Estamos en el medio de las fiestas de fin de año, de modo que uno, muchas ganas o tiempo para trabajar no tiene, así es que, por esta vez, hago un copie y pegue desde mi otro blog ¿Y si hubiera una vez?
El viento.
Estamos en el medio de las fiestas de fin de año, de modo que uno, muchas ganas o tiempo para trabajar no tiene, así es que, por esta vez, hago un copie y pegue desde mi otro blog ¿Y si hubiera una vez?
El viento.
El viento se cuela entre aullidos por cualquier rendija, torturando con su frío a los seres y las cosas.
Hoy está enojado, furibundo.
Sin escrúpulo alguno, pisotea una esperanza, al despojar de su techo a una familia.
Los árboles se doblan, el cartel sigue enhiesto: de un manotazo, él echa al suelo su altivez.
El viento no se arrepiente, no, continúa su camino con sus risas sibilantes.
Con mano de coloso, arranca gigantescos héroes, que no se doblegan ante el sórdido elemento que disfruta al desarraigar sus leños o sus paredes.
Pájaros sin nido pían con angustia, conmoviéndolo por fin.
El titán llora, no con lágrimas propias porque no sabe llorar… Es todo el cielo el que se desploma en llanto, que borra tanto dolor y que lava su pecado.
Francamente no recuerdo las circunstancias en que escribí esto, pero supongo que habrá sido en una de esas tormentas pavorosas que cada tanto nos regala el clima cordobés.
Como sea, fue nuevamente inspirado por algo que andando los años, me daría de comer, porque sepan ustedes que mis proyectos de investigación se centran hoy precisamente en el loess, material transportado y depositado justamente por el viento.
Es por esa razón que he seleccionado este texto en particular. Porque como pasó con otras de mis prosas, sin sospecharlo siquiera, parece que mi PC mental ya venía de alguna manera preconfigurada con ese destino.
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Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.
Como siempre que encuentro en la literatura alguna joyita relacionada a la Geología, he atesorado esta vez unas pocas líneas para compartir con ustedes relativas al vulcanismo, fenómeno del que pronto nos vamos a ocupar también. Por ahora vayan motivándose con estas palabras de una escritora que se las trae.
Yo no concibo el mundo sin los volcanes atestiguando las luces de este valle, acompañándonos la vida entera mientras pasa un instante de sus vidas. Ni siquiera imagino al mar, que tanto venero, sin los volcanes como la contra parte de su inmensidad.
Ãngeles Mastretta, Territorio místico, del libro El cielo de los leones.
Apenas unas pocas palabras, pero una gran expresividad, espero que lo hayan disfrutado como yo, Un abrazo Graciela
La geología escribe lentamente, paso a paso, su texto final, que es el paisaje. Y si alguien ha logrado una descripción superlativa del paisaje, ése es Mario Benedetti. De él, y más específicamente de su libro » Viento del exilio», les presento el poema precisamente titulado
El paisaje:
Durante muchos años
y tantísimos versos
el paisaje
no estuvo en mis poemas
vaya a saber
por qué
mejor dicho
el paisaje
eran hombres
mujeres
amores
pero de pronto
casi sin yo advertirlo
mi poesía empezó
a tener ramas
dunas
colinas
farallones
vaya a saber
por qué
dejó de ser
poesía en blanco y negro
y se llenó de verdes
tantos como follajes
de flamboyanes rojos
oros suaves del alba
y memorias de pinos
con sus siluetas sobre
horizonte y candela
¿será que este paisaje
no quiere que sigamos
sin decirnos las claves?
¿o será que el paisaje
no quiere que me vaya?
¡Magistral!, ¿ verdad?. Y aunque tal vez les sorprenda, vean ustedes que hay en estos versos, implícita mucha Geología.
Más allá de las dunas y los farallones, el verdadero geólogo oculto en el poeta, aparece cuando manifiesta que el paisaje quiere decirle las claves. ¿Y qué otra cosa hace un geólogo, sino descifrar esos mensajes que el paisaje le entrega, contándole su historia, que siempre tiene también mucho de poema?
No me digan que no hay en ambas cosas una inenarrable belleza. Aprovechen el fin de semana para salir por ahí a interrogar al paisaje, Él les dirá cosas insospechadas…
Un poético abrazo Graciela
Los procesos naturales tienen en sí mismos una cierta majestuosidad, pero hay autores que describen su grandeza con un pincel magistral. En este caso, quiero compartir con ustedes un texto tomado del libro: TODO VERDOR PERECERÁ de Eduardo Mallea.
He tomado de él párrafos seleccionados de la Primera Parte, Capítulo 1, página 1 y siguientes.
Cuarenta y cuatro días consecutivos de seca y fuego arrasaron la sierra, el valle, las matas salvajes, la cabellera rala e hirsuta en el cráneo de tierra tendido al sol. En las horas del día, tan largo y tan alejado del cielo, el paisaje parecía una superficie calcinada, blanca y enorme; blanca era la tierra seca; blancos los pastos; blancas las cortaderas y el olmo esquelético; blancos el algarrobo y el tala, retorcidos y agarrotados y rígidos como sistemas nerviosos muertos, sacados de la tierra al aire ardiente. Los campos mostraban su cara espectral y hambrienta, su boca árida, su escuálida garra extendida sin fuerza por millares de kilómetros. Abajo, hendido entre yuyos en la mitad del valle como una grieta serpeante, el cauce del arroyo no contenía más que piedras y un hilo exhausto de agua clara, pálido como el resto de las cosas. De tiempo en tiempo un animal errante y flaco se acercaba a beber; luego caminaba vencido por entre las matas espinosas… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …
Años antes la región, despoblada como hoy, era pródiga; de pronto el cielo parecía haberse agostado. Ahora estaba tan alto, tan remoto, tan sin nubes que sólo era sensible, al que levantaba los ojos, la imagen de su mortal abdicación. En los años prósperos, del otro lado de la sierra, a muchas leguas de la casa solitaria, se originó un pequeño pueblo. Verdeaban los espinillos, y en primavera, un oro joven venía prestado a las copas. Vientos foráneos trajeron luego de la costa lejana arenas intrusas; un médano sentó sus reales en la parte más abierta y baja de la región y otros se le acercaron luego en estéril asamblea. Grandes extensiones fueron viciadas a ambos pies de la sierra. … … … … … … … … … … … … … … … …
La seca era como un incendio; quemaba la vegetación por debajo, la buscaba, la mataba en la entraña. Algunos pastos se defendían terriblemente, duraban, echaban jugo, se nutrían desde adentro, tenaces; otros se entregaban sin réplica; otros nacían para aquel clima. Éstos eran como el usurero en años de ruina: siniestros de condición. Insidiosa, prolija, la arena trabajaba con el fuego solar en la ruina de los habitantes vivos de aquel sitio; abrazaba los tallos, volaba, levantaba diminutos copos, ahogaba las especies. Y cuando venía una lluvia, rápida, voluble, era como una visita a esos agentes de desesperanza.
…La seca llevaba esta vez cuarenta y cuatro días…
No podrán negarme que es una pintura alucinante. Espero que la hayan disfrutado como yo, y que con ella inauguren un placentero fin de semana. Un abrazo Graciela
Este post inaugura una nueva etiqueta, para los días viernes, que ya hemos decidido dedicar a un poco de esparcimiento, como quien calienta motores para el fin de semana.
La etiqueta que estreno es Geología y literatura, y en ella vendrán textos no sólo míos sino de autores importantes.
Esta vez, como yo también empiezo a vivenciar el fin de semana con algo de pereza, estoy replicando un post que subí el año pasado en mi otro blog, el llamado ¿Y si hubiera una vez?
Allí pueden ir a leer un poco la historia de este escrito que aquí les presento como un simple ejercicio literario que describe un dominio geomorfológico de gran importancia.
Rescato también un par de los párrafos que agregué en aquel post.
Yo llevo escribiendo desde que tengo memoria, pero cuando comencé a guardar mis engendros literarios, lo hice en cuadernitos escolares prolijamente numerados.
Precisamente en el cuaderno Nº 1, el texto Nº 1 , tiene una fecha de cuando apenas hacía una semana que ostentaba 13 años de edad.
Al leer esto me parece un poco grandilocuente, y lleno de palabras repetidas (como arena, tesoro, y sed) pero aun así aceptable, si se considera la inexperiencia, y corta edad.
El sol, hirviente tesoro del cielo lastimeramente azul, quema la arena que el viento cálido no puede refrescar.
Los restos de antiguos caravanas, que permanecen bajo el celoso cuidado de las arenas, se descubren, al moverse las inquietas dunas.
En los ojos del viajero, el polvo lastima la pupila con su calor ígneo.
El agua, incolora vida que la tierra guarda, ebria de su propia sed, es el más preciado tesoro.
El viandante se familiariza al fin con el espejismo, fantasmal visión, producto de su mente afiebrada. El hombre desprecia ese oro que pisa y que quema su planta.
Un doloroso silencio, contesta quedamente, a su gemido prolongado.
Es que el hombre gime, vencido por el coloso monstruo de la soledad, la sed y el cansancio.
La noche es breve, y el mismo hombre que recién se quejó del intenso calor, pide ahora mantas para abrigar sus miembros ateridos.
Así es el desierto, inconmovible rey, que aún el progreso no pudo avasallar.
Me resultan notables al análisis actual, una serie de coincidencias: por ejemplo muchos de los términos como dunas, arenas, etc, son hoy parte de mi lenguaje profesional corriente, aunque por entonces no sospechaba siquiera que sería geóloga.
Y noto también el uso de un término que es poco común: viandante. Esta palabra hoy da nombre al blog del Pulpo, mi hijo, que me transmitió su fiebre blogueril, y que es uno de los responsables de armar el diseño de este blog . ¿Otra premonición?
¡Notables son las vueltas del destino!
Bueno, niñitos, vayan yendo a hacer predicciones para el próximo lunes, cuando volveremos a vernos. Un beso Graciela
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