Pseudociencia y un post diferente por una razón especial.

El pasado 5 de marzo, hace apenas 4 días, se cumplió un mes del fallecimiento de John Clement Whitcomb Jr., quien publicó un libro pretendiendo explicar «científicamente» el Diluvio Universal. Su curiosa incursión en un campo que le era por completo desconocido, no deja de ser lo bastante interesante como para generar esta charla de hoy. Vamos a ello.

¿Quién era John Clement Whitcomb Jr.?

John Clement Whitcomb Jr.  nació en Washington D.C., Estados Unidos el 22 de junio de 1924, y falleció el 5 de febrero de 2020. Su verdadero metier era la Teología, lo cual explica prácticamente todo lo que charlaremos a continuación.

Sus padres eran Salome Josephine Fuller y John Clement Whitcomb. Debido a la profesión de su padre, oficial del ejército, vivió en el norte de China entre los 3 y 6 años de edad, lo que tal vez ya impregnó su visión con algún grado de misticismo que mucho más adelante se vería exaltado por su ingreso en el Grace Theological Seminary (Seminario Teológico de la Gracia), de Winona Lake, Indiana.

Estudió en la Escuela McCallie de Chattanooga, Tennessee, pero sus estudios en la Universidad de Princeton se vieron interrumpidos por su servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial. A su regreso se inscribió en el Seminario Teológico que ya mencioné antes, donde conoció al Dr. Henry M. Morris, quien defendía la interpretación literal de una Creación a lo largo de seis días y un Diluvio Universal, entre otras cosas.

Entre 1951 y 1990 fue profesor en el mismo Seminario, y al ser despedido, formó parte de un desprendimiento del mismo al que se denominó Conservative Grace Brethren Churches International. En el momento de su muerte residía en Indianápolis con su esposa Norma.

¿A qué se refiere su libro The Genesis Flood?

The Genesis Flood, (que puede traducirse como «La inundación del Génesis» o «El Diluvio Universal») fue publicado por Whitcomb y Morris en 1961,  y se transformó en un best seller y libro de cabecera entre los cristianos más fundamentalistas; pese a que fue totalmente ignorado por los científicos e investigadores universitarios.

En opinión de muchos, ese libro significó el despegue del movimiento creacionista en todo el mundo.

El libro señala como premisa básica que la Biblia es la «palabra infalible de Dios», razón por la cual todos sus argumentos en favor de un Diluvio Universal se basan en ella, y en algún momento explicita claramente que no puede armonizar esa fuente con los registros geológicos. Su personal opción es simplemente apegarse a la doctrina, no obstante lo cual, buscó darle algún matiz menos sesgado como veremos en seguida.

¿Cómo intentó incorporar algún matiz de conocimiento científico en su publicación?

Si bien buscaba la participación de un Geólogo con un título de PhD en Geología, ninguno de ellos podía aceptar una interpretación absolutamente literal del Génesis, y mucho menos abonar su abordaje creacionista, y la inclusión del Diluvio Universal en una historia geológica de la Tierra.

Así pues, recurrió al Dr Henry M. Morris, Ingeniero Civil con experiencia en Hidráulica, y fervoroso creyente en la literalidad de la palabra escrita en la Biblia, quien aceptó  redactar algunos capítulos «con fundamento científico», para el libro del que finalmente sería coautor.

¿Qué explicación dio Morris respecto a las objeciones geológicas y científicas?

Casi puede decirse que Morris confiesa abiertamente la falta de fundamentos de su sección geológica, cuando señala que los creyentes deben enfrentar un verdadero dilema entre asumir su fe, o aceptar el veredicto prácticamente unánime de los estudiosos de la Geología que niegan la posibilidad de una creación planetaria a lo largo de una semana; y niegan asimismo la universalidad de una inundación como la que se describe como Diluvio.

Pero luego, se desacredita a sí mismo cuando dice que «las evidencias de una completa inspiración divina en las Escrituras, tiene mucho más peso que las evidencias de cualquier hecho científico».

Luego intenta explicar los estratos portadores de faunas fósiles secuenciadas, no como una prueba de la evolución sino como un resultado de selecciones hidrodinámicas principalmente.

Y en un salto proyectivo de manual psicológico, expresa en otros párrafos, que las teorías geológicas comúnmente aceptadas no se basan en datos científicos sino que son más bien decisiones «morales y emocionales». Y uno no puede menos que preguntarse: ¿más morales y emocionales que los dogmas religiosos?

Pero bueno, no quiero abundar en detalles, porque acabo de darme cuenta de que algunas de las aseveraciones de Morris ameritan no menos de un par de posts futuros. ;D

¿Qué podemos agregar?

Pues todo lo que quieran. Podemos reflexioanr acerca del fundamentalismo religioso, del atajo intelectual que significa reemplazar la falta de pruebas y argumentos con referencias sagradas, y por ende irrefutables; del temor que inspira a mucha gente desafiar el poder religioso, etc., etc.

Pero me voy a limitar a invitarlos a ver otro ejemplo de pseudociencia, y una referencia al Arca de Noé, en sendos posts que escribí hace bastante tiempo. (Los comentarios de algunos de los lectores en el segundo post linkeado no tienen desperdicio, y son una gran muestra de fanatismo religoso)

Si este post les ha gustado como para llevarlo a su blog, o a la red social, por favor, mencionen la fuente porque esta página está registrada con IBSN 04-10-1952-01.
Un abrazo y hasta el miércoles. Graciela.

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