquista española en América, bien podría considerarse también una fiebre de esa clase, pero aun sin tomar los dos ejemplos anteriores en cuenta, los primeros «pulsos febriles» ya datan del Siglo XIV.

No obstante, probablemente la más conocida de las migraciones motivadas por la búsqueda de oro, es la que se produjo en California a partir de 1848, con su pico en 1849.

La razón de esa popularidad es casi seguramente la difusión que se le dio en novelas y películas del lejano oeste, que fueron en sí mismas un género particular.

No obstante, las «fiebres del oro» se sucedieron unas a otras, formando parte de la cultura popular del siglo XIX, con coletazos hasta nuestros días en algunos lugares.

El listado de las más importantes de esas movilizaciones poblacionales es aproximadamente el siguiente:

  • En la segunda mitad del siglo XVI, fiebre de Zacatecas, México.
  • 1631: movilización hacia Parral, Chihuahua, México.
  • 1836 en adelante: migración hacia el sur de los Montes Apalaches, al norte de Atlanta y al oeste de Charlotte, todo en Estados Unidos.
  • 1848 movimiento hacia Carolina del Norte y la más famosa Fiebre del Oro de California.
  • 1850: migración hacia el norte de Nevada.
  • 1856 en adelante, Colorado en Estados Unidos.
  • 1858 Fiebre del cañón del Fraser también en Estados Unidos.
  • 1861: Otago, Nueva Zelanda.
  • Entre 1860 y 1870, este de Oregon.
  • 1863, Montana.
  • 1880. Zona de El Oro en México.
  • 1883. Tierra del Fuego, Argentina y Chile.
  • 1886, la fiebre del Transvaal (Sudáfrica) fue una de las más cruentas, ya que contribuyó a fogonear la Guerra de los Boers.
  • 1888 hasta 1930: Las Juntas de Abangares, Guanacaste, en Costa Rica.
  • 1896, es también una de las dos más conocidas y ocurrió en Klondike, en el Río Yukón, Canadá.
  • 1898. Alaska, que comienza como una continuación de la de Canadá, afectando al mismo distrito geológico, y que sigue en cierto modo todavía vigente.

Son los pulsos febriles de California y los dos últimos mencionados, los que quiero comentarles en este post, porque son los que adquirieron más notoriedad y están rodeados de un halo de aventuras, tragedias y hasta romanticismo.

¿Cómo se desarrolló la fiebre del oro en California?

El 24 de enero de 1848, James Marshall, capataz del rancho Sutter’s Mill, cuyo propietario, el general John Sutter, poseía una concesión sobre casi 20.000 hectáreas con los mejores suelos agrícolas de California, inspeccionaba un canal de desagüe que conducía al Río American, cuando descubrió en el lecho de este último, algunas pepitas de oro.

Al conocer este hecho, Sutter- de quien la leyenda cuenta que esa misma noche desenterró con su navaja una pepita de 43 gramos de peso- supo que estaba ante lo que podía ser su fortuna o su desgracia, y trató de mantener la noticia en secreto.

Sin embargo, como los obreros que acompañaban a Marshall en el momento del hallazgo esparcieron rápidamente el rumor, no pudo evitarse que el 15 de marzo, el periódico The Californian publicara la noticia, firmada por Samuel Brannan, que abandonó el periodismo para poner un alamacén para abastecer a los cazafortunas que sabía que llegarían muy pronto.

Se cuenta también que Brannan corrió por las calles de San Francisco, con un frasco lleno de oro y gritando «¡….oro, oro! ¡Oro en el río American!», en un pionero alarde de marketing viral, que le dio un excelente resultado, ya que fue uno de los pocos que generó un imperio a partir de sus ganancias.

En ese primer año, fueron los propios lugareños los que abandonaron sus profesiones y oficios (aun los médicos y jueces) y marcharon hacia el río a buscar el metal.

La noticia tuvo un gran impulso cuando el 19 de agosto de 1848, el diario New York Herald la publicó por primera vez en la Costa Este.

El 5 de diciembre de ese año, se oficializó la novedad, cuando el presidente James Polk pronunció un discurso ante el Congreso de los Estados Unidos, en el que incluía una referencia al yacimiento.

La mayor parte de la inmigración interna y externa llegó en 1849, razón por la cual esos aventureros pasaron a la historia con el nombre de «forty-niners».

Los primeros tiempos fueron de bonanza para el pueblo, ya que la abundancia alcanzaba a todos, pero cuando el metal comenzó a escasear y su extracción comenzó a implicar tareas de excavación, costosas en tiempo y dinero, se desató tal ola de violencia relacionada con los robos de que se hacían objeto los mineros entre sí, que el campamento minero que se hallaba al pie de las Sierras recibió el nombre de Hangtown, en alusión a la sumaria justicia que imperaba en la época. Efectivamente Hangtown es la unión de las palabras hang= colgar, y town= pueblo, y ésa era la forma en que se aplicaba muy rápidamente el castigo a quienes cometían delitos.

A todo esto, ¿qué pasó con los descubridores, que muy a su pesar iniciaron la fiebre?

Sutter lo perdió todo, debido a la violenta invasión que sufrió en sus tierras, y terminó viviendo de una pensión que le concedió en 1864, la legislatura de California, por la magra suma de 3.000 dólares anuales.

Marshall intentó encontrar oro vagando por años por la zona, sin conseguirlo jamás. Cuando murió, en 1885, todas sus pertenencias se subastaron por 150 dólares que se usaron para pagar sus deudas.

Debe haber una moraleja en alguna parte, ¿no creen?

Hasta aquí ya es un post bastante largo, en la segunda parte, que sube el próximo lunes, responderé las siguientes preguntas:

¿Cuál es el contexto geológico de los yacimientos de oro de California?

¿Qué es un placer aurífero?

¿Cómo se desarrolló la fiebre del oro en Canadá y Alaska?

¿Cuáles son las caracteríticas geológicas allí?

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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
P.S.: La imagen que ilustra el post es de este sitio.

La canción «Oración del Minero» traducida al castellano.

Mineros_Pozu_CarrioLa semana pasada subí la letra original en inglés de Miner’s Prayer, canción dedicada a la memoria de Luther Tibbs, un minero de carbón de Kentucky, que trabajó durante 40 años. Tibbs era abuelo del autor Dwight Yakoama.

Cuando suena el silbato cada mañana

Y yo bajo a la oscura y fría mina

digo una oración a mi amado Salvador
«Por favor déjame ver la luz del sol una vez más»

Coro:
¿Cuándo, oh cuándo terminará todo?
¿Cuándo dejaré esta carga?
Y cuando muera, amado Señor del Cielo
por favor llévate mi alma desde abajo

de aquella fría y oscura tierra.

Yo todavía hago duelo por mi pobre hermano
y todavía escucho a mi querida anciana madre llorar,
cuando tarde aquella noche vinieron a decirle
que él había perdido la vida en la Mina Big Shoal

Coro

No me avergüenzo, no siento pena
si no tengo mucho sobre la tierra.
Tengo el amor de mis dulces hijos,
un viejo arado de mula, una pala y una azada.

Coro

Sí, cuando muera, Querido Señor del Cielo
Por favor llévate mi alma de abajo de la tierra fría y oscura

La foto que ilustra el post es de Imágenes Google.

Lyrics from Miner’s Prayer

Miner’s Prayer is dedicated by Dwight Yakoama to the memory of Luther Tibbs, a Kentucky coal miner for 40 years, and author´s grandfather.

When the whistle blows each morning
And I walk down in that cold, dark mine
I say a prayer to my dear Savior
Please let me see the sunshine one more time

Chorus:
When oh when will it be over?
When will I lay these burdens down?
And when I die, dear Lord in heaven
Please take my soul from ‘neath that cold dark ground

I still grieve for my poor brother
And I still hear my dear old mother cry
When late that night they came and told her
He’d lost his life down in the Big Shoal Mine

Chorus:
When oh when will it be over?
When will I lay these burdens down?
And when I die, dear Lord in heaven
Please take my soul from ‘neath that cold dark ground

I have no shame, I feel no sorrow
If on this earth not much I own
I have the love of my sweet children
An old plow mule, a shovel and a hoe

Chorus:
When oh when will it be over?
When will I lay these burdens down?
And when I die, dear Lord in heaven
Please take my soul from ‘neath that cold dark ground

Yeah, when I die, dear Lord in heaven
Please take my soul from ‘neath that cold dark ground

You can see the corresponding video in last Friday’s post of this blog.

Canción Miner’s prayer, de Dwight Yoakam

Este video presenta una bella canción minera, cuya letra y traducción subiré el próximo viernes. La interpretación es de Dwight Yoakam. Espero que les guste.

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