¿Qué son los meteoritos? Parte 1.
Debido al reciente acontecimiento en Rusia, que implicó el ingreso de un meteorito a la Tierra, produciendo más de 1000 heridos de distinta consideración, y daños materiales, se imponen algunas explicaciones sobre el tema, y se justifica el adelantamiento del post nuestro de cada lunes.
Y a eso vamos.
¿Qué son los meteoritos?
Suelen ser también denominados uranolitos, y no son otra cosa que materiales desprendidos de cuerpos celestes, que impactan en la superficie terrestre.
¿Las palabras meteorito, meteoro, estrella fugaz y aerolito, son sinónimos de meteorito?
No, no todas son intercambiables entre sí, aunque ya sea por su etimología o porque designan fenómenos y objetos muy relacionados unos con otros, todos esos términos tienen una estrecha vinculación.
¿Cuál es el origen de la confusión?
Como adelanté más arriba, hay dos razones para la confusión.
En el caso de meteoro y meteorito, los términos parten de una misma raíz, pero contra lo que mucha gente cree, distan muchísimo en su significado, y el peor de los errores es el de creer que meteorito es diminutivo de meteoro. No señor, nada que ver. Como dije antes, sólo meteorito y uranolito son equivalentes.
Las otras dos expresiones designan un fenómeno que tiene que ver con los meteoritos, y ésa es la segunda causa de error en el uso de las palabras. Si bien estrella fugaz y aerolito se pueden reemplazar entre sí, no son sinónimos de uranolito o meteorito.
¿De dónde proceden los términos meteoro y meteorito?
Todas tienen su origen en el griego antiguo.
La palabra meteoro deriva de μετέωρος ‚ que quiere decir «en el aire», y se usa para designar a todos los procesos que ocurren en la atmósfera, en relación con el clima. Son entonces: la lluvia, un tornado, el granizo, etc. Como ven NO PUEDE usarse cuando de caídas de materiales cósmicos se trata.
Pero, cuando esa misma palabra se une al vocablo λιθος (que podríamos leer lithós, y que significa piedra), resulta una expresión equivalente a «piedra del aire» y allí nace el significado de meteorito, aunque después vaya mutando a lo que hoy designamos como tal.
Y ya que estamos, les cuento que aerolito, palabra que ya explicaremos en detalle, procede de άήρ (aer =aire y lithós, otra vez)Â y por su contexto se entiende como «piedra en el aire».
Finalmente uranolito, que sí es lo mismo que meteorito, no me canso de repetirlo, procede de Οὐρανός, Urano) nombre del dios del cielo, y cielo por extensión. Este término unido al consabido lithós, se entiende como «piedra del cielo».
Les pido que presten especial atención a las expresiones usadas en cada caso: una es «en el aire», y la otra «del aire». Ahora veremos la importancia del detalle.
¿Qué son las estrellas fugaces?
Cuando hablamos de estrellas fugaces, el término científico correcto es aerolito, y se lo usa para designar al conjunto de los fenómenos que acompañan a la caída, generalmente relacionados con alguna manifestación de luminiscencia.
Esto ocurre porque los cuerpos meteoríticos al caer en la atmósfera con gran velocidad, sufren una intensa fricción que generalmente los vuelve incandescentes.
Además, el rápido calentamiento, determina comúnmente la volatilización de la superficie externa del uranolito, liberándose moléculas que ionizan a las atmosféricas, produciendo otros fenómenos luminosos. La fantasía popular ha dotado de lirismo a esas manifestaciones, llamándolas «caídas de estrellas», o como venimos diciendo, «estrellas fugaces» y adjudicándoles la facultad de conceder los deseos formulados durante el breve lapso en que tienen lugar.
Ahora bien, me permito hacerles notar que ya la expresión «fugaz» indica una duración muy corta, y por eso mismo se está refiriendo a un proceso o fenómeno, y no a un objeto. Ergo, NO ES EL METEORITO.
Ufa ya lo dije mil veces, ¿les quedó clara la diferencia?
¿Qué pasa cuando un meteorito ingresa a la atmósfera terrestre?
Estos fenómenos terminan, o bien en la desintegración total del cuerpo, que en tal caso se denomina «bólido» y es cuando se produce todo lo relativo a las estrellas fugaces; o bien en su caída final sobre la Tierra, si el tamaño original era lo suficientemente grande como para sobrevivir a la fricción.
En este último caso, el resto que queda en la superficie de nuestro planeta constituye, (me parece que ya se los dije 😀 ) un verdadero meteorito.
Cuando un meteorito llega casi intacto a la Tierra, hasta resulta posible a veces, determinar una dirección de caída, que permite distinguir la cara anterior de la posterior.
Efectivamente, las altas velocidades de ingreso de los meteoritos en la atmosfera, implican una violenta compresión del aire que se les opone por delante, lo que aumenta la temperatura de la superficie meteorítica lo suficiente como para que algunos de sus elementos se fundan, cubriéndolos de una capa oscura y vitrificada.
Este efecto no se produce en la cara posterior, menos expuesta, lo que permite en muchos casos observar un contorno nítido de la materia vítrea que separa la cara delantera de la posterior. Hay ejemplos claros de esto en meteoritos recogidos en Australia hace más de cien años.
Bueno, hoy es sábado, y ni ustedes ni yo tenemos tantas ganas de sentarnos en la PC, de modo que ahora que se interesaron en el tema, puedo hacer un recreo hasta el lunes, cuando subiré la segunda parte, para responder muy sabrosas preguntas como las siguientes:
¿Son habituales los impactos meteoríticos en la Tierra?
¿Se puede calcular su trayectoria con anticipación, como para saber si impactarán o no en el planeta?
¿Cuándo comenzaron a estudiarse los meteoritos?
¿Existen distintos tipos de meteoritos?
¿Cómo se dividen los meteoritos según su composición química?
¿Cómo se dividen los meteoritos según su estructura?
¿Por qué nos interesan a los geólogos?
¿Qué información nos brindan?
Un abrazo y hasta el lunes. Graciela
Este post lo he construido sobre la base de un apunte de mi propia autoría que se identifica como sigue:
Argüello, Graciela L. 2006. «La Tierra como planeta integrante del Sistema Solar» Cuadernillo didáctico Nº II, Capítulo 1. Para circulación interna en la U.N.R.C. 17 páginas.
La foto que lo ilustra es gentileza de Juan Ignacio Martín González, y fue tomada en el Museo de Mineralogía Olsacher de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, durante una visita que realicé con mis alumnos, cuando él era uno de ellos.
Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
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La verdad es que se nos están juntando los eventos estelares… y eso sin contar los cambios allá por el Vaticano…
Tiempos agitados los nuestros, Terox
Me parece muy lindo lo que haces, muy bueno el blog
Gracias, Marcos